Dienstag, 29. April 2008

La desaparición forzada, un crimen de Estado

Tribunal Internacional de opinión
La desaparición forzada, un crimen de Estado


Salón Recinto del Senado del Congreso de la República

Bogotá 24, 25 y 26 de Abril de 2008

VEREDICTO

Los días 24, 25 y 26 de abril del año 2008 en el salón Recinto del Senado, del Congreso de la República de Colombia, sesionó el Tribunal Internacional de Opinión sobre la Desaparición Forzada en Colombia, convocado por la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos ASFADDES, el Proyecto Justicia y Vida y el Senador Alexander López de la Comisión de Derechos Humanos del Senado de la República de Colombia.

El Tribunal estuvo conformado por seis jueces de opinión de distintas nacionalidades que durante estos tres días recibieron cerca de cincuenta testimonios y algunos documentos que mostraron con mucha crudeza y detalle el drama de las víctimas que han sufrido en carne propia este crimen de la desaparición forzada y otros crímenes de lesa humanidad.

Previamente a esta sesión, se realizaron tres audiencias públicas regionales en las ciudades de Bogotá, Medellín y Bucaramanga, con el fin de preparar esta sesión del Tribunal. Igualmente se tuvieron en cuenta una serie de documentos de expertos en el tema que se convirtieron en material probatorio, algunos de los cuales se anexan a este veredicto. Los testimonios presentados fueron cometidos en muchos lugares de la geografía colombiana y representan una ínfima parte de los miles de casos que han sido documentados por las organizaciones de derechos humanos, existen 9000 desaparecidos registrados en ASFADDES desde el año 1982, la cifra registrada en los últimos 30 años llega a los 30000 y la realidad de esta cifra puede ser muy superior.

Los organizadores del Tribunal extendieron con antelación una invitación al Gobierno colombiano para que hiciera su defensa y presentará su punto de vista, pero este no aceptó. Invitaron también una representación de las Naciones Unidas, la que aceptaron, sin embargo sin que la persona presente tuvo la autorización de tomar la palabra, lo que refleja la crisis de la organización de las Naciones Unidas.

El tribunal conoció de casos cometidos desde comienzos de los años ochenta y muchos de estos crímenes perpetrados durante el actual y el anterior gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez. En consecuencia las conclusiones de este veredicto dan cuenta de una situación que atañe a los gobiernos anteriores, al actual gobierno, a otros actores auspiciadores y financiadores y al mismo Estado colombiano, todos ellos comprometidos en la desaparición forzada de miles de mujeres y hombres colombianos y de otros crímenes de lesa humanidad que conoció este Tribunal internacional de Opinión.

La voz quebrada y valiente de quienes se han atrevido a denunciar estos crímenes aún a costa de poner en riesgo sus vidas, fue portadora de la esperanza que aún los asiste de encontrar vivos a sus seres queridos, de que algún día se pueda hacer justicia a los responsables y de que la verdad de todo lo ocurrido pueda retumbar en los corazones y en las conciencias de un pueblo que no está dispuesto a permitir que esta barbarie se vuelva a repetir.

1. EL CONTEXTO SOCIAL Y POLITICO

La profunda desigualdad de la sociedad colombiana se ha reproducido a través de las generaciones, provocando tensiones y conflictos a menudo violentos. A partir de los años 60 surgen organizaciones insurgentes como consecuencia de esta desigualdad en la distribución de la riqueza y de la tierra, generando una profunda crisis social y política. Situación que desató una violencia de inmensas proporciones, cuyas victimas fueron personas de todas las edades, de los sectores populares, especialmente un alto porcentaje de campesinos.

Con el tipo de crecimiento económico vigente, el fenómeno ha tomado nuevas dimensiones y la fase actual, caracterizada por la globalización productiva y financiera y la presencia de empresas transnacionales, acentuó todavía más la brecha entre una minoría beneficiada de este crecimiento y los otros grupos sociales. Eso llevo a los grupos populares a organizarse y a reivindicar una representación política con el fin de cambiar relaciones sociales consolidadas por la configuración del estado.

En el plano político, la expresión de tal estructura social, se manifiesta en un monopolio del poder por parte de dos partidos que representan principalmente los intereses de los sectores sociales y economicos dominantes, rurales e industriales.

A finales de los años 60 la polarización se acentuó mediante una alianza política entre las élites, utilizando varios tipos de medidas para mantenerse en el poder : eliminación física de adversarios políticos, asesinatos de lideres sociales, reforzamiento de milicias paramilitares y el uso de los aparatos del Estado. La mayor tentativa de acabar con el monopolio político, fue brutalmente suprimida, provocando al mismo tiempo una radicalización del movimiento popular y el nacimiento de las luchas armadas.

En los años 90 el narcotráfico también reforzó la dualidad social involucrando altos gobernantes a nivel local y nacional. Surgieron grupos de seguridad privada al servicio de los industriales, empresarios nacionales y multinacionales, terratenientes, ganaderos y narcotraficantes, entrenados por el ejercito nacional y denominados paramilitares, especialmente en las regiones del Magdalena Medio, Antioquia, Córdoba y Urabá, zonas de gran riqueza natural, con abundancia en hidrocarburos, productos minerales y agrícolas y de particular interés para las empresas multinacionales.

Los intereses económicos y geoestratégicos exteriores, especialmente de los Estados Unidos, siempre más presentes con la globalización, contribuyeron a agudizar las tensiones sociales. En esta lógica se inscriben el Plan Colombia I y II, y el Plan Patriota, como la aplicación de la doctrina de la “seguridad nacional” y el apoyo logístico e informático militar por parte del gobierno de los Estados Unidos.

Hoy pueden observarse cambios en la practica de la detención y desaparición forzada, pues ya no son victimas solo los opositores políticos sino también miembros de movimientos sociales y personas que por el solo hecho de frecuentar zonas de influencia paramilitar o de la insurgencia los hacen blanco de esta práctica, así como a sectores de la población considerada “basura social”: indigentes, mujeres prostituidas y drogadictos.

La aplicación metódica de estas políticas tanto de los actores directos de estos crímenes, como de sus autores intelectuales crearon actitudes y orientaciones patológicas y conductas destructivas y sádicas, con la aprobación de importantes sectores de la población, lo que caracteriza los Estados ajenos a los interés del pueblo. En esta perspectiva parecía que no solamente los vivos tenían que desaparecer, sino también los restos de los que lucharon por la justicia y los derechos sociales, como Jorge Eliecer Gaitán y Camilo Torres. Así, las desapariciones forzadas en Colombia no obedecen a razones individuales o accidentales, sino que por el hecho de mostrar un cuadro tan sistemático, masivo y sostenido constituyen un hecho social y político.

También se creo un cuadro jurídico para institucionalizar estas prácticas. En el año 1965, el Estado colombiano emitió el decreto legislativo numero 3398 “por el cual se organiza la defensa nacional” y que fue adaptado como legislación permanente mediante la ley 48 del 1968, que ofreció el fundamento legal a la creación de los grupos paramilitares. Frente a las múltiples protestas, después de cuatro proyectos de ley fallidos para tipificar la desaparición forzada como un delito, se aprobó en el año 2000, la ley 589. Sin embargo, después de 7 años no se ha procesado a nadie y menos aun no se ha condenado a ninguna persona.

En un momento de gran sensibilidad nacional e internacional contra el secuestro por parte de la guerrilla, es necesario recordar también al mundo la existencia de las desapariciones forzadas, fruto de una estrategia oficial y sistemática de lucha contra adversarios políticos y contra los grupos desfavorecidos que se organizan en movimientos sociales. Se trata de una realidad que puede calificarse de Terrorismo de Estado.

2. LAS BASES JURIDICAS

Los instrumentos jurídicos internacionales

La comunidad internacional, ha venido construyendo un marco jurídico representado en el derecho internacional, suscrito en su mayor parte por el Estado colombiano. La afrenta a los derechos humanos en cualquier lugar del mundo, es ahora una afrenta universal a todos los hombres y mujeres del planeta. Al cometer una desaparición forzada, se violan casi todos los derechos fundamentales y la desaparición forzada es considerada por el derecho internacional como un crimen de lesa humanidad.

Los instrumentos jurídicos internacionales suscritos y ratificados por el Estado colombiano son los siguientes:

· La Carta Internacional de Derechos Humanos, Declaración Universal de Derechos Humanos de 1945, particularmente los artículos 1,2,3,5,6,7,8,9,11,12,18,19,20 y 23 # 4°.

· La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, aprobada en la Novena Conferencia internacional americana, Bogotá, abril de 1948, particularmente los artículos I, II, IV, V, VI, VIII, IX, XVII, XVIII, XXII, XXV, XVI.;

· El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, entrada en vigor para Colombia el 23 de marzo de 1976, en virtud de la Ley 74 de 1968, particularmente los artículos 6, 6.5, 7, 9, 10, 14, 16,17, 18, 19, 22, 23 y 26.;

· La Convención Americana sobre Derechos Humanos, entrada en vigor para Colombia el 18 de julio de 1978, en virtud de la Ley 16 de 1972, particularmente los artículos 1, 3, 4, 5, 7, 8, 11, 12, 13, 16, 17, 18, 24 y 25.;

· La Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, entrada en vigor para Colombia el 8 de enero de 1988, en virtud de la Ley 70 de 1986.

Estos instrumentos internacionales contienen los siguientes derechos: libertad personal, derecho a la igualdad, a la vida, a la seguridad personal, a la integridad personal, a la personalidad jurídica, al debido proceso, a la justicia, a la intimidad, a la honra, a la libre circulación, a la libertad de pensamiento, a la conciencia, a la opinión y a la expresión, a la sindicalización, a la protección legal, a la familia, a la inviolabilidad de domicilio, al trato humano y digno y el derecho al nombre.

· El Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional.

· El Artículo 3° común a los cuatro Convenios de Ginebra.

· La Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada que el estado colombiano firmó el 17 de septiembre del año 2007, sin que hasta la fecha la haya ratificado.

· El Estatuto de Roma de 1988, que condena la desaparición forzada como crimen contra la humanidad.

Los instrumentos jurídicos nacionales

Los instrumentos jurídicos son los siguientes:

· La Constitución Política de Colombia de 1991.

· La Ley 589 del año 2000, regulando los delitos de desaparición forzada, tortura y genocidio y dictando otras disposiciones a este efecto.

· Articulo 165 del Código Penal Colombiano por medio de la cual se tipifica el delito de desaparición forzada.

3. LOS TESTIMONIOS

El contenido de los testimonios

Los casi 47 testimonios de las familias de victimas recogidos durante las sesiones del tribunal, cubren los años ochenta y noventa, pero incluyen casos recientes de los años 2000 a 2007. Lo que une estos casos es que todos son de familiares próximos a las victimas (madre, padre, hermanas, hermanos, hijos, hijas) y proceden de varias regiones como Antioquia, Santander, Córdoba, Cundinamarca, Magdalena Medio, Caquetá, Meta, Tolima, Valle, Cauca, Huila- Muchos de los casos provienen de Antioquia, uno de los departamentos laboratorio según los testimonios donde las cooperativas de seguridad “convivir” fueron patrocinadas, creadas y reglamentadas por la gobernación departamental.

Los casos recogidos entre los años 80 y 90 ocurrieron en medios rurales y urbanos y afectaron diversos sectores sociales que fueron victimizados por parte de una fuerza organizada que golpeaba duramente a los movimientos y organizaciones obreras (la empresa Leonisa), campesinas (San Pablo), pequeños comerciantes (Puerto Berrío), y estudiantes (el caso de los estudiantes de la universidades nacional y distrital en el año 1982 y otros), mediante la realización de masacres colectivas, desapariciones y desplazamientos forzados contra la población civil.

En la mayoría de los casos las víctimas pertenecían a organizaciones sociales, movimientos y partidos políticos, organizaciones comunitarias y de derechos humanos o simplemente vivían en zonas de conflicto. En los años 80 y 90 casi la totalidad de los miembros del partido Union Patriotica y del Partido Comunista, fueron asesinados.

Sin embargo, todos los hechos citados ponen en evidencia por su carácter sistemático, su intensidad, su constancia y continuidad, que la población civil constituyó el blanco principal sino exclusivo de los ataques de los paramilitares con el aval de las fuerzas regulares. Según los testimonios, la estrategia paramilitar fue agenciada y puesta en marcha desde los sectores de poder del estado o por lo menos complementaria de este. La población en todos los casos se encontraba desconcertada por no entender a las razones de las desapariciones y por el hecho de que no recibían ninguna asistencia por parte de las instituciones del Estado.

A partir de finales de los años 80 se pueden observar cambios en la práctica de la detención – desaparición forzada tanto por el tipo de las victimas, que no son solamente adversarios políticos, sino también personas no vinculadas a un proceso político llegándose a casos de victimización solo por el hecho de frecuentar zonas estratégicas bajo la influencia del poder oficial o con presencia de la guerrilla. Según los testigos las pruebas fueron a menudo fabricadas y manipuladas.

Otros ejemplos, entre los cuales se encuentran los indígenas del Valle del Cauca y de Santander, indican la comisión de crímenes con el claro propósito de garantizar el control económico de las zonas mineras o de las plantaciones de palma y también para la extensión del cultivo de la coca. El sector juvenil urbano es particularmente victimizado con este mismo propósito de control territorial, social, económico y político por parte de los paramilitares, como se comprobó en los testimonios de desaparición forzada en Ciudad Bolívar y Cazuca, zonas muy amplias de la ciudad de Bogotá.

Todos estos testimonios pudieron comprobar la gravedad y la atrocidad de los hechos cometidos contra las victimas y también los daños físicos, económicos y sicológicos, inmediatos o de largo plazo, sufridos por las familias. Fue inmenso el daño y destrucción causados en las vidas de personas, comunidades y la sociedad entera.

Los autores y las razones

Según los testimonios, las detenciones forzadas fueron coordinadas entre los militares, los paramilitares, la policía, y el DAS. Oficiales de alto rango fueron también citados. Revelaciones pasadas y recientes vincularon a muchos congresistas con el paramilitarismo.

De los 47 testimonios presentados en el Tribunal, los actores implicados fueron los siguientes: el ejército (8), la policía (4), los paramilitares (10), la policía con paramilitares (4), el ejército con paramilitares (4), el Das con paramilitares ((1), el DAS, la policía, el ejército y los paramilitares (5).

La mayoría de los casos revelaron la responsabilidad del Estado: falta de protección a los civiles, complicidad e institucionalización de la impunidad. De los casos, la mayoría fueron rechazados por las autoridades locales y nacionales bajo el pretexto de falta de evidencias y otros fueron prescritos en la fiscalía. En algunas instancias se afirmó que no había caso a pesar de haber sido presentada formalmente la denuncia. Muchos casos nunca fueron reportados por el miedo a represalias contra los testigos y declarantes. Aún en los pocos casos presentados ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, hubo muy poca respuesta por parte del Gobierno colombiano. Todos los casos presentados se encuentran en una total impunidad.

Una primera categoría de agrupamiento en el tipo de testimonio es la siguiente: 28 testigos afirmaron que las víctimas habían sido perseguidas por su pertenencia a organizaciones de izquierda, como el Partido comunista (PCC), la Unión Patriótica (UP) o la Juventud Comunista Colombiana. Otra categoria que recoge a 8 testigos identificados como miembros o lideres de movimientos sociales, sindicalistas, organizaciones feministas y estudiantiles. La tercera categoría la constituyen personas sin afiliación política alguna, pero que vivían en zonas de control social o político de las fuerzas ilegales. Eso se expreso por frases tales como : “ Todas las clases bajas son consideradas como guerrillas “, “Hay desapariciones porque vivimos en una zona de influencia guerrillera”, “Los paramilitares deciden quien vive y quien muere”, o, como en el caso de Barrancabermeja, “ La limpieza social ha llegado”.

Los efectos de las desapariciones son muy graves : familiares de desaparecidos son amenazados, arrestados, desplazados, matados o desaparecen y a veces son forzados a buscar asilo en otro país. En muchas instancias las familias expresaron sus angustias frente al hecho que se archivan indefinidamente los casos y por que les apremia conocer la verdad. Un testigo declaro :” Si no podemos obtener justicia, por lo menos tratemos de tener la verdad”. Las desapariciones y el miedo que ellas provocan, desarticula también los procesos organizativos y debilitan los movimientos sociales. El cansancio y la desesperación pueden ser tales que una parte de la población termina por aceptar pasivamente este orden de cosas.

VEREDICTO

Sobre la base de todo lo considerado, en la parte motiva y en las pruebas recogidas (los diferentes testimonios escuchados y su soporte documental), a propósito de las desapariciones forzadas y con fundamento en las normas jurídicas internacionales y nacionales invocadas el Tribunal condena:

1. Al Estado colombiano y sus representantes

§ por el incumplimiento de su mandato constitucional de garantizar la protección y el respeto de los derechos y libertades fundamentales a los ciudadanos y ciudadanas, tanto por omisión, permisión y acción directa.

§ Por utilizar la desaparición forzada como arma política para eliminar al contradictor incurriéndose así en actos de terrorismo de Estado.

§ por los actos criminales y terroristas consideramos como crímenes de lesa humanidad cometidos en la detención y desaparición forzada por el ejercito, la policía y el DAS.

§ por su participación en la creación, e impulso de grupos paramilitares y por la complicidad en las acciones realizadas por estos grupos.

§ por establecer leyes que aseguran la impunidad de autores de las detenciones y desapariciones.

§ por la violación directa de las normas del Derecho Internacional en materia de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario.

2. A los paramilitares directamente implicados en las desapariciones forzadas y por imponer un estado de terror contra la población civil.

3. A los terratenientes, grupos empresariales y las transnacionales por apoyar y financiar los grupos paramilitares responsables en la detención y desaparición forzada.

4. Al gobierno de los Estados Unidos por el apoyo a políticas estatales violatorias a los derechos humanos via Plan Colombia y plan patriótica; igualmente por financiar las escuelas y programas a militares implicados en desapariciones forzadas y otros crímenes de lesa humanidad.

En consecuencia este tribunal exige al Estado colombiano:

1. El cumplimiento y respeto de su mandato constitucional así como de los instrumentos jurídicos internacionales que ha suscrito y a los cuales se haya vinculado .

2. La ratificación de manera inmediata y sin dilaciones de la Convención Interamericana sobre desaparición forzada.

3. La reforma de la ley 589 del 2000 y del articulo 165 del código penal colombiano conforme a la normativa internacional que regula y sanciona el delito de desaparición forzada.

4. El juicio de todos los actores involucrados en la detención y desapariciones forzadas según el código penal y las normas internacionales.

5. La reparación de los daños materiales y morales de las victimas.

6. El establecimietno de una Comisión de la verdad imparcial a la cual se le garantice los medios necesarios para el desarrollo de su misión.

Este Tribunal hace directamente responsable al Estado colombiano en caso que alguna de las personas que participaron dando su testimonio, organizando o representando las victimas sea hostigada, perseguida o vulnerada en su integridad, vida o seguridad personal.

Esas son las condiciones para restablecer la justicia en la sociedad colombiana y reconstruir la esperanza de todos sus ciudadanos.

Dado a los 26 de abril de 2008.

Jueces del Tribunal:

Dr. Francois Houtart

Presidente

Bélgica

Dra. Patricia Dahl

Estados unidos

Dra. Raquel Warden

Canadá

Dr. Eduardo López

Colombia

Dra. Lelia Ghanem

Líbano

Dr. Omar Fernández

Fiscal

Colombia.

Informes:

ASFADDES

asfaddes@etb.net.co

Tel: 2577997

JUSTICIA Y VIDA

projusvi@yahoo.com

www.justiciayvida.org

SENADOR ALEXANDER LOPEZ

TEL: 3823571/3823572

Montag, 28. April 2008

Tribunal Internacional de Opinión

acusa a

Colombia por crímenes de Estado

Por: Agencia EFE - Elespectador.com

Un Tribunal Internacional de Opinión sobre la Desaparición Forzada en Colombia consideró que el Gobierno no garantiza la protección a la población expuesta al conflicto.

Por los desaparecidos
Foto: David Campuzano / Elespectador.com

El veredicto del tribunal, constituido por cuatro juristas de Estados Unidos, Bélgica, Canadá y Líbano, además de dos colombianos, fue difundido este lunes tras haberse reunido durante tres días en el Capitolio, donde se escucharon 47 testimonios de desapariciones forzadas durante los últimos 30 años.

Los actores responsables, según los testigos, son el Ejército, la Policía y los paramilitares, y todos ellos en connivencia los unos con los otros.

En Colombia existen nueve mil desaparecidos registrados en la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes) desde 1982, aunque la cifra real podría rebasar los 30 mil, según se desprende del fallo del tribunal.

En el documento emitido se culpa al Estado colombiano "por el incumplimiento de su mandato constitucional de garantizar la protección y el respeto de los derechos y libertades fundamentales a los ciudadanos y ciudadanas, tanto por omisión, permisión y acción directa".

También se acusa al Estado por participar en la creación y ser cómplice de grupos paramilitares, a los que ahora se les ofrece impunidad mediante instrumentos legales, en referencia a la Ley de Justicia y Paz promulgada por el actual Gobierno, en la que se ofrece ventajas penales a los desmovilizados.

Además, se responsabiliza a los gobiernos electos de haber utilizado la desaparición forzada como "arma política" para eliminar a la disidencia, y a unidades del Ejército, Policía y de seguridad del Estado de perpetrar crímenes de lesa humanidad.

En un primer grupo de testimonios, 28 personas afirmaron que las víctimas "habían sido perseguidas por su pertenencia a organizaciones de izquierda" , tales como el Partido Comunista de Colombia, la Unión Patriótica o la Juventud Comunista Colombiana.

En otras categorías se recogen, por un lado, ocho testimonios identificados con movimientos sociales, sindicales, feministas y estudiantiles, y por otro se distingue un tercer género de víctimas sin filiación política, pero que vivían en zonas bajo control de las fuerzas ilegales.

En el veredicto también se hace patente la responsabilidad directa de los grupos paramilitares, así como a los terratenientes, grupos empresariales y multinacionales que los financiaron, y al Gobierno estadounidense por el apoyo a políticas militares del colombiano que han recrudecido el conflicto.

El Tribunal exige al Gobierno que cumpla su mandato constitucional de proteger a los ciudadanos y que se adhiera de inmediato a la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas de la ONU, que aún no ha entrado en vigor.

Por otro lado, se demanda enjuiciar a los responsables de desapariciones forzadas por medio del Código Penal y de acuerdo con las normas internacionales, y no por medio de leyes de excepción, así como se exige la creación de una Comisión de la Verdad para la investigación independiente de estos crímenes.

La constitución de este Tribunal Internacional de Opinión estuvo apoyada por la Asfaddes, el Proyecto Justicia y Vida (organización cristiana vinculada con los derechos humanos) y el senador Alexander López, del partido de izquierda Polo Democrático Alternativo (PDA).




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Colombia ''exageró

sustancialmente

'' informe sobre computadoras de las FARC



TeleSUR _ 28/04/08 - 20:05 CCS

''Es de vital importancia que los medios de comunicación sean más críticos que lo que han sido hasta la fecha con su propia cobertura'', aseguran los 21 académicos, pues “ya se ha probado la falsedad o lo sospechoso de las acusaciones colombianas relacionadas con las computadoras portátiles''.

Un grupo de 21 académicos y expertos en asuntos internacionales denunció que el Gobierno colombiano "ha exagerado de manera sustancial" el contenido de las supuestas computadoras halladas tras un bombardeo a un campamento de la guerrilla en Ecuador, "quizás con fines políticos".

En una carta abierta divulgada el viernes pasado en Washington, el grupo reveló que Interpol hará público esta semana un informe sobre la "autenticidad" de estas computadoras, que el Ejército colombiano asegura haber encontrado luego del ataque en el que murieron 25 personas, entre guerrilleros y estudiantes mexicanos.

"Considerando la cobertura previa por parte de la prensa de la incursión y de los documentos, es para nosotros de suma importancia que los medios de comunicación interpreten de manera muy cuidadosa los hallazgos hechos por la Interpol", expresa la misiva.

Añade que "durante la primera ronda de la cobertura del evento por los medios de comunicación, surgieron considerables problemas de inconsistencia precisamente como resultado de la brecha existente entre las exageraciones de Colombia y lo que realmente dicen los documentos".

La carta afirma además que, aunque se llegue a comprobar que las computadoras portátiles eran de miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), "no existe evidencia que indique que los documentos disponibles para el público pudieran servir de base para ninguna de las afirmaciones extremistas hechas por el Gobierno colombiano" contra Ecuador y Venezuela.

Los 21 intelectuales enfatizan que los distintos análisis independientes indican que el Gobierno colombiano "ha exagerado de manera sustancial el contenido de estos documentos, quizás con fines políticos".

Acusaciones fueron "desacreditadas"

Los académicos advierten que cualquier cobertura mediática de los hallazgos de la Interpol "deberá dejar en claro que muchas de las acusaciones colombianas ya han sido ampliamente desacreditadas".

Recuerdan que el propio secretario general de la Organización de los Estados Américanos (OEA), José Miguel Insulza, al rendir testimonio ante el Subcomité de la Cámara de Representantes para Asuntos del Hemisferio Occidental, indicó de manera inequívoca que "no existe evidencia" que vincule a Venezuela con los insurgentes colombianos.

"No obstante, esta afirmación de Insulza ha pasado virtualmente desapercibida para la prensa de habla inglesa", lamenta la carta.

Entre otras fallas en el discurso de las autoridades colombianas, el documento destaca el caso de los supuestos 300 millones de dólares que el Gobierno venezolano habría proporcionado a las FARC.

Lo cual se sustenta únicamente en el extracto de una carta en la cual se habla de "300", sin precisar lo que representan.

"Mientras los colombianos aseguran que se trata de una referencia a los 300 millones de dólares, igualmente podría tratarse de trescientos dólares o incluso trescientos rehenes. Nótese que esta carta tiene fecha del 23 de diciembre de 2007, dos semanas antes de la primera ola de liberación de rehenes por parte de las FARC", enfatizan los expertos internacionales.

Insistan igualmente en que "ya se ha probado la falsedad o lo sospechoso de otras acusaciones colombianas relacionadas con las computadoras portátiles".

Y destacan que las afirmaciones que indicaban que las FARC estaban conspirando para construir una "bomba sucia" fueron desechadas públicamente por el Gobierno de Estados Unidos y por expertos en terrorismo de toda la región.

Mentira tras mentira

La carta recuerda también la falsedad de las acusaciones de Colombia respecto al hallazgo en las computadoras de una fotografía que mostraba una reunión entre el comandante guerrillero Raúl Reyes y un ministro ecuatoriano.

El caso fue público y notorio, al confirmarse que no se trataba del funcionario en cuestión, sino de un alto dirigente comunista argentino.

Finalmente, los intelectuales, entre los cuales figuran Charles Bergquist, de la University of Washington; John Womack, de la Harvard University o Mark Weisbrot, del Center for Economic and Policy Research; afirman que en la discusión "se trata del apoyo al terrorismo por parte del Estado, y en el clima político actual nunca había habido tanto en juego".

"Es de vital importancia que los medios de comunicación sean más críticos que lo que han sido hasta la fecha con su propia cobertura", aseguran.

Y los 21 expertos y académicos finalizan que "cualquier cobertura imparcial del próximo pronunciamiento de la Interpol dejará en claro que la autentificación de las computadoras portátiles no implica la validación de las interpretaciones colombianas de su contenido".

TeleSUR - Vtv / sb - MC

Sonntag, 27. April 2008


EL SEXENIO VACÍO

¿De dónde viene entonces el 84 por ciento de popularidad? No son tantos, sumados, los favorecidos por este gobierno.
Por Antonio Caballero
Fecha: 04/26/2008 -1356


Al cabo de seis años de gobierno, las encuestas muestran que el presidente Álvaro Uribe tiene una popularidad del 84 por ciento, y sigue creciendo. Se impone una pregunta: ¿por qué?

Dejemos de lado el tema de la legitimidad, puesta bajo sospecha por el origen paramilitar y forzoso de un buen tercio de los votos populares del uribismo tanto en la primera como en la segunda elección, y también en el caso de ésta por la turbia componenda de los votos parlamentarios de Yidis y Teodolindo que la hicieron posible. Una ilegitimidad de origen puede verse políticamente compensada y perdonada por el éxito práctico. Pero resulta que más evidente aún que su ilegitimidad de origen es la absoluta falta de éxito de los gobiernos de Uribe en todos los campos imaginables: en lo político, en lo económico, en lo administrativo, en lo moral. Mírese como se mire, salta a la vista que al 84 por ciento de los colombianos no les ha ido bien en este sexenio, y tampoco a Colombia tomada en su conjunto. La pobreza persiste, la violencia no ceja, la corrupción aumenta (aunque no hasta el punto de que puede favorecer a 84 de cada 100 colombianos). Y aumenta también el desempleo, salvo en el rubro de la politiquería: cada político uribista tiene por lo menos un hijo embajador, y hasta a la modesta Yidis le prometieron tres puestos y un consulado (aunque le pusieron conejo). Todo va mal, y va para peor. ¿Por dónde empezar?

Esos funcionarios nombrados por Uribe, de ministro para abajo: ineptos, o dañinos, o en el mejor de los caos inocuos. Al cabo de tres cancilleres sucesivos, de los cuales la primera hablaba inglés, la segunda francés y el tercero no sabe, no contesta, el aislamiento diplomático de Colombia es mayor que nunca en su historia. Rodeada de vecinos hostiles (Venezuela, Nicaragua, Ecuador), sólo le queda la alianza moribunda de los Estados Unidos, que no le ha servido ni siquiera para que sea aprobado el tan anhelado (por Uribe) Tratado de Libre Comercio. Sesenta y tres parlamentarios de los dos partidos y los dos precandidatos presidenciales del partido demócrata critican a Uribe, que los califica de ignorantes, y hasta el embajador de Bush le hace censuras y advertencias. Al cabo de tres ministros de Hacienda sucesivos el crecimiento de la economía colombiana es el más bajo de la región, y el desempleo es el más alto (pese a que crece el río de la emigración, que ya ha llevado a la décima parte de la población del país a buscar trabajo en el extranjero). Con un Ministro de Agricultura recomendado por el presidente Uribe como el líder del futuro el sector agropecuario ha venido hundiéndose, ha expulsado hacia las ciudades a otra décima parte de la población, ha convertido al país, de exportador que era, en importador de alimentos. En el agro sólo crecen los cultivos ilícitos (y tal vez sería cosa de empezar a prohibir y perseguir el maíz, a ver si mejora). Dos ministros de Medio Ambiente, una perjudicial y otro anodino, les han entregado los bosques a las empresas madereras y han fumigado los parques naturales. Un inamovible Ministro de Transporte ha hecho mal todas las licitaciones de obras públicas, ensartando a la Nación en costosos pleitos perdidos, y ha sido incapaz de terminar (o aun de empezar) una carretera o un puerto o un puente o un túnel.


¿La seguridad democrática, tal vez? ¿La defensa, el orden público? Sí. Sin duda es ese aspecto el que más ha hecho por mantener por las nubes la popularidad del presidente Uribe. Una fanfarronada de matón de barrio como fue el bombardeo de un campamento de las Farc en territorio ecuatoriano halagó los más bajos instintos del patrioterismo, y de paso logró un "positivo cierto" dentro de la catarata de "falsos positivos" que venía presentando el Ministerio de Defensa: la muerte de uno de los miembros del Secretariado de las Farc. Con un costo diplomático descomunal, resultado de la violación del principio panamericano del respeto de las fronteras. A un costo moral inconmensurable, la mano cortada a cambio de un premio en metálico, se dio de baja a otro miembro del Secretariado. El costo económico de la guerra contra la guerrilla ha sido también considerable: en pie de fuerza, en armamento, en sobornos, en subvenciones para desertores. Y del lado de enfrente ha sido también inmenso, en dinero y en erosión de la justicia, el tratamiento del paramilitarismo, que sigue sin embargo casi intacto. Había doce mil paramilitares, se entregaron cuarenta mil y quedan ocho mil más, cuya violencia sigue.

La salud está en quiebra: cerrados los hospitales, las EPS en manos de los narcoparapolíticos, y al borde de la privatización incluso el Hospital Militar.

¡Ah! Y lo del DAS.

¡Ah! Y lo del primo y los otros sesenta uribistas presos.

Y entre tanto, el Presidente ha conseguido enemistarse casi con todo el mundo en el país. Con los altos tribunales de justicia. Con los estudiantes y los maestros. Con los parientes de los secuestrados. Con los partidos de la oposición. Con los sindicatos. Con la prensa.

¿De dónde viene entonces ese 84 por ciento de popularidad? No son tantos, sumados los favorecidos por este gobierno: delatores recompensados, politiqueros con contrato, empresarios (nacionales y extranjeros) beneficiados por subsidios y exenciones de impuestos y contratos de "estabilidad jurídica" por los que pactan ventajas tributarias y aduaneras. Serán, echando por copas, unas cien mil personas.

Los demás del 84 por ciento no son uribistas de convicción, sino uribistas de fe. Fe es creer lo que no vemos.

http://www.semana.com/
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Colombia: presidencia delictiva
Editorial la Jornada

Tras haber permanecido refugiado por más de 12 horas en la embajada de Costa Rica en Bogotá, en espera de respuesta a una solicitud de asilo que finalmente fue rechazada por “improcedente”, el ex senador colombiano Mario Uribe Escobar, primo del presidente de su país, Álvaro Uribe Vélez, fue arrestado la noche del martes por sus presuntos nexos con la disuelta organización paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en uno de los más notables escándalos a raíz de las pesquisas judiciales en torno a la llamada parapolítica.

Unas horas más tarde, el propio jefe de Estado reconoció públicamente que ha sido señalado por el ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso por su posible participación en los preparativos para la masacre en la localidad de El Aro, perpetrada en 1997 por militares y paramilitares que torturaron y asesinaron a 15 campesinos, quemaron sus viviendas y se robaron sus pertenencias. Mancuso informó que ha tenido reuniones, además, con el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, y con su primo, el vicepresidente Francisco Santos. Aunque Uribe niega su parte en el señalamiento, su declaración parece ser una clara estrategia de control de daños, es decir, ha preferido hacer público el dato él mismo, para evitar que la información se diera a conocer como revelación de la prensa.

A fin de cuentas, ambos datos contribuyen a fortalecer los señalamientos sobre los vínculos familiares y personales del mandatario con los grupos armados ilegales que desde la década de los 70, al amparo de una pretendida “autodefensa” de las acciones guerrilleras, emprendieron una sangrienta campaña de persecución, tortura y asesinato de integrantes de movimientos opositores. Además de los paramilitares, los Uribe han sido acusados de mantener nexos con el narcotráfico. Al respecto, es de destacar el testimonio de Virginia Vallejo, ex amante del desaparecido líder del cártel de Medellín Pablo Escobar, quien afirmó que el difunto narcotraficante había proporcionado su helicóptero para trasladar al padre del presidente colombiano, quien había resultado herido de muerte tras un ataque atribuido a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Resulta esclarecedor el informe de 1991 de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA, por sus siglas en inglés) que describía a Uribe como un estrecho colaborador del cártel de Medellín y “amigo cercano” de su extinto cabecilla Pablo Escobar Gaviria, así como los reportes de prensa de la década anterior sobre el helicóptero que ese capo prestó al hoy presidente cuando el padre de éste fue asesinado.

A mayor abundamiento, Uribe ha sido señalado por recibir, durante su primera campaña presidencial, ayuda financiera de la empresaria Enilse López, sospechosa de relaciones con el narcotráfico, en particular con el cártel de Medellín, y enfrenta una acusación pública por presunto tráfico de cargos.

En suma, los elementos de juicio parecen indicar que Álvaro Uribe es un delincuente y que su equipo de colaboradores y sus círculos político y familiar están estrechamente relacionados con las fuerzas paramilitares de ultraderecha y con el tráfico ilegal de estupefacientes. Tal es el hombre al que Washington defiende como “paladín de la democracia” en América del Sur, el instrumento de la Casa Blanca en las campañas de desestabilización y hostigamiento contra Venezuela y Ecuador: un hombre de la mafia.

En tanto no despeje y esclarezca los abundantes y graves indicios de responsabilidad criminal, de él y de muchos de sus colaboradores, el gobernante colombiano carece del menor margen de autoridad moral y de credibilidad para formular caracterizaciones ofensivas de los cuatro jóvenes mexicanos asesinados por las fuerzas armadas de Colombia en la incursión del primero de marzo contra un campamento de las FARC que se situaba en territorio ecuatoriano. Y, por supuesto, las profesiones de legalismo y espíritu democrático de Uribe resultan, a la luz de su turbio y escandaloso historial, plenamente inverosímiles.

Samstag, 26. April 2008

Régimen político, paramilitarismo y fosas comunes: una catástrofe humanitaria en el suroccidente colombiano

Athemay Sterling
Voz

Se espera que con la exhumación de los despojos mortales de decenas de miles de personas - desaparecidas, asesinadas y ejecutadas extrajudicialmente desde 1986 por el paramilitarismo con el visto bueno y apoyo de sus aliados y amigos dentro y fuera de organismos estatales,- todas ellas encontradas y por encontrar en múltiples fosas comunes, se pueda determinar la identidad de los restos óseos, sus victimarios intelectuales y materiales, y lo macabro: saber cómo fueron brutal y dantescamente ultimados.

Seguramente con la ayuda científica de antropólogos forenses y de personal calificado de la Fiscalía, El Das, la Procuraduría, las Personerías, Defensoría, veedurías de víctimas, el Movice, Organismos internacionales y nacionales defensoras de DDHH y familiares, se pueda conocer parte de esta verdad para que coincida la verdad judicial con la verdad histórica como parte integrante para que haya justicias real y efectiva reparación integral a las víctimas sobrevivientes y a la sociedad, para evitar su repetición.

Lo que se conoce hasta ahora es el informe de organismos estatales y no estatales y familiares de las víctimas, quienes denuncian la desaparición forzada de cerca de treinta y cinco mil personas en el Valle del Cauca, Cauca, Nariño y Putumayo, región sur occidental fuertemente militarizada y para militarizada en el período comprendido entre 1986 y 2008, es decir, desde que se comenzó a concretar la tenaza neoliberal y fascista, y que con diferentes planes bélicos agudizó la crisis humanitaria y social conduciéndola a la catástrofe que hoy afronta.

La existencia macabra de centenares de fosas comunes en esta región del sur occidente colombiano, se contextualiza en el marco económico, jurídico y político de este período que inicia con la guerra sucia contra el Partido Comunista Colombiano y la Unión Patriótica, conocida como el Genocidio Político contra estas dos organizaciones civilistas y de oposición legal al régimen.

II

Fue el Gobierno de Virgilio Barco desde 1986 quien desarrolló la tenaza neoliberal-fascista que más adelante su discípulo César Gaviria la concretó, al combinar la llamada "Apertura Económica Neoliberal" con la autodenominada "Guerra Integral" de rasgos fascistas , como doble golpe a lo que sería la exclusión de una parte importante de la sociedad y del movimiento popular de lo que se llamó "Acuerdo de Paz" o nueva Constitución de claro eclecticismo, sin que resolviera de fondo los problemas cruciales y las causas reales del conflicto social y armado colombiano.

Este primer período de los últimos veinte años abre camino favorable a lo que hoy se dice llamar uribismo, es decir: la combinación neoliberal-fascista, alimentada desde el inmediato pretérito por los Gobiernos de Samper y Pastrana, donde no fue ajena en ellos la práctica de acciones violatorias contra el pueblo, los trabajadores y la oposición civilista al régimen.

Las masacres abundaron, continuó el genocidio político contra los comunistas colombianos, la Unión Patriótica y el pueblo.

En esta etapa se impuso la desruralización, la desindustrialización, la privatización de lo estatal, la precarización de la vida laboral, el aumento del desempleo y de la informalidad, la pérdida de conquistas laborales y prestacionales, el éxodo de colombianos por su condición política opositora al régimen, la penalización de toda protesta social , prevalece la política oficial de convertir la problemática social en problema de orden público, se crean, actúan y fracasan onerosos planes militares, se impone el control del capital financiero de la vida nacional, se manifiesta el apoyo estatal a mega proyectos transnacionales que para su imposición impulsan masacres y desplazamientos forzados, se fortalece desde el Estado la alienación colectiva por intermedio y a favor del poder monopólico de los medios comerciales de comunicación. Con el Paramilitarismo transversalizando esta complejidad de situaciones.

Las torturas, detenciones masivas, masacres, muertes selectivas de dirigentes populares, genocidio estatal contra el movimiento sindical y contra los defensores humanos es pan de cada día, en una clara catástrofe humanitaria y social donde el Estado y el régimen político por acción, omisión y muchas veces por sumisión al Imperio son culpables.

III

Así el paramilitarismo, con diferentes nombres y denominaciones, sus creadores y financiadores dentro del régimen continuista, la industria, del bipartidismo, de los terratenientes y grandes ganaderos, siempre como política de Estado, cumple el papel, para que acceda al poder la tenaza neoliberal-fascista, según se desprende de todos los hechos notorios y públicos hoy conocidos por las mismas confesiones expresadas a medias por varios de ellos, de los congresistas presos por para políticos, incluido el mismo primo del Presidente y además ex presidente del Congreso, quien para huir de las víctimas de él, quiso infructuosamente buscar asilo en la Embajada de Costa Rica y que hoy se encuentra en la Cárcel La Picota en Bogotá junto a varias decenas de otros congresistas que por acción u omisión son presuntamente responsables de crímenes de lesa humanidad y de guerra al haber apoyado al paramilitarismo.

Claro que no están libres de responsabilidad los gobernantes regionales como Gobernadores y Alcaldes, seguramente Diputados y Concejales de las regiones que seguramente conociendo todos estos hechos cohonestaron y prevaricaron por acción o por omisión, pues la conducta punible de los paramilitares se realizó en Departamentos y Municipios concretos.

IV

El sur occidente no escapa a esta catástrofe humanitaria, por ejemplo según declaraciones y confesiones expresadas en diligencias judiciales y también ante diferentes medios de comunicación varios integrantes con rango y mandos paramilitares diferentes, han exteriorizado su accionar vinculando a militares, a otros servidores públicos, a políticos y a personas de fuera y dentro de la institucionalidad.

El proceder macabro de las masacres, del descuartizar las víctimas, desmembrar los cuerpos para enterrarlos "más económicamente", mutilarlos con moto sierras, freír las partes pulpas y grasosas de los cadáveres y deglutirlas posteriormente con nítida actitud caníbal y sanguinaria por ejemplo, y otras prácticas que se tipifican como delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra, expresadas por varios paramilitares y conocidas en diferentes medios de comunicación, ocurrieron en los departamentos de Valle, Cauca, Nariño y Putumayo como así lo manifestaron varios de ellos y conocidas públicamente.

En el caso del Valle del Cauca, Trujillo desde 1989 hasta ahora ha sufrido esta barbarie, cuando en ese entonces fueron aserrados hasta morir más de trescientas personas y muchas de ellas arrojadas al río, hasta hoy cuando en la Sonora parte rural alta de este municipio hay un cementerio paramilitar con varias fosas y muchos despojos mortales.

Igual sucede en Montañitas en Yumbo y la Cumbre, Dagua, La Buitrera y el Arenillo en Palmira, Galicia, Pardo Alto, Bugalagrande, Tuluá, Barragán, La Marina, Jicaramata, Venus, Monteloro, Puerto Frazadas, Buenaventura, La Inmaculada,, Gamboa, Candelaria, Villa Gorgona, Jamundí, Robles, Jamundí, San Antonio, Asnazú, La Liberia, San Antonio, Santander de Quilichao, San Pedro, Mondomo, Cajibío. La Hormiga y Orito en el Putumayo, Tumaco, Remolinos, Policarpa, Barbacoas, Llorente, El Diviso en Nariño.

De lo que se trata ahora no es sólo exhumar los despojos mortales, se trata también identificarlos, ubicar sus familiares, acompañarlos en el duelo familiar, social y político, también descubrir los victimarios dentro y fuera de las Instituciones Oficiales, accionar jurídicamente contra el Estado, por un lado, y también por otro aspecto, accionar no como repetición judicial sino en el marco del Estatuto de Roma o de Tribunales Internacionales contra los funcionarios y servidores públicos en los tres poderes y en los organismos de seguridad que presuntamente estén involucrados en estos crímenes genocidas, de guerra y de lesa humanidad, que deben ser denunciados también este 1 de mayo contra la guerra y el autoritarismo, por la paz con justicia social, por la solución política al conflicto social y armado colombiano y por el intercambio humanitario.

No podrá haber ni perdón, ni olvido a estos crímenes que atentan contra la humanidad.

Athemay Sterling: Director Centro de Derechos Humanos Universidad Santiago de Cali, Consejero Superior Universitario, Abogado Defensor de Derechos Humanos, integrante del Equipo periodístico de VOZ, Subdirector CPDH y ANDAS Valle, constituyente de la Comisión de Impulso al Intercambio Humanitario, profesor Universitario, Director de Derecho Preventivo & Derechos Humanos, escritor, historiador y analista político, Ex Consejero Departamental y Asesor de Paz, conferencista nacional e internacional sobre Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Derecho Penal Internacional, sobreviviente del genocidio político cometido por el Estado contra el Partido Comunista Colombiano y la Unión Patriótica, Consultor de la Sección América de la Federación Sindical Mundial con sede en la Habana Cuba.
athemaysterling@gmail.com
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Los detalles del juicio al mimebro de las FARC 'Simón Trinidad' son contados por Jorge Enrique Botero en un libro que levantará ampollas
‘El hombre de hierro’

Semana

Jorge Enrique Botero es quizás el periodista colombiano que más conoce a las Farc. Ha sido el único que ha podido acceder con una cámara de video a los campamentos de los secuestrados y ha escrito dos libros novelados sobre la vida y las relaciones humanas en el cautiverio. Sus reportajes siempre han sido controvertidos, pues muchos consideran que rayan en la apología de la guerrilla. Ahora se lanza con su tercer libro sobre las Farc: El hombre de hierro, un reportaje extenso sobre la vida de 'Simón Trinidad', el primer dirigente guerrillero colombiano extraditado a Estados Unidos y condenado por la justicia de ese país. La columna vertebral del libro son los juicios por los que ha pasado 'Trinidad', y en los cuales el propio Botero actuó como testigo. Documentarlos le costó a Botero dos años de trabajo e investigación, tanto en Estados Unidos como en Colombia. Hizo decenas de entrevistas con familiares y conocidos, con guerrilleros y hasta con la compañera sentimental del dirigente de las Farc. Al final, el libro es una biografía que no sólo retrata la vida de 'Trinidad', sino que muestra las implicaciones que su condena ha tenido para el intercambio humanitario.

SEMANA: En su anterior libro usted reveló que Clara Rojas había tenido un hijo en cautiverio. ¿Qué chiva tiene su nueva obra?
Jorge Enrique Botero: El hombre de hierro no es un libro-primicia, pero sí trae varias revelaciones: el juicio a 'Simón Trinidad' por dentro; las cartas de él desde la cárcel; el juicio al relato de una jurado que se opuso a condenar al acusado y fue objeto de todo tipo de presiones; la primera entrevista con 'Sonia' y las poco sutiles maniobras de la CIA para comprarme a cambio de que les diera información sobre los tres gringos en poder de las Farc. También una entrevista con 'Martín Sombra', antes de que lo capturaran, y otra inédita con Raúl Reyes. Sin embargo, creo que lo más interesante del libro es la inmersión en la vida de Ricardo Palmera ('Simón Trinidad'), que es apasionante.

SEMANA: Este es su tercer libro sobre las Farc. ¿Sólo escribe sobre ellas?
J.E.B.: Pues le cuento que mi próximo libro tendrá como protagonistas a las guerrilleras presas en el patio sexto del Buen Pastor, con quienes he trabajado durante dos años. ¿Por qué siempre las Farc? Porque estoy convencido de que hay un país sin contar o contado con muchas deformaciones, contado con el hígado, mejor dicho. El mundo insurgente me atrae como ningún otro tema.

SEMANA: Los anteriores habían sido pequeñas novelas en las que usted revelaba hechos reales, como la existencia de Emmanuel. ¿Este libro tiene algo de ficción o es totalmente periodístico?
J.E.B.: Para tranquilidad de aquellos que me han considerado una especie de hereje, en este libro no hay una coma de ficción. En El hombre de hierro se mezclan la crónica, el reportaje y la biografía.

SEMANA: Usted dijo en una entrevista que 'Trinidad' era el hombre del siglo en Colombia. ¿De verdad lo cree?
J.E.B.: 'Trinidad' es ante todo la prueba reina de que nuestra guerra es el fruto de la intolerancia y de la exclusión política. El típico caso de alguien que es empujado a las armas para salvar su vida preservando sus convicciones. En el libro digo que es uno de los colombianos más sobresalientes del siglo XX, pues en ésta época no es fácil encontrar a una persona que abandona todas las comodidades del estrato 6 a cambio de ser fiel a sus ideas.

SEMANA: Después de conocer el juicio a 'Trinidad' en detalle, ¿qué piensa de la justicia de Estados Unidos?
J.E.B.: Es una justicia bien pensada y garantista. Sin embargo, en el juicio contra 'Simón', no lo fue. El trabajo de los abogados y de los fiscales fue impecable, pero no el del juez, que inclinó la balanza desde el comienzo aliándose con el gobierno, o sea con los fiscales.

SEMANA: ¿Habló con personas que se consideran víctimas de 'Trinidad'? ¿Usted cree que les va a molestar el libro?
J.E.B.: En el libro se hace alusión al caso de Elías Ochoa, el famoso ex alcalde de Valledupar que generó la caída de la ex canciller Consuelo Araújo. También se recoge el sentimiento de la dirigencia vallenata tras la ida de 'Trinidad' a la guerrilla. Creo que se magnificó su rol como supuesto causante de todas las desgracias que llovieron sobre el Cesar a finales de los 80 y en la década del 90.




Mittwoch, 23. April 2008

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LOS tERROrIStAS



DESDE LA CARCEL, EL JEFE PARAMILITAR DESMOVILIZADO MANCUSO HIZO ESA REVELACION

La mitad del Congreso tendría nexo con los paras

Colombia vive la antesala de una crisis política. A horas de la detención del primo del presidente, las denuncias contra legisladores no le dan tregua al gobierno. Alvaro Uribe propuso “reformar la política”, pero descartó una asamblea constituyente.

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La detención de un familiar del presidente Uribe se sumó a la serie de casos de vínculos entre legisladores y paramilitares.
Imagen: AFP

”Más de la mitad de los congresistas colombianos tiene vínculos con los grupos paramilitares o guerrilleros.” La bomba la tiró ayer el líder paramilitar desmovilizado Salvatore Mancuso desde la cárcel, mientras en las calles, los cafés y los despachos oficiales todo el mundo discutía los últimos detalles de la detención hollywoodense del ex presidente del Congreso y primo de Alvaro Uribe en la embajada de Costa Rica en Bogotá, la noche anterior. En Colombia ayer se vivía la antesala de una posible crisis política. La lluvia de denuncias y detenciones que se suceden semana a semana, que ya llevan 33 legisladores tras las rejas y 64 investigados, obligó al mandatario colombiano a romper el silencio. “Vamos a escuchar a la gente a ver qué salidas proponen. No hay que dar saltos a la incertidumbre que puedan desbaratar lo que ha hecho este gobierno hasta ahora”, aseguró en entrevista a Radio Caracol.

Con ese compromiso vago, Uribe evitó rechazar de plano la convocatoria de una asamblea constituyente, una propuesta presentada la semana pasada por la izquierda para “refundar el desprestigado Congreso”, según palabras del presidente del Polo Democrático, Carlos Gaviria. Sin embargo, el mandatario dejó poco lugar para las ambiciones de la oposición. “No soy amigo de los cambios a la Constitución a toda hora”, dijo al principio en la entrevista. Veinte minutos después y sin pensar tanto sus palabras, el mandatario fue aún más claro. “En Colombia existe la bendita manía de pensar que todo se arregla con reformas constitucionales. Es un error”, aseguró, el mismo hombre que en 2005 llamó al país a “modernizar” la Carta Magna. Esa reforma le abrió el camino a la reelección presidencial en 2006.

Hoy Uribe piensa distinto y, por eso, propuso salir de la crisis con una “reforma política”, que consta principalmente –y muy probablemente, únicamente– en sancionar a los partidos, cuyos legisladores sean condenados por sus nexos con los paramilitares, las guerrillas u otros grupos por fuera de la ley. En vez de reemplazarlos por el siguiente candidato de la lista sábana, como sucede ahora, el uribismo propone dejar la banca vacía. El gobierno colombiano tuvo que presentar esta “reforma” después de que varios de los legisladores suplentes fueran condenados por los mismos vínculos con los paramilitares que les habían comprobado a sus antecesores. Colombia Democrática, el partido del primo del presidente, Mario Uribe, ganó tres bancas en el Senado en 2006, pero ya lleva cuatro senadores detenidos.

Dentro del mismo uribismo reconocen que todavía no han tocado fondo. “Todo está mal y es susceptible de empeorar”, señaló ayer al diario español El País el senador oficialista Armando Benedetti, uno de los pocos que por ahora ha evitado las sospechas de la Corte Suprema. Esta semana el gobierno sumó un nuevo escándalo después de que los medios colombianos difundieran un video en el que una ex legisladora oficialista cuenta cómo el presidente Uribe le habría ofrecido cargos públicos a cambio de su voto para aprobar la reforma constitucional de 2006.

Ayer, cansado de la racha de sorpresas mediáticas que golpean a su gobierno, sus aliados y su familia, el mandatario salió a atajarse. Sin que el periodista le preguntara, Uribe aseguró que un ex jefe paramilitar lo está denunciando ante la Justicia por ayudar a planear una masacre de campesinos en 1997, cuando ejercía como gobernador de Antioquía, uno de los departamentos que fue cuna del paramilitarismo y sede de su apogeo. “Ese bandido dice que yo hasta agradecí a los paramilitares por esa masacre porque liberaron a seis secuestrados, entre ellos un primo mío, y que Santiago, mi hermano, prestó 20 paramilitares para ese crimen”, dijo y ya no disimulaba su enojo.

Según publicó ayer Radio Caracol en su página web, el denunciante sería Francisco Villalba, un paramilitar que se desmovilizó en 1998, cuatro años antes de la asunción de Uribe, y cumple actualmente dos condenas por masacres contra campesinos en Antioquía. Según relató ante el juez el 15 de febrero pasado, antes de la masacre de El Aro varios mandos militares y políticos de la región se reunieron con los jefes paras para preparar la “operación”. Los que lideraron la planificación habrían sido el entonces gobernador Uribe y el líder paramilitar Salvatore Mancuso.

“Volví a ver a Uribe otra vez más –continuó su relato Villalba–. Se presentó para decir que la operación había sido un éxito.” El éxito dejó 19 muertos y seis secuestrados liberados.

Dienstag, 22. April 2008

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ENTREVISTA

"A Ingrid hay que soltarla ya"

La senadora colombiana Piedad Córdoba medió con las FARC y presenció la liberación de los últimos rehenes. Desde hace tiempo, lucha por que su Gobierno alcance un acuerdo basado en el intercambio de insurgentes presos por civiles secuestrados.

YOLANDA GUERRERO - Madrid - 23/04/2008

La senadora Piedad Córdoba (Medellín, 1955) se declara infatigable en su búsqueda de la paz en Colombia. Fue mediadora ante la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), presenció las recientes liberaciones de rehenes (entre ellos se encontraba Clara Rojas, compañera de cautiverio de Ingrid Betancourt) y ha viajado por medio mundo (incluido EE UU, donde ha visitado a dirigentes guerrilleros presos como Simón Trinidad y Sonia) en su búsqueda de un acuerdo negociado con el Gobierno de su país para lograr el canje de insurgentes presos por civiles secuestrados.





Esta semana, el destino de Córdoba (líder del ala izquierdista del opositor Partido Liberal) ha sido España, uno de los países amigos del proceso de negociación entre Bogotá y las FARC.

En Madrid y sobre este asunto habló el lunes con la secretaria de Estado para Iberoamérica de España, Trinidad Jiménez. Porque sólo le quedan las conversaciones oficiales, con interlocutores legítimos, después de que el presidente de su país, Álvaro Uribe, desautorizara su mediación y la del presidente venezolano, Hugo Chávez, ante la guerrilla.

Pregunta. ¿Cómo ve la distante Europa algo tan complejo como los contactos de una senadora con un grupo guerrillero que opera en la selva?

Respuesta. Con desinformación. Y no por casualidad ni por falta de elementos de juicio. Es una desinformación dirigida, para privilegiar una política de guerra y no la búsqueda de una solución negociada. Hay cierta impotencia, uno no sabe cómo llegar hasta aquí...

P. ¿Por qué rechazan las FARC los papeles que Francia y España intentan asumir como interlocutores en el diálogo de paz?

R. El asesinato de Raúl Reyes, que era una especie de canciller que recibía a las delegaciones de la negociación, supuso un golpe mortal a la confianza de las FARC en el Gobierno colombiano. Los guerrilleros aceptaron ir al lugar donde se suponía que se iban a reunir, porque confiaban en que Francia estaba actuando con discreción y con las mínimas garantías. Y creían que al Gobierno no le movía el ánimo de identificar dónde estaban para matarlos, sino para consolidar la entrega de Ingrid Betancourt. Por eso, desde entonces rechazan la mediación de Francia, España y la Iglesia católica. Francia ha sido la gran perjudicada, porque incluso ha enviado un avión, con los costes políticos que eso tiene, pero no significa que no se pueda continuar.

P. ¿De verdad cree que se puede?

R. Una de las estrategias del Gobierno consiste en vender al mundo la idea de que la guerrilla no quiere continuar, en demonizar a las FARC para avanzar en la política de guerra. Y lo que hay que lograr es la liberación de los secuestrados. Hay que recuperar el papel de España y Francia. Hay que recomponerlo todo y creo que no es demasiado tarde.

P. A veces, desde este lado, se percibe una oleada de pesimismo, de que es un proceso sin meta de llegada.

R. Y, sin embargo, hay mucha gente que, como yo, aspira a que tenga solución. Una de las vías más rápidas para conseguirlo es el acuerdo humanitario. Y, antes de eso, lograr la liberación de civiles, para, a partir de ahí, avanzar hacia cosas importantes.

P. ¿Más importantes que la liberación de rehenes?

R. Por ejemplo, erradicar el secuestro como instrumento de presión política, el uso de armas no convencionales... Y, por otro, que acaben las detenciones arbitrarias y las ejecuciones extrajudiciales. Si Colombia se pone esa meta de aquí a diciembre, avanzaremos enormemente.

P. ¿Y cuál sería el primer paso a dar por el interlocutor oficial, el Gobierno?

R. Debería hacer un gesto de buena voluntad. Las fotos que ahora están en la Casa de América (en Madrid, en solidaridad con los secuestrados) se tienen gracias a dos mujeres que ahora están detenidas sin motivo. Una de ellas, de 20 años, tiene lupus y puede morir en cuestión de meses. La otra está embarazada y le han descubierto un cáncer maligno. Ambas están encarceladas, porque las acusan del secuestro de 16 personas. Pero su único delito es haber aportado pruebas de vida de esos 16 rehenes. Al parecer, en su pueblo les pidieron el favor de que entregaran un paquete en un determinado lugar, y en ese paquete iban las pruebas de vida. Ahora se enfrentan a una condena de entre 40 y 60 años. Por eso, así como yo exijo a las FARC la liberación de todas las personas que tienen como rehenes, también pido al Gobierno que libere a esas dos mujeres.

P. ¿Y cree que las FARC tienen un auténtico ánimo de diálogo?

R. Yo sé que las FARC no son un conjunto de arcángeles, pero sí sé que hay voluntad de liberar gente. La prueba está en que ya hay siete liberados. Pero si esto se oculta, la gente percibe que las FARC no tienen voluntad y que la única salida es la intervención militar. Y hay quien dice: "Pues que se sacrifique la familia de Ingrid, porque si toca que la maten, que la maten. Que maten a todos los rehenes, con tal de que maten a todos los guerrilleros". Y ésta es una conclusión muy poco ética. Si se habla, se puede.

P. Usted ha realizado una de las labores más comprometidas para una política de profesión. ¿Cómo se negocia con la guerrilla?

R. En los últimos 10 años, desde que se levantó la zona del Caguán durante el fracaso de la negociación emprendida bajo el Gobierno de Andrés Pastrana), no ha habido ninguna conversación y esto es muy lamentable. En estos 10 años no se ha acabado la guerrilla ni el narcotráfico. Y lo que es peor: ahora hay un proyecto paramilitar infiltrado en el Congreso en proporciones alarmantes. Jamás pudimos imaginar que llegaríamos a tener 32 congresistas en la cárcel y 62 investigados, en un caso (el de la parapolítica) que posiblemente llegue hasta la misma mesa directiva del Congreso. Si la única causa del problema de Colombia son las FARC, ¿por qué tenemos una sociedad tan corrupta? Hay cuatro millones de desplazados internos, 30.000 desaparecidos, 5.000 fosas comunes, cuatro millones de hectáreas robadas a los campesinos por los paramilitares? ¿Que cómo se negocia? Principalmente, no cerrando la puerta al diálogo. Pero no a nivel personal, porque la negociación se puede convertir en una tertulia. El Gobierno tiene que nombrar mediadores para reconstruir la confianza de las FARC.

P. ¿Ha continuado usted en contacto con la guerrilla, a pesar de la desautorización de Uribe?

R. No, porque ya no tengo la confianza del presidente. El Gobierno venezolano puede hablar con quien quiera, pero yo no. Más aun: acaba de salir un decreto por el cual, si alguien habla con las FARC, incurre en un delito de concierto para delinquir. Pero yo también tengo un mandato de los familiares de las víctimas. Por eso busco que se reactiven los canales de comunicación.

P. ¿Y Hugo Chávez?

R. No lo sé, pero creo que no. La gente cree que Hugo Chávez se beneficia de su papel en el acuerdo humanitario, pero es al contrario. El conflicto colombiano se ha regionalizado de forma preocupante. Por ejemplo, las fumigaciones en la frontera con Ecuador han causado daños enormes al país vecino, aunque fue tras el 1 de marzo [día en que murió Raúl Reyes] cuando el deterioro de las relaciones se hizo público. Además, muchos paramilitares se han adueñado de regiones enteras en la zona costera de Ecuador, algunos incluso se han entrenado en la zona boliviana de Santa Cruz para desestabilizar al Gobierno de Evo Morales? Es decir, en este momento, los países vecinos empiezan a exigir una solución al conflicto colombiano, porque todos sufren las consecuencias.

Panamá acaba de encarcelar a seis de las FARC, y cuando Mireya Moscoso era presidenta hubo un gran desplazamiento de campesinos desde el Chocó (los echaron los paramilitares para poder plantar palma africana en sus tierras) a Panamá y no recibieron un tratamiento humanitario: los devolvieron y muchos murieron o desaparecieron. El conflicto colombiano se ha hecho inmanejable para los demás países de la zona. Colombia se ha vuelto un vecino incómodo.

P. El secuestro de Ingrid Betancourt también se ha internacionalizado. ¿No cree que hay una cierta manipulación de su inmenso dolor por parte de la guerrilla, del Gobierno de Bogotá e incluso de la comunidad internacional?

R. Sin la más mínima duda. Yo estuve secuestrada [por los paramilitares] y sé que la retención es muy dura: me disolvió la familia, me envió al exilio, mi hija estuvo desaparecida? Alguien que ha pasado por todo esto no puede pensar que Ingrid está bien de salud. Seis años retenida, sin sus hijos y sabiendo que su madre también sufre es muy duro. Pero creo que no está en las pésimas condiciones de salud que dicen. El Gobierno de Uribe dijo que se iba a morir y permitió que Francia enviase un avión sólo para tapar un escándalo político, porque el mismo día en que dijeron que Ingrid se moría habían apresado a tres parlamentarios colombianos acusados de relación con los paramilitares. Fue algo escandaloso. Hay una auténtica manipulación. Si yo tuviera la oportunidad de hablar ahora con las FARC, les explicaría que esto está siendo utilizado políticamente de la manera más perversa, descarada y cínica. A Ingrid hay que soltarla ya.

P. ¿Y por qué no lo hacen?

R. En enero hubo una reunión de los abogados de Simón Trinidad (encarcelado en EE UU) e Iván Márquez (dirigente de las FARC), conocida por el Departamento de Estado de Washington. Yo no estuve porque ya no estaba facultada por el Gobierno, pero sí supe que se explicó a las FARC cómo era la situación después de la condena a 60 años impuesta a Trinidad. Las cosas iban muy bien para la liberación de uno de los gringos secuestrados. Y en ese paquete iba también Ingrid. Pero todo quedó abortado por lo sucedido el 1 de marzo.

P. ¿Cómo dibuja usted el futuro del proceso de paz si Uribe resultase reelegido en 2010?

R. Veo complicado que eso llegue a suceder, porque a Uribe cada vez le resulta más difícil ocultar la crisis de la implicación con los paramilitares. ¡Pero si hay partidos que han desaparecido porque toda su gente está en la cárcel! Incluso su socio y primo Mario Uribe, cuya detención fue ordenada ayer, está siendo investigado. En realidad, Uribe está buscando una salida para todos los involucrados, porque los que están en la cárcel no están dispuestos a pagar solos por lo ocurrido. Tiene una papa caliente en las manos. Ya no es una crisis que se pueda arreglar y eso va a afectar a la reelección. Lo que tiene que decidir ahora es si va a pasar a la historia como el presidente del paramilitarismo o el presidente del acuerdo humanitario.

P. ¿Y usted? ¿Se plantea aspirar a la presidencia de Colombia?

R. En absoluto. Soy consciente de que en este momento soy una figura que polariza. Yo no soy de las FARC ni he sido guerrillera. Pero soy el personaje con el índice más alto de impopularidad en la historia de Colombia, según las encuestas. Curiosamente, no lo es (el jefe paramilitar Salvatore) Mancuso, que fue recibido en el Congreso como un héroe; incluso le cerraron las principales vías de Bogotá para que comprara sus zapatos Ferragamo de última moda. A mí me apedrean y me insultan. Hasta hay consignas para "matar a Piedad Córdoba". Pero para mí es mucho más importante trabajar en el acuerdo humanitario. Si aspirase a la presidencia, no podría decir las cosas que digo ni trabajar con tanta dedicación. Y tendría que negociar cosas que no estoy dispuesta a negociar.