Montag, 7. April 2008

Pide al Congreso aprobarlo pues “es un firme aliado” frente a la amenaza que es Venezuela

El TLC con Colombia, cuestión de

“seguridad nacional”: Bush

■ Preocupante, firmar con un país que no respeta a los trabajadores, dice legislador demócrata

■ Analista pronostica la derrota del pacto comercial por la “arrogancia” del jefe de la Casa Blanca

David Brooks (Corresponsal)

El presidente George W. Bush al firmar una carta enviada al Congreso en la cual solicita la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Colombia, ayer en Washington. Lo acompañan (atrás, en la imagen), el secretario de Defensa, Robert Gates; la secretaria de Estado, Condoleezza Rice; la representante de Negocios, Susan Schwab; la secretaria del Trabajo, Elaine Chao; el director de la Oficina de Control Nacional de Drogas, John Walters, y el secretario de Agricultura, Ed Schafer

Washington, 7 de abril. El presidente George W. Bush envió hoy el acuerdo de libre comercio con Colombia al Congreso instando a los legisladores a ratificarlo lo más pronto posible, al definirlo como un asunto prioritario de “seguridad nacional” frente a la amenaza que representa Venezuela en la región.

Bush declaró hoy que “la aprobación de este acuerdo es urgente por razones de seguridad nacional. Colombia es uno de nuestros aliados más firmes en el hemisferio occidental”. Resaltó los esfuerzos del presidente Álvaro Uribe en la lucha contra el narco, el crimen y el “terror”, y afirmó que según su aliado, desde 2002 la violencia –entre ella contra sindicalistas– se ha reducido en este país. A pesar de estos logros, señaló, Colombia enfrenta “presiones intensas” en la región, incluido un “asalto continuo de la red terrorista conocida como FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), la cual ha tomado rehenes y asesinado a gente inocente –entre ellos estadunidenses– en un intento para derrocar la democracia de Colombia”.

Además, Bush dijo que Colombia “también enfrenta un régimen hostil y antiestadunidense en Venezuela, el cual se ha reunido con líderes terroristas de las FARC, y ha desplegado tropas a la frontera colombiana como medio para intimidar al gobierno y al pueblo colombianos”.

Uribe, sostuvo Bush, se ha mantenido firme contra estas amenazas “y lo ha hecho con la afirmación del apoyo de Estados Unidos, porque su lucha contra la tiranía y el terror es una lucha que compartimos”. Bush agregó que Uribe ha declarado que una de las formas más importantes para que Estados Unidos demuestre su apoyo es la aprobación de este acuerdo de libre comercio. “La gente del hemisferio observa lo que hará Estados Unidos. Si el Congreso falla en aprobar este acuerdo, no sólo se abandonaría a un aliado valiente, sino que enviaría una señal a través de la región de que los amigos no pueden depender del apoyo de Estados Unidos”.

Oposición

Sin embargo, hay una razón por la cual esta iniciativa se ha estancado durante unos 16 meses después de que el acuerdo fue finalizado entre los ejecutivos de ambos países. Los principales sindicatos nacionales, agrupaciones de derechos humanos, de defensa del consumidor y otros están férreamente opuestos al TLC con Colombia. Los dos precandidatos presidenciales demócratas están en contra (ambos senadores, y por lo tanto con voto sobre su futuro legislativo), y el liderazgo demócrata de la mayoría también ha advertido al presidente que esta no es una coyuntura positiva para su ratificación.

El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, afirmó que a pesar del amplio apoyo a Colombia, expresado en la asistencia que se le otorga por el Plan Colombia, “muchos demócratas mantienen serias preocupaciones sobre un acuerdo que crea el nivel más alto de integración económica con un país donde los trabajadores y sus familias son rutinariamente asesinados y sujetados a violencia e intimidación por buscar ejercer sus derechos económicos más básicos, y donde los responsables de la violencia tienen impunidad casi total”.

John Sweeney, presidente de la central obrera nacional AFL-CIO, declaró hoy que “los trabajadores en Colombia son aterrorizados todos los días por defender su libertad económica y simpatizantes sindicales son rutinariamente asesinados. Nuestro gobierno no debería recompensar al gobierno colombiano por tal indiferencia a los derechos y vidas de los trabajadores colombianos”.

Expresando la posición general de los sindicatos estadunidenses sobre este tema, Sweeney agregó que “la gente trabajadora –en Estados Unidos y alrededor del mundo– está pagando los costos de años de malas políticas comerciales. Nuestro país ha perdido 3 millones de buenos empleos manufactureros sólo bajo el periodo del presidente Bush. El daño económico ha inspirado un nuevo consenso sobre la necesidad de protecciones para los derechos básicos de los trabajadores para detener la carrera mundial hacia abajo en las normas de vida”.

Lori Wallach, directora del proyecto sobre comercio internacional de la organización Public Citizen, pronosticó la derrota del acuerdo sólo por la “arrogancia” de Bush de enviarlo al Congreso a pesar de la advertencia del liderazgo demócrata de que esperara hasta abordar el tema de los derechos laborales en el país sudamericano. “Este acuerdo ya estaba en apuros por el récord vergonzoso de Colombia de asesinatos de líderes laborales… Al insultar el liderazgo demócrata en el Congreso, Bush garantizará la primera derrota en el Capitolio de un acuerdo de libre comercio”.

El tema es tan políticamente tóxico que el principal estratega de Hillary Clinton fue obligado a renunciar al divulgarse que participó en una reunión con representantes del gobierno colombiano la semana pasada, ya que su empresa de relaciones públicas tenía un contrato para ayudar a Uribe a lograr la aprobación del acuerdo.

El Congreso tiene ahora un límite de 90 días legislativos para ratificar o rechazar el acuerdo.



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La pelea de Uribe con Hillary y Obama

Roberto Romero

Si pierde su aliado el candidato republicano MacCain, Uribe va a tener que recomponer sus relaciones con EE.UU. pues los nuevos vientos en Washington con Obama, incluso con la señora Clinton, marcarán un raro ambiente para doctrina de la oligarquía colombiana basada en el principio acuñado por el presidente Marco Fidel Suárez del réspice polum, mirar al norte y que ha seguido tan campante por siglos

Jamás a ningún mandatario colombiano se le podrá indilgar un record semejante en materia de relaciones internacionales: nadie como Uribe había cosechado tal aislamiento, en especial en América Latina.
La orgullosa “victoria” sobre la insurgencia tras el asalto al campamento de Raúl Reyes en Ecuador, se convirtió en la peor derrota diplomática de Colombia en toda su historia condenada por partida doble, en la Cumbre de Rio y la OEA.
Y para qué hablar del entorpecido proceso por la liberación de los rehenes de la guerrilla.
La propia presidenta de los argentinos, Cristina Fernández, hablando en Paris en la marcha primaveral del domingo 6 de abril por el acuerdo humanitario, seguramente en nombre de todos los pueblos y con destinatario único, le señaló que “quien más esfuerzo debe hacer para la liberación de estos obstáculos es precisamente quien tiene la responsabilidad de conducir las instituciones de la democracia y facilitar el canje humanitario".
Y como si faltara algo para despejar el camino hacia el abismo de la enemistad con todos, ahora caza una pelea de antemano pérdida: con las dos campañas demócratas de EE.UU.

Un costoso desayuno
El influyente “The Wall Street Journal”, vocero de los grandes negocios, revela que la acuciosa embajadora Carolina Barco, de doble nacionalidad ella, gringa y colombiana, mantuvo un desayuno de trabajo el 31 de marzo con la eminencia gris de todas las últimas campañas del partido demócrata, Marck Penn y actual jefe de la estrategia de Hillary Clinton a la presidencia.
Penn, como asesor de imagen, tiene a su haber el triunfo de las dos campañas de Bil Clinton a la presidencia y la de su mujer, Hillary, en el 2000 y 2004 para el senado, amén de otros resonantes éxitos en el mundo de la política que lo convirtieron en uno de los más influyentes hombres de Washington.
La firma para la que trabaja Penn, la Burson-Mastseller, maneja uno de los portafolios más grandes de consultorías con clientes como Sony, Billy Gates, Shell y el triste haber de prestarle colaboración a la UNITA, el ejército mercenario que desangró por años a Angola por orden de la CIA.
Pues esta compañía en marzo de 2007 firmó un contrato por 300.000 dólares con el gobierno de Uribe para que a través del “lobbysta” Marck Peen se moviera por los pasillos del Congreso norteamericano en la imposible misión de lavar el rostro de esa Colombia que no quiere ser vista como es en el mundo, con la crueldad impune del paramilitarismo, el asesinato de dirigentes obreros y los atropellos a la libertad sindical. Para sacar de fácil la aprobación pronta del TLC.
¿Podrían los sindicatos norteamericanos, agrupados en la poderosa AFL-CIO, que se oponen al TLC y que han dado muestras de solidaridad con el movimiento obrero colombiano ante los crímenes de Estado, perdonar la campaña de Hillary Clinton ante una evidente doble moral? ¿Cómo entender que alguien les sirva bien a dos señores?
El cazador de pleitos entra en escena
El escándalo no se hizo esperar y en un contundente mensaje el propio Penn tuvo que declarar que “fue un error de juicio” haberse reunido con la embajadora Barco y que “esto no volvería a ocurrir”. Pero ya el daño estaba hecho. Peen no tuvo otro feliz remedio que renunciar este domingo 6 de abril a seguir siendo el estratega de la Clinton.
El cazador de pleitos de la Casa de Nariño no podía quedarse tranquilo. En un arrebato de orgullo, en su consejo comunal del sábado 5 en Ciénaga, exigió "respeto y objetividad" a los candidatos a la presidencia de Estados Unidos al tiempo que ordenaba romper el contrato con la firma que le hacía “lobby” en EE.UU., no solo por el TLC sino por el Plan Colombia, cuyos gastos al saco sin fondo de la guerra contrainsurgente en Colombia le han costado 5.000 millones de dólares a los contribuyentes norteamericanos en los últimos ocho años.
Y repitió lo mismo que viene diciéndoles a los norteamericanos que desdicen por completo de sus palabras pues no corresponden a los hechos: "Aquí estamos haciendo un gran esfuerzo, un gran esfuerzo para superar esta violencia".
Ya se lo había recordado el influyente representante demócrata Jim Mc Govern en su última visita a Washington, en junio pasado, la onceava de su mandato: “Uribe está acostumbrado a volver, volver y volver, pero sin respuesta sobre lo que nos interesa, derechos humanos, derechos humanos”
Las declaraciones reiteran el disgusto que le produjo a Uribe la reciente oposición que hiciera el precandidato demócrata Barack Obama a la aprobación del TLC con Colombia. Frente a otro grupo del AFL-CIO, Obama el 2 de abril reiteró su desacuerdo con el tratado y se quejó de la "violencia contra los sindicatos en Colombia".
Uribe hablando de atropellos
Molesto, el presidente Álvaro Uribe le contestó: "Esto es un atropello" y le pidió a Obama que se informe mejor sobre el país. El senador, que ha anticipado que votará en contra del acuerdo, no se quedó callado. "Yo creo que el Presidente está completamente equivocado", advirtió el viernes 4 de abril. Y en alusión a los crímenes que sufren los líderes sindicales en Colombia, dijo algo más: "Esta no es la conducta que queremos recompensar".
Uribe no solo se metía con Hillary sino que la cargaba contra Obama, a quien si lo tuviera con un micrófono como cuando se enfrentó al aire con Darío Arismendi, de la poderosa cadena Caracol del grupo Prisa, seguramente le hubiera increpado lo mismo: “usted ya cazó un pleito conmigo y diga no más”.
Pero algo va de entablar una querella con un periodista colombiano, por más importante que sea, a meterse con quien se perfila como uno de los posibles ganadores de contienda presidencial norteamericana y quien el 15 de noviembre de 2007, con un numeroso grupo de senadores demócratas suscribió una carta a Uribe exigiéndole velar por el respeto de los derechos humanos. Si alguien, entonces, está en el lugar equivocado no es precisamente el señor Obama.
Pero volviendo al caso de la firma vendedora de quimeras políticas y su desalmado asesor Marck Penn, habría que recordarle a la campaña de Hillary que el contrato de asesoría con el gobierno colombiano se firmó en marzo de 2007, cuando ya la senadora tenía como su asesor de cabecera al mismo Penn. Es decir, si el Wall Street Journal no revela el desayuno en la embajada, todo hubiera continuado igual. Es imposible creer que la candidata no sabía de estos contratos y solo se vino a enterar tras las revelaciones de la prensa.
Y la nueva gerente de la ETB qué hacía allí
Llama la atención que la ex ministra de Comunicaciones de Uribe, Angela Montoya, gerente de la destemplada campaña progubernamental Colombia es pasión, con sede en Miami, y quien acaba de ser nombrada gerente de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá por un alcalde elegido con los votos de la oposición, organizara un evento de gratificación a los Clinton en Nueva York en mayo pasado, con el beneplácito del señor Penn y a sabiendas que Hillary se oponía a la firma del TLC con Colombia.
Montoya indicó a “The Miami Herald” en mayo pasado que la idea de homenajear a Bill Clinton (el verdadero jefe de campaña de Hillary), surgió en 2006, “antes de que el presidente Uribe fuera reelecto y toda Colombia pensó que la firma del TLC ya sería un hecho y no solo una posibilidad”.
Por eso no le falta razón a la revista Semana en su análisis del 6 de abril cuando señala que con la contratación de la empresa de Penn -muy próxima a los Clinton-, Uribe buscó un atajo al corazón de ese partido. Ahora, un año después, no sólo le ha salido el tiro por la culata, sino que ha puesto a Colombia en una situación riesgosa en la que puede quedarse sin el pan y sin el queso.
Y como con los enfermos contagiosos, ahora ningún político demócrata quiere aparecer junto a Uribe o alguno de sus funcionarios. No solamente lo acaba de indicar Hillary desautorizando cualquier contacto de sus asesores con la embajada colombiana en Washington sino que los representantes de Obama manifiestan que jamás han deseado ese tipo de encuentros.
¿Cómo seguir mirando al norte?
Los esposos Clinton, tan “amigos” de Uribe como éste lo proclama, según el Washington Post del 6 de abril, “estaban furiosos” por la visita de su asesor de siempre, Marck Penn, a la embajada de Colombia. Con esos amigos…
Ya hace casi un año, el 21 de abril, otro de los más destacados jefes del partido demócrata, el ex vicepresidente de Clinton, Al Gore, en lo que llamó la prensa norteamericana un monumental desprecio a Uribe por sus vínculos con el paramilitarismo, declinó asistir a un evento sobre el medio ambiente en Miami si asistía el mandatario colombiano.
En esa ocasión Uribe tuvo que contentarse con la presencia de la personalidad más destacada de la sesión inaugural del evento tras el retiro de los demócratas, una actriz colombiana de tercera, famosa por su calendarios semidesnudos, Sofia Vergara, que hacía las veces de maestra de ceremonias.
“Deploro la no presencia del ex vicepresidente Gore”, afirmó Uribe en una conferencia de prensa en el Ritz Hotel de Coconut Grove. Espero que examine bien el caso colombiano. Aspiro a una mirada más detallada del señor ex vicepresidente que le puede producir buenas reflexiones”, agregó.
Las reflexiones vinieron por otro lado. Porque lo cierto es que los demócratas vienen examinando con todo cuidado la situación de nuestro país sin que lo pida Uribe. Al punto que se alejan cada vez más de alguien quien se proclama como el más importante aliado de Bush en la región y a quien precisamente aspiran a desalojar de la Casa Blanca.
Y es que si pierde su aliado natural, el candidato republicano MacCain, un halcón de la estirpe de Bush, Uribe de verdad va a tener que recomponer sus relaciones con EE.UU. O mejor dicho, los nuevos vientos en Washington con Obama, incluso con la señora Clinton, marcarán un raro ambiente para doctrina de la oligarquía colombiana signada por el principio acuñado en el siglo XIX por el presidente Marco Fidel Suárez del réspice polum, mirar al norte y que ha seguido tan campante por siglos.
¿Mirar al norte cuando la cosecha de hostilidades allí se ha acrecentado?, reclamará no sin razón la burguesía colombiana, que por algunos portazos ha llegado incluso a hablar de “ponerse duros” con Washington, como lo recordó el propio Vicepresidente Santos a raíz del congelamiento de ciertas sumas para los gastos de guerra que tomó el Congreso norteamericano ante las reiteradas violaciones de los derechos humanos.
Pero como los gobiernos no tienen amigos sino intereses y en las relaciones bilaterales USA – Colombia siempre han primado las de la metrópoli, no sería ninguna sorpresa que los nuevos gobernantes demócratas, ya afincados en la Casa Blanca, recompongan el cuadro con su viejo socio para que éste pueda continuar mirando al norte sin tanta angustia. A cambio, eso sí, de algunos pases de maquillaje interno como inocuas medidas en materia de libertad sindical para contentar a ciertas tribunas como las de la AFL-CIO que contribuyeron con la victoria demócrata. Es claro que Uribe no va a modificar a fondo un centímetro el tapiz de su política de seguridad democrática y de ofensiva permanente contra el movimiento popular.
A la vieja usanza del gatopardismo, cambiará algo para que todo siga igual.
La pelea de Uribe con Hillary y Obama
Roberto Romero

Si pierde su aliado el candidato republicano MacCain, Uribe va a tener que recomponer sus relaciones con EE.UU. pues los nuevos vientos en Washington con Obama, incluso con la señora Clinton, marcarán un raro ambiente para doctrina de la oligarquía colombiana basada en el principio acuñado por el presidente Marco Fidel Suárez del réspice polum, mirar al norte y que ha seguido tan campante por siglos

Jamás a ningún mandatario colombiano se le podrá indilgar un record semejante en materia de relaciones internacionales: nadie como Uribe había cosechado tal aislamiento, en especial en América Latina.
La orgullosa “victoria” sobre la insurgencia tras el asalto al campamento de Raúl Reyes en Ecuador, se convirtió en la peor derrota diplomática de Colombia en toda su historia condenada por partida doble, en la Cumbre de Rio y la OEA.
Y para qué hablar del entorpecido proceso por la liberación de los rehenes de la guerrilla.
La propia presidenta de los argentinos, Cristina Fernández, hablando en Paris en la marcha primaveral del domingo 6 de abril por el acuerdo humanitario, seguramente en nombre de todos los pueblos y con destinatario único, le señaló que “quien más esfuerzo debe hacer para la liberación de estos obstáculos es precisamente quien tiene la responsabilidad de conducir las instituciones de la democracia y facilitar el canje humanitario".
Y como si faltara algo para despejar el camino hacia el abismo de la enemistad con todos, ahora caza una pelea de antemano pérdida: con las dos campañas demócratas de EE.UU.

Un costoso desayuno
El influyente “The Wall Street Journal”, vocero de los grandes negocios, revela que la acuciosa embajadora Carolina Barco, de doble nacionalidad ella, gringa y colombiana, mantuvo un desayuno de trabajo el 31 de marzo con la eminencia gris de todas las últimas campañas del partido demócrata, Marck Penn y actual jefe de la estrategia de Hillary Clinton a la presidencia.
Penn, como asesor de imagen, tiene a su haber el triunfo de las dos campañas de Bil Clinton a la presidencia y la de su mujer, Hillary, en el 2000 y 2004 para el senado, amén de otros resonantes éxitos en el mundo de la política que lo convirtieron en uno de los más influyentes hombres de Washington.
La firma para la que trabaja Penn, la Burson-Mastseller, maneja uno de los portafolios más grandes de consultorías con clientes como Sony, Billy Gates, Shell y el triste haber de prestarle colaboración a la UNITA, el ejército mercenario que desangró por años a Angola por orden de la CIA.
Pues esta compañía en marzo de 2007 firmó un contrato por 300.000 dólares con el gobierno de Uribe para que a través del “lobbysta” Marck Peen se moviera por los pasillos del Congreso norteamericano en la imposible misión de lavar el rostro de esa Colombia que no quiere ser vista como es en el mundo, con la crueldad impune del paramilitarismo, el asesinato de dirigentes obreros y los atropellos a la libertad sindical. Para sacar de fácil la aprobación pronta del TLC.
¿Podrían los sindicatos norteamericanos, agrupados en la poderosa AFL-CIO, que se oponen al TLC y que han dado muestras de solidaridad con el movimiento obrero colombiano ante los crímenes de Estado, perdonar la campaña de Hillary Clinton ante una evidente doble moral? ¿Cómo entender que alguien les sirva bien a dos señores?
El cazador de pleitos entra en escena
El escándalo no se hizo esperar y en un contundente mensaje el propio Penn tuvo que declarar que “fue un error de juicio” haberse reunido con la embajadora Barco y que “esto no volvería a ocurrir”. Pero ya el daño estaba hecho. Peen no tuvo otro feliz remedio que renunciar este domingo 6 de abril a seguir siendo el estratega de la Clinton.
El cazador de pleitos de la Casa de Nariño no podía quedarse tranquilo. En un arrebato de orgullo, en su consejo comunal del sábado 5 en Ciénaga, exigió "respeto y objetividad" a los candidatos a la presidencia de Estados Unidos al tiempo que ordenaba romper el contrato con la firma que le hacía “lobby” en EE.UU., no solo por el TLC sino por el Plan Colombia, cuyos gastos al saco sin fondo de la guerra contrainsurgente en Colombia le han costado 5.000 millones de dólares a los contribuyentes norteamericanos en los últimos ocho años.
Y repitió lo mismo que viene diciéndoles a los norteamericanos que desdicen por completo de sus palabras pues no corresponden a los hechos: "Aquí estamos haciendo un gran esfuerzo, un gran esfuerzo para superar esta violencia".
Ya se lo había recordado el influyente representante demócrata Jim Mc Govern en su última visita a Washington, en junio pasado, la onceava de su mandato: “Uribe está acostumbrado a volver, volver y volver, pero sin respuesta sobre lo que nos interesa, derechos humanos, derechos humanos”
Las declaraciones reiteran el disgusto que le produjo a Uribe la reciente oposición que hiciera el precandidato demócrata Barack Obama a la aprobación del TLC con Colombia. Frente a otro grupo del AFL-CIO, Obama el 2 de abril reiteró su desacuerdo con el tratado y se quejó de la "violencia contra los sindicatos en Colombia".
Uribe hablando de atropellos
Molesto, el presidente Álvaro Uribe le contestó: "Esto es un atropello" y le pidió a Obama que se informe mejor sobre el país. El senador, que ha anticipado que votará en contra del acuerdo, no se quedó callado. "Yo creo que el Presidente está completamente equivocado", advirtió el viernes 4 de abril. Y en alusión a los crímenes que sufren los líderes sindicales en Colombia, dijo algo más: "Esta no es la conducta que queremos recompensar".
Uribe no solo se metía con Hillary sino que la cargaba contra Obama, a quien si lo tuviera con un micrófono como cuando se enfrentó al aire con Darío Arismendi, de la poderosa cadena Caracol del grupo Prisa, seguramente le hubiera increpado lo mismo: “usted ya cazó un pleito conmigo y diga no más”.
Pero algo va de entablar una querella con un periodista colombiano, por más importante que sea, a meterse con quien se perfila como uno de los posibles ganadores de contienda presidencial norteamericana y quien el 15 de noviembre de 2007, con un numeroso grupo de senadores demócratas suscribió una carta a Uribe exigiéndole velar por el respeto de los derechos humanos. Si alguien, entonces, está en el lugar equivocado no es precisamente el señor Obama.
Pero volviendo al caso de la firma vendedora de quimeras políticas y su desalmado asesor Marck Penn, habría que recordarle a la campaña de Hillary que el contrato de asesoría con el gobierno colombiano se firmó en marzo de 2007, cuando ya la senadora tenía como su asesor de cabecera al mismo Penn. Es decir, si el Wall Street Journal no revela el desayuno en la embajada, todo hubiera continuado igual. Es imposible creer que la candidata no sabía de estos contratos y solo se vino a enterar tras las revelaciones de la prensa.
Y la nueva gerente de la ETB qué hacía allí
Llama la atención que la ex ministra de Comunicaciones de Uribe, Angela Montoya, gerente de la destemplada campaña progubernamental Colombia es pasión, con sede en Miami, y quien acaba de ser nombrada gerente de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá por un alcalde elegido con los votos de la oposición, organizara un evento de gratificación a los Clinton en Nueva York en mayo pasado, con el beneplácito del señor Penn y a sabiendas que Hillary se oponía a la firma del TLC con Colombia.
Montoya indicó a “The Miami Herald” en mayo pasado que la idea de homenajear a Bill Clinton (el verdadero jefe de campaña de Hillary), surgió en 2006, “antes de que el presidente Uribe fuera reelecto y toda Colombia pensó que la firma del TLC ya sería un hecho y no solo una posibilidad”.
Por eso no le falta razón a la revista Semana en su análisis del 6 de abril cuando señala que con la contratación de la empresa de Penn -muy próxima a los Clinton-, Uribe buscó un atajo al corazón de ese partido. Ahora, un año después, no sólo le ha salido el tiro por la culata, sino que ha puesto a Colombia en una situación riesgosa en la que puede quedarse sin el pan y sin el queso.
Y como con los enfermos contagiosos, ahora ningún político demócrata quiere aparecer junto a Uribe o alguno de sus funcionarios. No solamente lo acaba de indicar Hillary desautorizando cualquier contacto de sus asesores con la embajada colombiana en Washington sino que los representantes de Obama manifiestan que jamás han deseado ese tipo de encuentros.
¿Cómo seguir mirando al norte?
Los esposos Clinton, tan “amigos” de Uribe como éste lo proclama, según el Washington Post del 6 de abril, “estaban furiosos” por la visita de su asesor de siempre, Marck Penn, a la embajada de Colombia. Con esos amigos…
Ya hace casi un año, el 21 de abril, otro de los más destacados jefes del partido demócrata, el ex vicepresidente de Clinton, Al Gore, en lo que llamó la prensa norteamericana un monumental desprecio a Uribe por sus vínculos con el paramilitarismo, declinó asistir a un evento sobre el medio ambiente en Miami si asistía el mandatario colombiano.
En esa ocasión Uribe tuvo que contentarse con la presencia de la personalidad más destacada de la sesión inaugural del evento tras el retiro de los demócratas, una actriz colombiana de tercera, famosa por su calendarios semidesnudos, Sofia Vergara, que hacía las veces de maestra de ceremonias.
“Deploro la no presencia del ex vicepresidente Gore”, afirmó Uribe en una conferencia de prensa en el Ritz Hotel de Coconut Grove. Espero que examine bien el caso colombiano. Aspiro a una mirada más detallada del señor ex vicepresidente que le puede producir buenas reflexiones”, agregó.
Las reflexiones vinieron por otro lado. Porque lo cierto es que los demócratas vienen examinando con todo cuidado la situación de nuestro país sin que lo pida Uribe. Al punto que se alejan cada vez más de alguien quien se proclama como el más importante aliado de Bush en la región y a quien precisamente aspiran a desalojar de la Casa Blanca.
Y es que si pierde su aliado natural, el candidato republicano MacCain, un halcón de la estirpe de Bush, Uribe de verdad va a tener que recomponer sus relaciones con EE.UU. O mejor dicho, los nuevos vientos en Washington con Obama, incluso con la señora Clinton, marcarán un raro ambiente para doctrina de la oligarquía colombiana signada por el principio acuñado en el siglo XIX por el presidente Marco Fidel Suárez del réspice polum, mirar al norte y que ha seguido tan campante por siglos.
¿Mirar al norte cuando la cosecha de hostilidades allí se ha acrecentado?, reclamará no sin razón la burguesía colombiana, que por algunos portazos ha llegado incluso a hablar de “ponerse duros” con Washington, como lo recordó el propio Vicepresidente Santos a raíz del congelamiento de ciertas sumas para los gastos de guerra que tomó el Congreso norteamericano ante las reiteradas violaciones de los derechos humanos.
Pero como los gobiernos no tienen amigos sino intereses y en las relaciones bilaterales USA – Colombia siempre han primado las de la metrópoli, no sería ninguna sorpresa que los nuevos gobernantes demócratas, ya afincados en la Casa Blanca, recompongan el cuadro con su viejo socio para que éste pueda continuar mirando al norte sin tanta angustia. A cambio, eso sí, de algunos pases de maquillaje interno como inocuas medidas en materia de libertad sindical para contentar a ciertas tribunas como las de la AFL-CIO que contribuyeron con la victoria demócrata. Es claro que Uribe no va a modificar a fondo un centímetro el tapiz de su política de seguridad democrática y de ofensiva permanente contra el movimiento popular.
A la vieja usanza del gatopardismo, cambiará algo para que todo siga igual.
La presidenta argentina marcha en París para pedir la entrega de la política secuestrada

Pugna Cristina Fernández

por un canje para liberar a Betancourt

■ Pide a gobiernos latinoamericanos que apoyen las gestiones de un intercambio humanitario

■ La madre de la ex candidata presidencial niega que su hija padezca hepatitis y leishmaniasis

Afp, Dpa y Reuters


París, 6 de abril. En una marcha por la liberación de Ingrid Betancourt celebrada hoy aquí, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner advirtió que la entrega de la política secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) debe lograrse mediante un “canje humanitario” de cautivos de la mayor fuerza insurgente colombiana por guerrilleros encarcelados, razón por la que pidió a los gobiernos latinoamericanos que apoyen estas gestiones “en la medida de lo posible”.

La gobernante, que participó en una de las “marchas blancas” celebradas este domingo en 16 ciudades de Francia para reclamar la libertad de Betancourt, destacó la importancia del canje humanitario, aunque subrayó que la recuperación de la ex candidata presidencial “es algo imperioso”.

Además de Betancourt, entre las cuatro decenas de cautivos “canjeables” de las FARC hay policías, militares y tres estadunidenses capturados en 2003 cuando realizaban labores de espionaje para Washington y Bogotá, en el contexto del Plan Colombia, dirigido desde 1999 a combatir militarmente el narcotráfico y la insurgencia.

La guerrilla advirtió el jueves pasado que sólo liberará a Betancourt si el gobierno del presidente Álvaro Uribe excarcela a medio millar de insurgentes, puesto que este año ha dado muestras de su voluntad de avanzar hacia una negociación política del conflicto que data de los años 60, al liberar en enero y febrero a seis ex legisladores, con auxilio del gobierno venezolano.

Unas 15 mil personas marcharon este domingo desde la Plaza de la Ópera hasta la sede de la Asamblea Nacional, en el centro de París, mientras que cientos de personas se sumaron a las manifestaciones en ciudades como Marsella, Estrasburgo, Niza y Toulouse.

En la Plaza de la Ópera estuvo el ministro de Relaciones Exteriores, Bertrand Kouchner; la titular de Justicia, Rachida Dati; la secretaria de Estado para los Derechos Humanos, Rama Yade; el alcalde de París, Bertrand Delanoe; Carla Bruni, esposa del presidente francés Nicolas Sarkozy, y numerosas personalidades francesas de la política y el arte, cuya participación en estas manifestaciones no es usual.

Las concentraciones en París y otras localidades francesas en favor de Betancourt se han hecho cada vez más frecuentes en el último año, impulsadas por comités de apoyo a la liberación de la política de 46 años, quien también tiene la nacionalidad francesa.

“No detendremos jamás estas gestiones”, dijo Kouchner ante la multitud, en referencia a la misión de auxilio médico enviada esta semana por Francia, con respaldo de España y Suiza.

“Ingrid debe ser liberada lo antes posible”, dijo Carla Bruni de Sarkozy, quien aseguró que “me ha afectado enormemente” la situación en la que se encuentra la política colombiana, que antes de ser secuestrada por las FARC en plena campaña proselitista en febrero de 2002, fue representante (diputada) y senadora en el Congreso colombiano.

Las “marcha blancas” ocurrieron al final de una semana en la que circularon diferentes versiones sobre el estado de salud de Betancourt, según las cuales padece hepatitis B y leishmaniasis, una enfermedad tropical cuyos síntomas son la formación de úlceras e inflamación del hígado.

Testimonios difundidos por medios colombianos en las dos últimas semanas han dado cuenta de que las FARC tienen escondida a Betancourt en la zona selvática de la provincia de San José del Guaviare, en el sureste de Colombia, cerca de la frontera con Venezuela.

Yolanda Pulecio, madre de Ingrid, negó hoy en Bogotá que su hija sufra esas enfermedades y dijo tener información de que tiene amibiasis, colon irritable y gastritis, lo que le impide alimentarse correctamente.

Al terminar el recorrido en el edificio de la Asamblea Nacional francesa, el Palais Bourbon, Fernández de Kircner volvió a hablar ante la multitud para subrayar que además de reclamar la liberación de Betancourt, “no abandonaremos la lucha por los derechos humanos hasta que el gobierno colombiano comprenda que las operaciones militares deben cesar para solucionar este problema”.

La presidenta apuntó también que en su reunión de este lunes con Sarkozy discutirá “el tema del canje humanitario”.

Sarkozy fortaleció el martes pasado su participación en la búsqueda de un mecanismo para la liberación de Betancourt al enviar un mensaje al líder de las FARC, Manuel Marulanda, en el que pidió específicamente la liberación de Betancourt.

Dos días después, el canciller de las FARC, Rodrigo Granda, respondió que la liberación sólo se hará mediante el canje.