Donnerstag, 27. November 2008

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PARA
uribe, Ya no HAy 2010, EN EL 2014 TE VEREMOS EN LA CORTE INTERNACINAL DE LA HAYA........PARAMILITAR, NO TE VA A ALCANZAR EL TIEMPO, NI SEMANA, NI EL ESPECTADOR PARA ESCONDERTE, TU PAra-PIRAMIDE SE DERRUMBO.... VAS A LLORAr.

PideLe A: A SAN jeronimo, A SANTO tomas, A SANTA lina

Que te AYUDEN............................................ a joder

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Sospechoso ensañamiento

Por: Jorge Iván Cuervo R.
¿DON MARIO? ¿EL MONO JOJOY? ¿Cuarenta? ¿Garavito? No, un criminal peor: David Murcia Guzmán, el nuevo monstruo de la sociedad colombiana para expiar toda su mala conciencia.

Por lo menos eso se deduce del impresionante despliegue de seguridad y de eficacia institucional que hemos podido ver para capturar al supuesto cerebro detrás de DMG, con emergencia social personalizada incluida. Quien hasta hace poco era percibido como un próspero industrial, recibido hace un año en el Palacio de Nariño por el Secretario de Prensa para hablar de negocios —¿entró por el sótano?—, y sobre quien hace un mes no había una sola prueba en su contra, hoy es presentado como el más grande criminal de la historia económica de Colombia.

La suerte de Murcia quedó echada el día en que se atrevió a desafiar en público al todopoderoso presidente Uribe. Antes no había pruebas, en cuatro días, todas. Pero a Murcia también le cobran el haber copiado las pautas éticas y las conductas exitosas de esta sociedad sin tener la condición social para hacerlo. No mijo, los negocios no se hacen en La Hormiga, se hacen en el Gun, no joda, no nos dañe el negocio, y además cómo se mete con el doctor Sarmiento, no sea igualado. Un buen ejemplo de lo que no gusta en Murcia es el último párrafo de la columna de María Isabel Rueda el domingo pasado.

Cómo me hubiera gustado que el Fiscal General hubiera tenido la mitad de diligencia que tuvo en este caso con, por ejemplo, el de Jorge Noguera, del cual no se volvió a saber nada, o el del Gobernador del Quindío; o que el Gobierno en pleno se hubiera movilizado con la misma rapidez para atender el problema de los desplazados o de los damnificados por el invierno. Cómo me gustaría que el nuevo Superintendente Financiero atendiera con la misma eficacia las miles de quejas contra los abusos de los bancos, donde para obtener un crédito hay que demostrar que no se necesita, razón por la cual mucha gente prefiere jugarse la vida en esta ruleta rusa de las pirámides.

Lo que hizo Murcia fue aprovechar una cultura del atajo muy enraizada en nuestra forma de ser colectiva, en un contexto de excedentes no regulados de la economía del narcotráfico en regiones como Putumayo, donde eso que aquí en Bogotá llamamos Estado no existe, y haber posicionado una forma inversión paralela al sistema financiero con una apariencia de legalidad tolerada por las autoridades y, gústenos o no, resolviendo problemas económicos a mucha gente que ahora queda en la absoluta incertidumbre. Corresponde a la justicia establecer sus vínculos funcionales con el lavado de activos y con un sector de la clase política regional, y la tremenda estafa que parece materializarse, pues Murcia ha señalado que no tiene dinero con qué responder. ¿Dónde está la plata?

En el desmonte de las pirámides queda una profunda secuela social y económica que puede arrastrar consecuencias políticas impredecibles, hasta el punto de comprometer la propia reelección del Presidente, como ya se vio con el cambio de postura para apoyar la reelección inmediata de parte de dos congresistas de las regiones afectadas. Las medidas adoptadas son impopulares, pues están orientadas a frustrar las expectativas de recuperación de la inversión. El Gobierno, por su imprevisibilidad y falta de diligencia, se enfrenta a un problema que puede terminar siendo la debacle que estaba buscando, pero en su contra.


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Samstag, 22. November 2008



■ En mitin, más de 10 mil exigen respeto a derechos y que el presidente cumpla pactos

Llega a la capital colombiana la marcha de resistencia indígena

■ Embestida policiaca y señalamientos racistas enmarcaron la caminata de más de 500 kilómetros

■ Permanecerán en Bogotá hasta que se acuerde una reunión con el mandatario Álvaro Uribe


En la protesta, los indígenas rechazaron que su movimiento sea manipulado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Cerca de cuatro horas duró su movilización de ayer en la plaza principal de Bogotá Foto: Reuters

Bogotá, 21 de noviembre. Unos 10 mil indígenas colombianos marcharon hoy por las principales calles de la capital y se concentraron durante cuatro horas en la plaza principal para reclamar, a pocos metros del palacio presidencial, el cumplimiento de acuerdos sobre entrega de tierras, respeto a sus derechos y rechazo a las acusaciones del gobierno de que su movimiento está manipulado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

Los indígenas culminaron con esta manifestación, en el corazón político de Bogotá, una marcha de 500 kilómetros que se inició en Cali el 10 de noviembre pasado, tras un diálogo con el presidente Álvaro Uribe que terminó sin acuerdos y que habían solicitado los primeros días de octubre, a raíz de los constantes hostigamientos, agresiones contra líderes comunitarios y acusaciones de vínculos –no probados– con la organización guerrillera.

“La palabra camina, la minga (esfuerzo conjunto) transforma”, fue uno de los lemas escritos en grandes pancartas desplegadas por los indígenas en el último tramo de su movilización, que a pesar de ser pacífica no estuvo exenta de enfrentamientos contra las fuerzas públicas en su primera etapa, cuando empezaron su camino a Cali, en octubre, y bloquearon la carretera Panamericana.

Según Feliciano Valencia, consejero mayor del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), cinco activistas de la minga fallecieron en los choques y 129 resultaron heridos, aunque la prensa local sólo reportó un deceso. La Organización Nacional Indígena de Colombia señala que 70 miembros de diferentes etnias han sido asesinados en 2008, la mayoría por elementos de las fuerzas públicas.

La marcha, además, ha sido objeto de señalamientos de carácter racista, que se reflejaron en programas de radio y comentarios publicados en el sitio de Internet del diario El Tiempo, de Bogotá. El periódico El Espectador, en la web, destacó que durante la caminata por la capital hubo quienes aplaudieron a los indígenas, pero también “otros que los miraban como si fueran personajes sacados de algún relato fantástico”.

La marcha por las carreteras terminó el jueves, cuando los indígenas salieron de la localidad de Soacha –próxima a Bogotá– y llegaron al campus de la Universidad Nacional, en Bogotá.

Los dirigentes del movimiento tienen previsto continuar el diálogo público con Uribe, quien este viernes viajó a Lima, Perú, para participar en la cumbre de los países que integran el Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico.

No obstante, para este sábado se tiene programada una reunión entre los dirigentes del CRIC e integrantes del gabinete de Uribe, con quienes tratarán de acordar la fecha de un encuentro con el mandatario.

Pero mientras se formalizan los arreglos para las pláticas, varios representantes indígenas expusieron a miembros de organizaciones no gubernamentales la problemática que tienen en diferentes regiones, particularmente en el departamento del Cauca, en el suroeste del país, uno de los principales escenarios del conflicto armado en el país.

El movimiento busca llegar a acuerdos específicos sobre la manera en que el gobierno restituirá tierras que pertenecieron a los indígenas, pero fueron ocupadas por productores agropecuarios. Los reclamos están fundamentados en el reconocimiento de derechos indígenas en la Constitución, vigente desde 1991. La población colombiana formada por comunidades originarias representa 2 por ciento de los 46 millones de habitantes.

Representantes del gobierno y de terratenientes han tratado de desautorizar la demanda indígena de tierras con el argumento de que poseen decenas de miles de hectáreas, pero en respuesta el movimiento afirma que la mayor parte de ese territorio no es cultivable, porque está conformado por zonas semidesérticas, acantilados, volcanes y páramos.

Además del tema de las tierras y de la denuncia de acusaciones sobre supuestos nexos con la guerrilla, las organizaciones indígenas exigen que el tratado de libre comercio con Estados Unidos –negociado en años recientes por los gobiernos de Uribe y George W. Bush, pero pendiente de aprobación en el Congreso estadunidense– considere la opinión de las etnias en temas de conservación de la biodiversidad, entre otros.

El dueño de DMG blanqueó dinero: fiscal

En otro orden, la fiscal Luz Ángela Bahamón aseveró hoy en una audiencia de formulación de cargos que el propietario de la firma DMG, David Murcia, arrestado el jueves pasado, blanqueó dinero provenientes de actividades ilegales.

Con estas acusaciones de la fiscalía general, basadas en información recabada durante 2 mil 600 intervenciones telefónicas, se formalizó la detención de Murcia, cuya empresa se dedicaba a la venta de tarjetas de prepago, con las que los consumidores compraban electrodomésticos y además recibían bonificaciones económicas posteriores.

Algunos articulistas de la prensa escrita y de programas radiofónicos han señalado que las pirámides que colapsaron la semana pasada y la creación de la firma DMG adquirieron fuerza como alternativa a las bajas tasas de ahorro y las comisiones que cobran los bancos comerciales.

Bahamón expresó que Murcia planeaba sobornar periodistas de varios países, además de Colombia (México, Ecuador, Panamá y Perú), y legisladores de esta nación para conseguir, aparentemente, favorecer los intereses de la compañía, cerrada el lunes por la Superintendencia Financiera.

Donnerstag, 20. November 2008

La cultura de la ilegalidad se viene incubando desde cuando el narcotráfico irrumpió imponiendo nuevas realidades y hasta una nueva estética

Semana


Lo que está pasando con las Pirámides no es simplemente un problema originado porque el gobierno no actuó a tiempo, como lo admitió hace unos días el presidente Uribe en una de sus salidas radiales: es parte del legado que nos deja su gobierno después de seis años de haber validado como premisa fundamental para refundar la patria, la peligrosa tesis de que el fin justifica los medios y de que en ese "todo vale" caben desde el pago de recompensas por una mano cortada hasta el asesinato de jóvenes desadaptados a manos del Ejército para hacerlos aparecer como falsos positivos.

Por eso resulta insólito ver al Presidente en los medios fustigando a los colombianos que se embaucaron en esa vía ilegal cuando él y su gobierno no les han enseñado otra cosa. Su insistencia por obtener resultados en la lucha contra las Farc hace rato traspasó los márgenes de una ética pública medianamente democrática. La política de recompensas terminó llevándose de calle la norma y la ley y hoy se ha convertido en una fábrica de producción de falsos positivos en los que para cumplir con la política de resultados, se ha llegado al dantesco escenario del asesinato de jóvenes de familias humildes escogidos estratégicamente en todo el país por parte de miembros del Ejército. Ese es el mismo gobierno cuyo Presidente, en lugar de fustigar a los militares involucrados en semejante escándalo, los premia nombrándolos en embajadas, como parece ser el caso del afortunado general Montoya quien, según La W, se iría de embajador para República Dominicana.

Pero también es el mismo Presidente que en lugar de reprender a los congresistas miembros de su coalición que resultaron vinculados a los paramilitares en las investigaciones iniciadas por la Corte Suprema de Justicia, osa pedirles su votico antes de que entren a la cárcel, dando a entender que para él, lo verdaderamente importante son los votos, es decir, los resultados, y que le importa un bledo que estos sufragios estén untados de sangre.

Un Presidente que envía estos mensajes a la opinión pública y que en los consejos comunales le pide a la Policía como en el viejo Oeste que acabe con unos matones por cuenta suya, difícilmente puede tener la autoridad moral para reprender a los colombianos que se embaucaron en las pirámides.

Pero si el Presidente no tiene autoridad moral para increpar a los colombianos que metieron sus ahorros en estas pirámides, tampoco la tiene para condenar a los empresarios que las crearon, así hoy los considere unos malos hijos de esta patria. Las pirámides que hoy se están derrumbando pudieron crecer y fortalecerse a pesar de que el gobierno sabía lo que eran. Pero además, como sucedió con los falsos positivos dentro del Ejército, se desoyeron las alertas que varios medios hicieron en su debido momento, de manera olímpica. Y sólo cuando el derrumbe de estas pirámides se convirtió en un problema social y de orden público y el gobierno salió a cuestionarlas, vinimos a saber los colombianos que en ese baile habían participado hasta los hijos del Presidente, quienes, según lo afirmó David Murcia, presidente de DMG, habrían llegado a ser importantes negocios con su firma, hecho que más tarde fue parcialmente desmentido por uno de sus hijos.

David Murcia y su DMG son el reflejo de esa cultura que desprecia las vías normales y que gusta de los atajos para conseguir sus fines. Fue creciendo bajo esa sombrilla, desbordando todas las fronteras, todos los controles hasta convertirse en el mejor reflejo de la ética pública que impera hoy en el país. Que se recuerde ni el gobierno ni su Ministro de Hacienda vieron en esta ni en otras pirámides un tema para ser tomado en cuenta en la agenda pública. Y de no haber sido por los medios, DMG y su faraón seguirían siendo unos héroes anónimos de la cultura ilegal y no unos presuntos estafadores, como ahora el gobierno dice que son.

No obstante, resultaría injusto endilgarle al gobierno de Uribe el fortalecimiento de la cultura de la ilegalidad en el país. La realidad es que esta se viene incubando desde cuando el narcotráfico irrumpió en nuestra sociedad imponiendo nuevas realidades y hasta una nueva estética. Desde entonces, la importancia de los atajos como vía para conseguir el fin y la cultura del dinero fácil han ido transformando culturalmente al país, tomándose la política y los partidos y creando una nueva ética pública que al presidente Uribe parece no disgustarle para nada.

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Colombia: Entre la estafa de las pirámides y el atraco de la banca

Yvke


El presidente Álvaro Uribe ha hecho una vehemente defensa del sistema financiero, que, según cuentas alegres, alcanza el 57% de la población, mientras se buscan mecanismos para la inclusión del 43% restante. Lo que el presidente colombiano no ha tenido en cuenta es que la pobreza tiene una cobertura del 45% y la indigencia del 17%, según cifras de la CEPAL. Un país entero con una perspectiva social sombría, en el que se apuesta lo que se tiene y lo que no se tiene a burbujas económicas y políticas, legales e ilegales.

“Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia”, exclama Arturo Cova, el personaje central de La Vorágine, al inicio de la novela de José Eustasio Rivera, en 1924. Cuarenta y tres años después, en “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, Apolinar Moscote le completa la frase: «Y lo único eficaz es la violencia.»

Es la historia infeliz de Colombia, desde antes de José Eustasio y hasta ahora. La idiosincrasia apostadora de un pueblo, que tanto tiene que ver con la violencia, como causa, también como consecuencia, y como ambas cosas al tiempo. Una violencia que no sólo se mide en sangre, en abaleados o acuchillados, sino en unas injusticias sociales tremendas, en unos abismos económicos inconmensurables y en una exclusión acendrada.

Ahora, cuando es noticia que tantos colombianos se lo hayan jugado todo, llaman la atención las apuestas aún más baratas de Uribe y su gabinete frente a la inesperada situación. El gobierno anda por estos días jugándose el coco para decir tonterías sin comprometerse, advertir a modo premonitorio que el dinero fácil es diabólico, o evidenciar su presentimiento de que en este país iba a pasar lo que pasó con tanta apuesta de milagro.

Del sombrero paisa salen conejos y conejo le hacen al país. Nigromantes de medio pelo, sacan más leyes de emergencia, en un país que lleva 6 años sedado e indiferente frente a una realidad avisada y denunciada, no sólo por los medios de comunicación masivos, sino por los miles de megáfonos que cacareaban la tentación en cualquier esquina.

“Crea una fascinación, que pronto se devuelve en tremenda frustración", estas palabras del presidente Álvaro Uribe, al contrario de lo que pudiera pensarse, no se refieren a sí mismo. Hablan de otra especulación, la del dinero, específicamente, expresan su preocupación sobre las pirámides. ¡Vaya preocupación tan fuera de lugar y a destiempo! Palabras de “culebrero” con ungüento curativo, en vez de estadista con medidas preventivas y eficaces.

Mientras el “cándido” Santos Calderón “Pachito”, el voltaireano vicepresidente, exclama en un compungimiento tan falso como grotesco, que “no es justo que se roben así la platica que los colombianos ahorran con tanto esfuerzo”. Como si hubiera otra alternativa en esta “tierra de ladrones”, que Rubén Darío nombró con eufemismo “tierra de leones”, en la que en vez de que “el esplendor del cielo sea su oriflama”, es “el rutilar del dinero la bandera”.

Porque para estos inversionistas silvestres y de barrio, a cuya mayoría no le alcanza el capital para entrar en antros sofisticados, pero igual de peligrosos, como las bolsas, el otro camino posible es la banca. Mejor dicho, de Guatemala a “guatepior”. Ya lo precisaron bien Tola y Maruja: “Las pirámides tienen una ventaja sobre los bancos: que le roban a uno sin tanto papeleo. Y otra ventaja: que los dueños se desaparecen, en cambio los gerentes de los bancos nos siguen saludando”.

Al lado de Luis Carlos Sarmiento Angulo, el mayor banquero del país, el asunto de las pirámides es juego de niños. En las pirámides te roban, pero te tratan bien. En los bancos, que también te roban, te tratan como a perro en misa.

Y la competencia es por el estilo. Los nuevos conquistadores españoles, que ni de España son, como el Banco Santander, del que funge como dueño don Emilio Botín Sanz de Sautuola y García de los Ríos, el viejo “devorador de bancos”, que en realidad no se sabe de quién es. Entre bancos custodios (State Street Bank y Chase Nominees) y dueños extranjeros a tres bandas, los dueños y la composición accionaria resultan ininteligibles. Caso similar, o peor, es el de Banco Bilbao Vizcaya Anderis, que ya ni es de Bilbao ni de Vizcaya, donde se sientan los mismos custodios gringos mencionados con sus representados en la sombra.

O Bancolombia, inmerso en uno de los escándalos financieros más grandes del país en las últimas décadas, por la adquisición fraudulenta del Banco Industrial Colombiano (BIC). Este dulce banco, junto a Davivienda, el BBVA y el Santander, mandaron a la Superintendencia de Industria y Comercio a freír espárragos, cuando les solicitó información sobre las tarifas acordadas en las tarjetas de crédito. Qué esperanzas.

Esta es sólo una idea de la retahíla florida de las entidades bancarias que, como dice Uribe, hacen lo que hacen en bien del país. Roban, estafan, atracan los bancos para que sus prohombres puedan seguir adquiriendo los bonos del “Banquete del Millón”, a beneficio de las personas necesitadas, que son muchos de los colombianos que han pagado a los bancos hasta tres y cuatro veces el valor de su vivienda, y que ahora deambulan por el país como caracoles, con los enseres y la cobija a cuestas.

El capital que se desbanca

DMG tiene una suerte de fea que la bonita banca la desea. Tampoco sabemos para dónde va, pero por lo menos sabemos de dónde viene y a quién corresponde el acróstico: David Murcia Guzmán, de comerciante muy menor en La Hormiga, departamento de Putumayo, a “Midas” regional, con sedes en varios países vecinos, como Ecuador, Panamá, donde ya se le investiga, y Venezuela, donde se le están cerrando las primeras oficinas.

Es tan iluso creer que al dinero ahorrado, ganado o trampeado le iría bien en las pirámides, como creerle a Sarmiento Angulo que ese mismo dinero estaría a buen recaudo en sus bancos. Tragarse el cuento de que es exacto y de ley el rédito que paga por los pesos guardados, justo y necesario lo que cobra por cualquier transacción, pertinente la comisión que exige por mover la plata ajena, o que los malabarismo financieros de terror con los que se enriquece son más seguros que la almohada.

Que es como tiene que ser. Que se pague un interés de miseria cuando se deposita el dinero en los bancos y que se cobre un interés de usura cuando se requiere un crédito, así sea sobre la plata propia guardada. Que por los ahorros la banca pague el mísero 12% anual y por las tarjetas de crédito cobre la friolera del 36%.

Que es normal que frente al gerente del banco de cualquier sucursal, que se cree el dueño, al subgerente, que se cree el gerente, al asesor comercial, que se cree el subgerente, o a la más modesta secretaria, que se cree la asesora, o al vigilante, que se cree el secretario, o al que sea, nos sintamos como frente al médico o el odontólogo, con alguna culpa inmerecida, y con la certeza atroz de que va a decirnos que algo está mal, que algo no anda bien, que pinta raro, o que más se perdió en el diluvio.

Que es así, y gracias a Dios que es así, pues de lo contrario tendríamos que tener el dinero en casa, con todos los riesgos que eso implica en el país de la “seguridad democrática”.

Es un sistema con todos los perros amarrados: Que la banca no vaya a ser pobre con las monedas que nos quita, y que nosotros nunca vayamos a ser ricos por más que metamos todo lo que tengamos.

En un país en el que los juegos de azar proliferan, los casinos están en cada esquina y para todos los bolsillos, los estafadores piramidales fallaron en la esencia. Tendrían que haber fundado bancos. Prometer las mismas mentiras, hurtar lo mismo o más, y exigir el irrestricto apoyo del gobierno, en caso de algún traspié.

A estos estafadores les faltó leer algo de la historia reciente del país, que son las páginas sociales, o las judiciales. Unas cuantas páginas les habría bastado. La sección de Granahorrar, digamos. Ahora no estarían siendo acosados ni acusados. Serían ciudadanos prestantes e influyentes, tenidos en cuenta cual esfinges, tanto por lo del cariz enigmático, como por lo del aire de monstruo fabuloso, dos características reservadas para los pudientes en Colombia. Además, con voz y voto en los consejos comunales del presidente Uribe. Hasta podrían sugerir leyes de conmoción interior y ser oídos.

El club del clan

O, mejor todavía, hacer parte del círculo de poder de dos presidentes consecutivos, Pastrana y Uribe, como los famosos socios del fondo de inversiones WestSphere Capital Andin, un nombre rimbombante para una banda de avivatos, que se hizo dueña del tristemente célebre Banco del Pacífico, de origen ecuatoriano con sede en Colombia, un banco desvalijado en el que los socios lograron recibir depósitos por impuestos que sumaron 35 millones de dólares.

Nunca se ofreció recompensa por la cabeza de Luis Alberto Moreno, el cerebro de esta triquiñuela, y más bien se lo nombró y mantuvo como embajador en Washington, y Uribe le hizo mucho cabildeo para que llegara a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), como dijo el columnista Fernando Garavito alguna vez, “el queso en la cueva del gato”.

Los demás miembros de la cuadrilla directiva también alcanzaron el curubito. Fernando Londoño, premiado con el ministerio de Interior y Justicia, ahora tremebundo locutor, periodista justiciero y adalid de la moral uribista. O Luis Fernando Ramírez, un despintado ministro de Defensa de Pastrana. O Camilo Gómez, Alto Comisionado para la Paz de Pastrana, como todos los Altos Comisionados, venido a menos por cuenta propia. O sus compinches, como Fanny Kertzman, que partió con los cancerberos bravucones de la DIAN rumbo a la embajada en Canadá.

No se sabe qué suerte le espera a David Murcia Guzmán, ni a la estigmatizada familia DMG. Pero si en vez de montarse en esos escamoteos financieros de tarjetas prepago, electrodomésticos de bolsillo y Holdings raros, Murcia se hubiera dedicado con seriedad a batir su honda de David, déle que déle corrompiendo burócratas, de cierto que el Goliat gubernamental habría caído pronto, y el palurdo sería egregio.

Un trauma en la memoria

Eterno, mas no monótono, es el recuento del pillaje y los atropellos de la banca legal a las ilusas víctimas.

En 1972, en Colombia se implantó el sistema de financiación hipotecaria a largo plazo en Unidades de Poder Adquisitivo Constante UPAC, un procedimiento que permitía el cobro de intereses sobre intereses. Con el señuelo inevitable de la vivienda propia, la gracia desembocó en una fuerte crisis inmobiliaria en el país, que provocó la pérdida de muchos inmuebles hipotecados y la ruina de muchas familias.

Las pirámides, que se sepa, han causado la muerte de un hombre, quien se suicidó en Bogotá. Por culpa del deplorable sistema UPAC, según una investigación del diario “El Espectador”, más de dos mil usuarios se suicidaron apenas en un año, entre 1998 y 1999. Los deudores, retrasados en las cuotas, bebían vermífugos baratos o volaban por los aires al ver que no sólo lo perdían todo, sino que toda su descendencia quedaba hipotecada de por vida a la banca.

El sistema, tardíamente, como siempre, fue declarado inconstitucional, y reemplazado por el sistema de Unidades de Valor Real, el UVR. El remedio resultó peor que la enfermedad. El cobro de intereses sobre intereses se mantuvo, haciendo igualmente impagables los créditos. Según cifras oficiales, cerca de 400.000 viviendas han sido y siguen siendo expropiadas en menos de 10 años.

El asunto no ha merecido pronunciamientos airados ni decretos especiales, ni alocuciones pedagógicas, porque los que ahí se pasan las leyes por la faja, cobran 7 y más veces los créditos, aplican intereses improcedentes, y desplazan unas 100 familias cada día, son los bancos, los mismos que donan alcancías para algún niño inválido, en connivencia y complicidad con jueces y autoridades.

La nueva interventora de DMG

La abogada María Mercedes Perry Ferreira, nombrada por decreto, es la nueva agente interventora de DMG. Una buena liquidadora. Con su motosierra leguleyera, de tinterilla con traje de sastre, al comienzo del gobierno de Uribe, despedazó entidades estatales como la Caja Agraria y el Banco del Estado.

El Banco del Estado, por ejemplo, le entidad que recogió los entuertos del Banco Popular, privatizado y vendido a huevo al mismo Luis Carlos Sarmiento Angulo que ahora nos advierte contra los saqueadores. Como si los saqueadores particulares fueran más perniciosos que los estatales y estatutarios. Mala memoria la suya.

Un Banco del Estado que cuando lo liquidó la señora Perry alcanzaba activos acumulados por más de siete mil millones de los pesos de los años noventa, que eran mucho más pesos que los de ahora. El Banco del Estado fue absorbido por el Banco Cafetero, que en 2007 sería a su vez adquirido por Davivienda, en cabeza de José Alejandro Cortés. Mal llamadas capitalizaciones, que concluyeron en lo que en realidad eran: descaradas privatizaciones.

Maniatados o cruzados de brazos

Los oficinistas se tiran la pelota unos a otros. Acusaciones y rodeos van y vienen. Lo cierto es que la miopía general de los más altos funcionarios del estado, incluido el presidente, dejó que la pelota de nieve rodara hasta alcanzar más de dos billones de pesos, según estimaciones iniciales. Unos 500 mil podrían ser los hogares estafados, según cálculos del economista Luis Jorge Garay.

Una verdadera catástrofe, para la cual, otra vez, están los paños de agua tibia de las emergencias por decreto, mediante las cuales Álvaro Uribe faculta a su propio gobierno para matar, por parejo, marchas y marchantes (“conmoción interior”), ladrones y robados (“emergencia social”).

La Supersociedades tendrá la facultad para tomar la posesión de bienes, haberes y archivos de las empresas investigadas. Mejor dicho, de lo que le dejen los allanadores después del allanamiento, de los restos que se le escapen a la policía y a los funcionarios encargados de evitar que los manilargos originales se los lleven.

Los decretos 4333 al 4336 son memorables. Aunque ahora se ha bajado el tono, el mediático enfrentamiento entre el presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, y el artífice de DMG, David Murcia Guzmán, llegó a alcanzar un tono de pelea de rufianes inocultable. Y los decretos son parte de esa pendencia, y exudan el mismo tono. Quieren ponerle punto final a la bronca, pero tienen dejo de pataleta.

Son decretos con nombre propio, retroactivos y revanchistas, mediante los cuales se le quiere aplicar un remedio excesivo, de un día para otro, a una actividad que lleva años y frente a la cual el gobierno se cruzó de brazos.

Y no es que no tuviera herramientas legales para actuar. La captación masiva y habitual de ahorros del público sin autorización oficial está prohibida en la legislación colombiana, por el decreto 2920. Se trata de una conducta tipificada como delito desde 1982. Como afirmó Juan Camilo Restrepo, ex ministro de Hacienda, “el Gobierno debió aplicar con rigor la legislación que estaba vigente, en vez de ponerse a proponer nuevas leyes, que, con cambios más bien marginales, no hacen más que prohibir lo que ya estaba prohibido desde hace 25 años”.

Ojalá los recientes decretos expedidos, para lo que sea que van a servir, que lo hagan más temprano que tarde. Tienen la vida efímera de 30 días, que es un lapso insuficiente para revertir una inercia ancestral y una transformación cultural que el narcotráfico ha afianzado en décadas, pero que basta y sobra para acabar de arruinar a los idiotas útiles de “una economía para imitar”, como lo creía a fe ciega el ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, hasta que hace unas semanas le estallaron en la cara las pompas de jabón de su chapucería.

Citas citables

En un soliloquio digno del personaje, mas no del cargo, el ministro de Interior y Justicia, Fabio Valencia Cossio, dijo que ya se han dictado medidas precautelativas, investigativas, dictadas “en beneficio de todos los colombianos. Una práctica que debemos abolir en todos los colombianos, que es creer que el enriquecimiento fácil puede ser un elemento de nuestra sociedad.”

Parece que el ministro todavía viviera en Roma, haciendo pinitos para el título de Caballero de Gran Cruz de la orden al Merito de la República Italiana, colgando en la billetera liras en vez de pesos. Que se despabile y entienda que el enriquecimiento ilícito es una práctica “mágica” y mafiosa, que lo persigue como su sombra a donde quiera que va, en la Medellín de Pablo (Escobar), en los intríngulis de la calabresa y las AUC en la Italia de Berlusconi, o en el cobertizo republicano de Uribe, al lado de “Crespón”, el potro presidencial predilecto. Y que acepte que de donde hay que empezar a abolir prácticas insanas es de la “Casa de Nari”, donde, en medio de tanto escándalo y componendas, el enriquecimiento ilícito es un mal menor.

En esta feria de frases, hay que subrayar la dicha por el superintendente de Sociedades, Hernando Ruiz López: “Estos establecimientos sí estaban siendo sometidos a la presión de las visitas, tanto de la Superfinanciera, como de la Superintendencia de sociedades, y pienso que finalmente eso es lo que ha producido que más temprano que tarde se hayan evaporado algunas, y ya la gente tenga claro cuál es el propósito final de ellas”. El funcionario lo pronunció y ni siquiera se mamaba gallo a sí mismo.

Y hay que recordar otra del presidente Uribe, poco antes de estallar la crisis de las pirámides: “A los inversionistas internacionales tenemos que decirles: Cualquier dólar que haya logrado escapar de esa pirámide de Wall Street, tráiganlo para acá, que aquí les queda seguro”. Un golpe bajo a la “seguridad inversionista”, otra pata nacida de la coja “seguridad democrática”.

La coda

En Colombia, desde muy temprano los niños deben jugar a ser más grandes de lo que son, y trabajan y sufren en los socavones o en las calles de las capitales. Los adolescentes le apuestan el alma al diablo y, por unos pocos pesos, se hacen sicarios. Los adultos retan la vida con la incertidumbre del rebusque, y viven en carne propia la azarosa actividad de la catástrofe. Los ancianos ya no juegan barajas en los pórticos o sentados bajo los mangos, sino el dominó aterrador de su salud y sus pensiones privatizadas, mientras acaba rapidito la vida.

¿Por qué resultará entonces tan extraño que unos y otros se jueguen el todo por el todo en unas pirámides de ensueño, que se llaman “Horizonte”, “Oportunidades” o “Buen Futuro”, y que de paso prometen acabar con el desastre de jugarse la vida día tras día y sin esperanza?

El gobierno ofrece el principio de oportunidad, para cesar la persecución penal a los tramposos. Es un precepto que suena a ruego. Más cuando el propio presidente lo explica, y le pide a los estafadores que sean buenos y que le devuelvan la platica a la gente. Un estado débil, un gobierno engomado, un presidente cogido de la tarde, que no tienen más que hacer que denominar cautela a la desidia, ordenar capturas preventivas, expedir decretos inconstitucionales, de madrugada y tras la puerta, maquinarle delitos y penas al Código Penal, insistir en esquemas de garantías porque saben de sobra que no habrá ninguna, y orar para que la perturbación social no avance.

El gobierno, el fiscal, el “modelo de celeridad” del Grupo Interinstitucional de Policía Judicial, tres o cuatro ministros, acopian pruebas y ven llover en un país inundado de marchas. Las secretarias y los empleados de medio pelo de las “pirámides” caen por doquier. Los desplumados inversores lloran y le dan cabezazos a las ilusiones rotas.

Y los faraones vernáculos, en un santiamén, se hicieron “polvo de estrellas”. Como dice la misma “Vorágine” en las líneas finales, contando la suerte de Arturo Cova y sus compañeros: “Ni rastro de ellos. ¡Los devoró la selva!”

Dienstag, 18. November 2008

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Gustavo Esteva
gustavoesteva@gmail.com

Es hora de minga

El mensaje no puede ser más claro: es hora de minga –de tequio, del esfuerzo compartido por el bien común.

“El modelo económico y su TLC… el régimen de terror… sus actos de barbarie… las leyes para robar, empobrecer y despojar… el incumplimiento de la palabra empleada desde siempre para engañar…(todo eso) nos convoca y es un mandato.”

En su comunicado del 7 de noviembre, la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte de Cauca (ACIN) se refiere a Colombia, pero sus palabras pueden igualmente referirse a México y a casi todas partes. Estamos en la Cuarta Guerra Mundial, de la que nos advirtieron hace tiempo los zapatistas: una guerra sin frente, la primera realmente total, guiada por la codicia sin límite, la rapacidad y la destrucción cínica de la naturaleza, la ética y la dignidad.

“El que manda y decide es el pueblo”, subraya la ACIN. “Son todos los sectores que concuerdan… con la decisión de tejer una agenda, de convertir un país con dueños en un país de los pueblos. Por eso la minga de los pueblos: aunque algunos pretendan otra cosa, no es la agenda de un sector, o de unos líderes, o de algunas instituciones o personas. No sería minga si ese fuera el camino. Sería a lo sumo remplazar a los que mandan por otros. Eso no es lo que dice la agenda… Si hay una sola persona o un solo sector que se sienta capaz de asumir toda esta tarea no ha entendido la minga, no reconoce la agenda, ni sus propias capacidades y limitaciones. A remplazar la mentira con los hechos. Minga para que podamos hacer minga.

“Quienes escribimos estas líneas desde un rincón orientado por el compromiso, la humildad y la decisión tomada, nos negamos a asumir la responsabilidad como indígenas de cargar con el peso de toda la lucha y rechazamos también a quienes pretenden liderar desde un sector y controlar la minga.

“Desde la capacidad, el dolor y la experiencia, desde la necesidad y la sabiduría, vamos a coordinarnos para que la minga sea el camino y los pueblos el medio para realizarla. Las mingas no tienen dueños. Son de los pueblos.

“Las palabras sin acción son vacías. La acción sin palabras es ciega. Las palabras y la acción por fuera del espíritu y mandato de la comunidad son la muerte.”

La ACIN circuló este mensaje con sentido de urgencia. “Solos no podemos”, subrayaron. “O hacemos minga o no cambia nada.” (www.nasaacin.org/noticias.htm?x=9103) De eso se trata hoy. En todas partes. Como puede verse, por ejemplo, en el riesgo Obama.

Durante el tercer debate con McCain, Obama señaló que los estadunidenses, como tantos otros pueblos, estaban hartos de las políticas y de la política, las policies y la politics, la orientación de la administración de Bush y el estilo dominante de hacer política.

Tiene razón. Los pueblos están enterrando al mismo tiempo el neoliberalismo y el estilo dominante de hacer política, con el ataque sucio a los contrarios, la exaltación acrítica de los propios y el abierto predominio de la mercadotecnia política, la falta de información y los “poderes fácticos”.

Consciente de ello, Obama inspiró y concertó una organización ciudadana sin precedentes en Estados Unidos: millones de personas, hasta entonces entregadas a la indiferencia cínica, apelaron a sus propias tradiciones para hacer una forma de minga y llevarlo al triunfo. Algunos lo hicieron sin rendirse al juego. Estaban convencidos de que, a pesar de sus notables habilidades, Obama no podría cambiar las cosas en Washington: nadie puede realizar, desde arriba, los cambios que hacen falta. Pero pensaban que, en la circunstancia, podría articular la organización en la base social e inspirar formas de movilización que tendrían la potencialidad de convertirse en movimiento. A eso le apostaron y en eso están.

Pero otros muchos se dejaron llevar por la fascinación de un líder carismático y el 4 de noviembre se retiraron, satisfechos, a esperar los resultados de la proeza a la que contribuyeron. Empezaron así a disolverla, a convertirla en su contrario. El propio Obama, en su espléndido discurso de esa noche, estaría respaldando una actitud que les ata las manos y lo lleva en la dirección equivocada al celebrar sin reservas ni matices un ejercicio democrático que ese mismo día había mostrado sus incontables deficiencias y al reiterar sin pudor elementos centrales del viejo discurso imperial de Estados Unidos.

Es hora de minga. No es el tiempo de líderes carismáticos, vanguardias iluminadas o reacomodos institucionales. Sólo juntos, desde abajo y a la izquierda, podemos hacer frente a las innumerables catástrofes que nos agobian y se agravan continuamente.

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BASE DE UNA DEMOCRACIA DIRECTA


Minga de la resistencia indígena y popular



Por: Gloria Gaitán. 17/11/08

Violencia oficial, desplazamiento, despojo de tierras e irrespeto al Estado social de derecho, son ejes de la explotación ecónomica, el autoritarismo político y la marginalidad social. Concepciones de avanzada Nada tan de vanguardia como dos de los conceptos indígenas que han venido publicándose en la prensa en estas últimas semanas a raíz de la marcha de los indígenas colombianos. Se trata de la MINGA, vocablo que designa una reunión solidaria para hacer un trabajo en común y la concepción de LA MADRE TIERRA, como parte integral y orgánica de los seres humanos. El primer caso – el de la minga – corresponde a las acciones colectivas que son el fundamento y la base de una Democracia Directa, que se avisora como la estructura del Estado futuro y el planteamiento que encierra el término de madre tierra, que es el mismo que pregonan los ecologistas al hablar del respeto al planeta tierra, porque de él dependemos y a él nos debemos. A pesar de esta visión moderna, que es el fundamento mismo de la cultura indígena, “los blancos”, en su mayoría, siguen considerándose superiores a los indios. Incluso los mestizos, que en sus genes llevan dosis importantes de raza indígena, muchas veces los desprecian. Es una actitud que comparten todas las clases sociales. Tan es así que, un insulto común entre las clases populares, es decirle a alguien con desprecio y rechazo: “el indio ése”. Racismo vernáculo Es que el lenguaje traduce elementos del subfondo cultural, y bien sabido es que los grupos sociales que han antagonizado con las comunidades indígenas, han adoptado en su vocabulario gentilicios o adjetivos indígenas o nativos, a los que convierten en insultos. Así, en Bogotá, se utiliza el modismo de “guache” para señalar a alguien burdo y atrevido, cuando la palabra guache, en lengua chibcha, significa indio joven. De la misma manera, para señalar a un hampón, se dice “apache”, tomando abusivamente la expresión de la comunidad indígena norteamericana de los Apaches y, cuando decimos “cafre” para significar que hablamos de un hampón, nos estamos refiriendo a Kaffir que, en su sentido histórico, fue un término para describir al negro de Sudáfrica. Dos caras del problema Por ese sentimiento de superioridad de los blancos y mestizos frente a los indios, es que el actual enfrentamiento del gobierno de Álvaro Uribe con ellos, que claman porque se les cumplan las promesas de justicia que se les han hecho, encierra no sólo un enfrentamiento ideológico y conceptual, sino que – además y para agravar las cosas – tiene un trasfondo cultural que subyace en el subconsciente colectivo desde hace más de 500 años. Es entonces indispensable dar la batalla en esos dos frentes: el ideológico y el emocional y es por ello tan importante que los indígenas estén planteando que su camino hacia Bogotá trasciende su propia problemática para proyectarse a la totalidad de la situación colombiana, sin distingo de razas ni culturas. En la marcha caben no sólo los indios, sino los campesinos, los obreros, los estudiantes, las mujeres, los afrodescendientes, los blancos, los mestizos, los sacerdotes, los discapacitados, los jubilados, los niños y los viejos. Los cinco puntos que abarca su lucha nos incumben a todos y son una propuesta para una Colombia que se aleje del modelo excluyente y elitista que ha dominado al país desde la Conquista Española hasta nuestros días. Los cinco puntos Los cinco puntos que vienen poniendo los indígenas sobre la mesa, y sus acápites, demuestran una profunda seriedad conceptual. Los cinco puntos son: 1. FIN A LA VIOLACION DEL DERECHO A LA VIDA Y DE LOS DERECHOS HUMANOS. Que es, no cabe duda, el tema que más aqueja a todos los colombianos. 2. FIN A LA AGRESION Y OCUPACIÓN TERRITORIAL. El desplazamiento masivo agobia a la población colombiana y es, sin duda, una de las preocupaciones centrales de nuestra sociedad. 3. ADOPCIÓN DE LA DECLARACIÓN DE LA o_nU SOBRE PUEBLOS INDÍGENAS Se trata de una necesidad histórica a fin de que se haga justicia con una raza que es la nuestra y que está a los orígenes de nuestra nacionalidad. 4. MODIFICACIÓN DE LA LEGISLACIÓN DEL DESPOJO QUE COLOCA EN RIESGO LA PERVIVENCIA DE LOS PUEBLOS. La violencia que padece el pueblo colombiano tiene, entre otros propósitos, desalojar a los campesinos, a los indígenas y a los afrodescendientes de sus tierras como mecanismo para la formación de inmensos latifundios, a su vez que se pretende despejar terrenos cuyo subsuelo es riquísimo en materias primas, cuya posesión codician las transnacionales. 5. ACUERDOS INCUMPLIDOS CON ORGANIZACIONES Y MOVILIZACIONES SOCIALES. La forma como viene resolviendo el gobierno los conflictos laborales, sociales y regionales es firmando acuerdos que nunca se cumplen, con lo cual el pueblo está entendiendo, poco a poco, que el camino del diálogo no constituye una vía para la solución de la problemática nacional. De lo indígena a lo nacional Violencia oficial, desplazamiento, despojo de tierras e irrespeto al Estado social de derecho, son los cimientos en que se erige la explotación predominante en la economía, el autoritarismo en lo político y la marginalidad en lo social. En los cinco puntos se resume esta problemática. Pero, para que los colombianos como un todo acojamos esta plataforma de lucha, se requiere un trabajo profundo en la conciencia colectiva que le dé el estatus de dignidad y grandeza que merecen esas comunidades de compatriotas. De ahí la importancia de negarse a aceptar el tono paternalista y campechano con que ha pretendido manejar la Minga el Presidente de la República. De ahí la necesidad de rescatar el orgullo nacional elevando el respeto hacia nuestros ancestros, nuestra historia y nuestros orígenes culturales. No basta la actitud de espectadores frente a la Minga, es indispensable hacerla nuestra, porque todos los colombianos somos descendientes de esa aleccionadora raza indígena. La lucha, entonces, debemos enfocarla no sólo frente al gobierno sino también en contra de nuestros prejuicios y preconceptos, que tánto daño le han hecho a nuestro orgullo nacional.

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■ Vinculan a los hijos del presidente Álvaro Uribe con el dueño de la empresa DMG


Colapso de pirámides revela estafa

y lavado de dinero en Colombia

■ El gobierno no ha podido precisar hasta ahora cuál es el monto del dinero invertido

■ La compañía dice tener 300 mil clientes y el año pasado facturó 31 millones de dólares


Bogotá, 14 de noviembre. El colapso de “pirámides financieras” en Colombia dejó a la vista pública un caso de estafa masiva por millones de dólares y un esquema de lavado de dinero en el que está involucrada la casa comercial de Bogotá, DMG, cuyo dueño aseguró hoy que algunos de sus presuntos socios son Jerónimo y Tomás Uribe, hijos del presidente Álvaro Uribe.

“No sé cómo será la relación del presidente con los hijos, pero definitivamente no está enterado de lo que hacen”, afirmó David Murcia, propietario de DMG, una empresa que ha ganado fama en el país por los altos rendimientos que ofrece, de hasta 150 por ciento cada seis meses, y por su capacidad para rembolsar el dinero de tarjetas de prepago y compras por catálogo.

Fuentes de organismos de seguridad pública han señalado la posibilidad de que los modelos de operación de DMG sirvan para blanquear dinero proveniente del tráfico de drogas, desde hace cinco años, aunque Murcia rechaza esas versiones.

Murcia afirmó en entrevista difundida por la radio local que en el pasado los hijos del mandatario hicieron una propuesta a un canal de televisión, que es de su propiedad, al responder a acusaciones lanzadas este viernes en el sentido de que DMG está vinculada al desmoronamiento de las pirámides en que participaban miles de personas, que habían acumulado unos 600 mil millones de pesos, según cálculos del diario El Espectador en su edición en Internet.

“Señor presidente, para que se entere, sus hijos están haciendo un programa muy bueno. Nosotros lo que estamos haciendo es apoyarlos con todo el equipo de producción, con las cámaras, sacando adelante este proyecto para que empiece a facturar luego con las marcas que quieran patrocinarlo”, dijo Murcia en referencia a la emisora de televisión por cable Body Channel.

Jerónimo Uribe negó cualquier relación comercial con los negocios de Murcia y explicó que en alguna ocasión se limitó a plantear una idea para realizar documentales a “un amigo” que trabajaba en la emisora, pero aclaró que se marginó del proyecto por recomendación del director de la Policía Nacional, Óscar Naranjo.

Las versiones de que Murcia y sus empresas están vinculadas al lavado de dinero han circulado desde hace varios meses e inclusive la Superintendencia Financiera ordenó en octubre de 2007 a Murcia que devolviera 18 mil millones de pesos que captó de personas que adquirieron tarjetas de prepago.

Murcia fundó su empresa DMG en el departamento de Putumayo, en el sur del país, uno de los principales escenarios del conflicto armado, que además albergó la mitad de los cultivos de hoja de coca en el país, la base para la producción de cocaína.

Las acusaciones contra la familia Uribe se produjeron este viernes al agravarse la tensión en zonas comerciales de Bogotá, dos días después de que la Superintendencia Financiera intervino las operaciones de la pirámide DRFE (Dinero Rápido Fácil y Efectivo) y tomara posesión de sus bienes, con el fin de restituir el dinero de los inversionistas y frenar por completo cualquier operación nueva de captación de dinero.

Las autoridades sospechan que este esquema está vinculado a DMG, pero declinaron hacer afirmaciones contundentes en ese sentido, en tanto que no concluya las investigaciones.

El mismo presidente Uribe intervino en la polémica sobre las pirámides al pedir que la población deje de invertir su dinero en esos fondos, puesto que “es una fantasía que termina en la ruina de la gente”.

Unas dos mil personas salieron hoy a las calles de la capital colombiana para defender las pirámides y apoyar la actividad financiera y comercial de DMG, en cuya sede –en el norte de Bogotá– hubo gente manifestando su apoyo. La empresa dice tener unos 300 mil clientes y según Murcia, el año pasado facturó 31 millones de dólares y pagó dos millones 600 mil dólares en impuestos.

El derrumbe de pirámides afectó a residentes en unas 50 localidades del país. Esta semana, hubo algunas personas que se arremolinaron en las afueras de DMG para reclamar sus aportaciones, después de que comenzaron a circular informaciones sobre el quiebre de las empresas captadoras del dinero (usualmente los primeros inversionistas lo recuperan, pero los últimos en aportar son los que se encontraron con locales cerrados o con que los organizadores huyeron del lugar).

El gobierno no ha podido precisar hasta ahora cuál es el monto del dinero invertido en las pirámides. Uribe anunció hoy que su administración tratará de ayudar a la recuperación de los fondos. La quiebra no sólo ha causado la movilización de la gente en las calles, sino también el suicidio de un hombre residente en un pueblo del suroeste, que había vendido su casa para invertir recursos en una de las pirámides.

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El mundo
|Martes, 18 de Noviembre de 2008

En Colombia investigan 1155 muertes extrajudiciales

Morir como falso combatiente

El ejército busca generalmente indigentes o drogadictos: los secuestra, los traslada lejos de su zona y luego los registra como guerrilleros abatidos para evitar que alguien los reclame. Una práctica que parece ser generalizada.

Por Winston Manrique *


Desde Bogotá

De un día para otro, al muchacho que se ganaba la vida como estatua viviente en un parque de Neiva el ejército lo hizo aparecer como un guerrillero muerto en combate. Nadie ha salido del asombro en esta ciudad al sur de Colombia. Mientras, el país asiste horrorizado a la denuncia de 1155 víctimas de ejecuciones extrajudiciales como ésta, que investiga la Fiscalía General de la Nación por todo el territorio colombiano. Se acusa a las fuerzas públicas de registrar como guerrilleros caídos en combate a personas inocentes, llamados “falsos positivos”. Más de 3000 funcionarios de las Fuerzas Armadas son investigados, incluidos generales.

Un boomerang al que se enfrenta el presidente colombiano, Alvaro Uribe. El mandatario basó gran parte de su política de seguridad democrática para combatir a la guerrilla, primero, en un sistema de recompensas a civiles que informaran sobre guerrilleros, lo cual pudo haber generado una red de delincuencia o negocio de muertos, según advirtió el fiscal general de la nación, Mario Iguarán Arana; y, segundo, en la estrategia de privilegiar los incentivos militares según el número de bajas en combate.

El ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, anunció el domingo la destitución de otros trece militares por este escándalo, que se unen a los veintisiete miembros del ejército que ya fueron relevados hace tres semanas. Con estas destituciones y la renuncia del comandante del ejército, Mario Montoya (responsable de la operación en la que se liberó a Ingrid Betancourt en julio), el gobierno, afirma el fiscal, “ha pretendido salvar su responsabilidad ante la Corte Penal Internacional”. “Pero si comprobamos que ésta es una práctica sistemática y generalizada, estamos frente a un delito de lesa humanidad”, añade.

No son casos aislados. En Neiva, cubierto de blanco de la cabeza a los pies, Miller Andrés Blandón acudía al Parque Cívico a ganarse la vida como estatua humana. Hacía poco había salido de un centro de desintoxicación de drogas y convertido la Casa de Apoyo al Habitante de la Calle en su refugio, dice el coordinador del programa, Antonio Torres. El 17 de julio, Blandón acudió allí a comer. Cuando los indigentes terminaron, llegaron dos hombres en una moto y les ofrecieron trabajo como recolectores de café. Sólo tres de ellos se creyeron el cuento y se fueron a juntar café.

Al día siguiente, las noticias del mediodía dijeron que tres guerrilleros habían caído en combate en las selváticas montañas de los Andes del municipio de San José de Isnos.

Al atardecer, uno de los miembros de la fiscalía que hizo el levantamiento de los cadáveres encontró en la cartera de una de las víctimas su documento de identidad, a nombre de Miller Andrés Blandón, y apuntado un número de móvil. Llamó, y la segunda esposa de su abuelo, Silvia Segura, negó que ese muchacho de 24 años fuera guerrillero.

Los otros dos indigentes siguen enterrados como no identificados. Igual que en muchos de los casos investigados en catorce departamentos, ya que se buscan personas que no sean de la región, las secuestran, las trasladan lejos de su zona y luego el ejército las registra como guerrilleros caídos en combate para evitar que alguien las reclame.

Colombia se ha convertido en un territorio minado para Uribe, ante la continua denuncia de estas ejecuciones extrajudiciales. Según la analista política Claudia López, estos hechos dejan en evidencia la ineficacia del control y mando del gobierno frente a sus instituciones militares y de los comandantes frente a sus subalternos y la negligencia frente a las denuncias de violación de derechos humanos.

El país es observado. Días antes de su elección como presidente de Estados Unidos, el 4 de noviembre, Barack Obama aseguró en uno de los debates de la campaña que no firmaría con Colombia el Tratado de Libre Comercio mientras no haya garantías de derechos humanos.

Son 1155 muertes que investiga la fiscalía –como el caso de Miller Andrés Blandón–, de indigentes, drogadictos o marginados, más otras 2000 denunciadas por otras instituciones. Todo para cumplir con los resultados pedidos, obtener ascensos, condecoraciones o, simplemente, para disfrutar de permisos en días especiales. Ocurrió el Día de la Madre de 2007, cuando en el Batallón de Infantería 31, el soldado Luis Esteban Montes advirtió infructuosamente a su comandante de que la persona que habían secuestrado sus compañeros con el fin de hacerla pasar por un guerrillero muerto era su hermano.

Desde la llegada de Uribe al gobierno, en 2002, se han denunciado casos de “falsos positivos” por parte de familiares u organizaciones de derechos humanos que lo único que recibían del presidente eran descalificaciones o acusaciones.

Un presidente que en su primer acto público, el 8 de agosto de 2002, anunció su política de estímulo y recompensas a civiles, y la pretensión de convertir a Colombia en un país de informantes. Lo que ha generado muchos debates y casos asombrosos. El semestre pasado, el guerrillero alias Rojas se presentó ante un comando del ejército con la mano de su jefe Iván Ríos, del secretariado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), como prueba, y diciendo dónde estaba el cadáver. Yacía junto al de la novia de éste, a la que también había matado. Tras una polémica nacional sobre la legalidad y moralidad de que Rojas recibiera la recompensa, finalmente le fue concedida.

Según las estadísticas del propio gobierno, cuando Uribe llegó a la presidencia, en Colombia había 15.000 hombres de las FARC. Según esas mismas fuentes, en estos seis años se han desmovilizado, han sido capturados o han muerto en combate 55.000 guerrilleros. Las cuentas no cuadran. “Una prueba –reflexiona Claudia López– de la obsesión por justificar resultados absurdos.”

Aunque en Colombia nadie niega que la seguridad del país ha mejorado, que hay más confianza por parte de los inversores extranjeros y que las FARC parecen heridas, cuarenta y cinco millones de colombianos se preguntan perplejos si acaso, para solucionar el conflicto armado, todo vale.

* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.