Montag, 29. September 2008

Los embajadores




Dijo Juanes, el cantautor, que “mucha gente va por el mundo haciendo patria, incluso los inmigrantes que han tenido que dejar el país para ayudar a sus familias. Ellos también son embajadores”.

A los empresarios y gente de negocios que en la fiesta de la revista Portafolio aplaudieron las palabras de Juanes les debieron parecer muy bonitas, muy solidarias, muy chorreantes de buenos sentimientos. Y, al aplaudirlas, debieron sentirse ellos mismos también muy solidarios y muy bonitos, antes de pasar a manteles. Pero las cosas no son así.

Los inmigrantes de que habla Juanes lo son en otros países, cuando los dejan llegar allá, legales o ilegales: y está en el capricho de cada país decidir si los aceptan con generosidad o si los rechazan con egoísmo. Pero vistos desde Colombia son emigrantes. Se van de aquí. De aquí los echan. Aquí sobran. La tan cacareada “confianza inversionista” no da para generar el empleo que necesitan, y menos teniendo la competencia de tanto desplazado interno como genera la tan cacareada “seguridad democrática”: tanto “migrante”, para usar la también bonita y también errada palabra del asesor presidencial José Obdulio Gaviria. Los “inmigrantes” de Juanes, que son cuatro millones, y los “migrantes” de Gaviria, que son otros cuatro, (sumados, la quinta parte de la población colombiana) o sea, los desplazados externos e internos, económicos y políticos, no “van por el mundo haciendo patria”. Van por el mundo porque los expulsaron de su patria los que se están quedando con ella, “refundándola”, como dicen en sus pactos de sangre. Para venderla luego, y sacar fuera las ganancias. Los emigrantes colombianos salen huyendo de su patria, para que esa mala patria no los mate o no los deje morir de hambre.

Y no son, por supuesto, embajadores. Son fugitivos del desastre, supervivientes del naufragio. Embajadores: qué bien suena, qué bonito, y sin duda, qué eficaz en términos prácticos: “Recíbanme ustedes aquí en España, o en los Estados Unidos o en el Ecuador, porque aunque parezca un refugiado en realidad soy un embajador”. Cómo van a ser embajadores esos colombianos que tienen que rebuscar en el mundo la seguridad para sus vidas que no encuentran aquí, el sustento para sus familias que no encuentran aquí, en este país de la tan cacareada “cohesión social”. Los embajadores de verdad son otros.

Los embajadores, con título y con sueldo y con gastos de representación, son, por ejemplo, este señor Salvador Arana, embajador en Santiago de Chile y hoy preso por asesinato de campesinos y organización de bandas paramilitares cuando era gobernador de Sucre; y este señor Jorge Noguera, cónsul en Milán, hoy investigado por asesinato de sindicalistas y protector de esas mismas bandas narcoparamilitares cuando era director del DAS; y este señor Luis Camilo Osorio, embajador en México, hoy acusado de encubridor de narcoparamilitares cuando era Fiscal General de la Nación; y este señor Juan José Chaux, embajador en Santo Domingo, acusado de alianzas con los narcoparamilitares cuando era gobernador del Cauca; y este señor Sabas Pretelt, embajador en Roma, acusado de cohecho para permitir la reelección presidencial cuando era ministro del Interior y de Justicia (los narcoparamilitares lo despidieron llorando). Los embajadores verdaderos son esos. Y otros más, sus semejantes, que lejos de tener que “ayudar a sus familias”, como dice Juanes, son ayudados por ellas a obtener sus cargos y sus sueldos diplomáticos: parientes de políticos, sus hijos y sobrinos, o políticos profesionales ellos mismos: como el ex presidente Andrés Pastrana, que aceptó un fugaz puesto de embajador en Washington; o como el ex presidente Ernesto Samper, que también aceptó, pero por razones ajenas a su voluntad no llegó a sacarle jugo, un puesto de embajador en París.

Esos son los embajadores. No es ningún honor, en los tiempos que corren, ser embajador de Colombia ante el mundo de esta tan cacareada “patria”. Los emigrantes que han tenido que irse expulsados, y que por cuenta de esa clase de gente que los echó son recibidos con desconfianza en el extranjero no merecen que, por añadidura, venga un cantante a insultarlos llamándolos también a ellos “embajadores” y diciendo que están “haciendo patria”.

°°
°°
°°
°°


Entrevista a Jaime Guaracas, legendario guerrillero de las FARC

“Son las necesidades del pueblo lo que ha primado para las FARC”



Me recibe en esa esquinita del mundo. Hace tremendo calor, y el color de las nubes presagia aguacero. Notando mi preocupación me dice que ese rancho, de madera y hojas, ya ha resistido varios vendavales. Reparo que en la salita los libros son el único lujo. Con el paso de las horas me doy cuenta que sus tesoros son dos fotos: en ambas está con Manuel Marulanda Vélez, el recientemente fallecido comandante de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.

Tengo ante mí a uno de los guerrilleros más legendarios de Colombia: Jaime Guaracas. Es de los mitos revolucionarios aun en vida, parte indisoluble de la fundación y desarrollo de las FARC. Durante la Séptima Conferencia, mayo de 1982, fue elegido a la máxima instancia de esa organización, el Secretariado. El cargo debió dejarlo ante su estado de salud.

Cuenta que sus “achaques” fueron surgiendo poco a poco, rezago de las torturas que le infligieron luego de ser detenido en Cali, al suroccidente del país, el 5 de junio de 1973. “ Los militares me tuvieron tres meses encerrado en una celda llamada “amansa-locos”, sometido a los métodos más salvajes que han aprendido de los especialistas estadounidenses .”

Guaraca tiene una memoria fotográfica. Recuerda en qué río, colina, camino, lejano pueblo, mes y día sucedieron detalles trascendentales de la historia colombiana, que bien pocos conocen.

Aquí una pequeña porción de lo conversado con este personaje, quien casi nunca ha dado entrevistas.

- ¿De donde proviene Jaime Guaraca?

- Vengo de una familia campesina muy humilde, colonizadora de un pedazo de tierra en el Tolima, al sur del país. Mis padres tumbaron selva para construir dos finquitas, donde nacimos seis varones y dos mujeres. Soy el único que queda vivo de la familia. Mi madre y mi hermana menor murieron muy jóvenes por falta de un médico .

El 9 de abril de 1948, al ser asesinado el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, la violencia del gobierno conservador contra liberales y comunistas se propagó por todo el país. Mi familia debió hacer lo mismo que miles de campesinos: esconderse en la selva para huir de la muerte. Mis hermanos mayores se fueron busca de otros jóvenes que se estaban organizando para defender su vida, pues la policía los perseguía para asesinarlos, por el delito de ser liberales. Estos jóvenes se convirtieron en guerrilleros que lucharon contra la dictadura fascista. Yo era muy niño.

- ¿Cuándo Usted se vincula a la lucha guerrillera?

- En 1953 el general Gustavo Rojas Pinilla se toma el poder. Ante sus ofrecimientos de paz, las guerrillas liberales se desmovilizan. Algunos de sus comandos, que habían actuado con los comunistas, deciden aliarse al gobierno militar para perseguirnos.

La consigna del gobierno era eliminarnos, y para ello contaba con el ejército, la policía, conservadores y liberales. Entonces, liderados por Jacobo Prías, más conocido como “Charro Negro”, jefe del movimiento comunista agrario, decidimos replegarnos.

Charro nos hizo formar. Éramos unos ochenta guerrilleros. Nos explicó que los ofrecimientos de Rojas Pinilla no eran lo que Colombia y los colombianos necesitaban. Que todo era una mentira y se iba a demostrar muy pronto. Por tanto él no aceptaba ninguna entrega de armas. Luego pidió que diera un paso al frente quien quisiera seguirlo. Que debía ser una decisión voluntaria, repitiéndonos que la lucha sería larga y dura.

Lo hice. Yo apenas tenía quince años.

Con nosotros estaba el camarada Marulanda, quien se había vinculado al movimiento de autodefensa comunista del Tolima, en 1953. Su padre, don Pablo, ya viejito, también nos acompañaba.

Éramos 30 personas: 26 varones y cuatro mujeres. Un grupo que ayudó a organizar las regiones de Riochiquito, el Pato, Marquetalia y otras, al sur del país.

- ¿Cómo continuó ese proceso organizativo de lo que sería las FARC?

- El 27 de mayo de 1964 se toma como la fecha en que se funda las FARC. Ese día se atacó nuestra región, como parte de la llamada Operación Marquetalia, que fue una guerra preventiva contrainsurgente. Se dijo que esa zona y otras eran “repúblicas independientes”, y le puedo asegurar que de eso no había nada. Fue el pretexto para lanzarnos 16 mil hombres del ejército bien equipados, más aviones, helicópteros y artillería.

Los verdaderos mandos eran estadounidenses. Nosotros teníamos unos aparaticos de comunicación, “boqui-toquis” y cada vez que los encendíamos sólo escuchábamos a los gringos. Yo cogí fastidio de oírlos. (walkie-talkie),

Por donde uno miraba había tropas. Y aunque sin experiencia ni buen armamento, 52 hombres y tres mujeres las enfrentamos.

- En este caso, ¿qué quiere decir “enfrentar”? ¡Eso era una batalla de hormiga contra elefante!

- Esperar hasta que llegaran donde el tiro de la carabina los alcanzara, en especial a los que encabezaban la columna. Retroceder, para volverlos a esperar.

- Siempre me ha parecido irreal que esa cantidad de campesinos no saliera completamente derrotada.

- Sí, sí: yo tengo el nombre de todos ellos, así como el nombre de sus finquitas.

Pero mire, fue muy bonito, porque en medio de aquello que estaba tan difícil nos reunimos. Entonces el camarada Marulanda nos preguntó: ¿Vamos a resistir o nos rendimos?. Y todos dijimos: ¡resistimos! ¿Somos libres o esclavos? Y respondimos: ¡Lucharemos por ser libres!

- ¿De donde surge el nombre de FARC, y en qué momento Manuel Marulanda asume su dirección?

- A pesar de que en 1966 seguían las operaciones militares, entre abril y mayo realizamos la Segunda Conferencia en la región de Duda Departamento del Meta. Ahí se discutió y se decidió que la organización se llamaría FARC.

En esa Conferencia, donde participaron unos 350 combatientes, se hizo realidad la idea que teníamos: crear una sola organización que agrupara a fuerzas de varias zonas, y bajo el mando de una sola dirección. Así fue: se nombró un Estado Mayor, con el camarada Marulanda al frente. Manuel fue ratificado como jefe, porque ya venía siéndolo desde que Charro fuera asesinado, en enero de 1960. Todos le reconocíamos el liderazgo, porque era indiscutible.

- Entre 1967 y 1970, más o menos, la naciente FARC pasa por una grave crisis debido a los golpes del enemigo. Superada, empezaría a demostrar una gran metodología política y militar. ¿De donde proviene, en especial la militar? ¿Tuvieron instructores?

- Es una pregunta muy importante porque en estos tiempos se dicen muchas cosas, tratando de minimizar la obra de un grupo de hombres que ha entregado todo por el bien del pueblo colombiano.

Cuando nos llega la Operación Marquetalia ninguno de nosotros tenía experiencia militar. Ni sabíamos qué tipo de ejército íbamos a enfrentar. Había dos reservistas, pero no sabían de técnicas de combate, ni siquiera cómo hacer una emboscada. Le digo que eso fue muy duro.

El único hombre que se metió a estudiar táctica y estrategia militar fue el camarada Marulanda.

- ¿Cuál fue su metodología?

- Él era un observador, y de todos los aspectos de la vida humana. En lo militar, él fue observando, reflexionando, cómo se comportaban la policía y el ejército en los mismos combates. Así fue extrayendo enseñanzas.

Sin instructor, la escuela de nosotros fue la práctica. Aplicamos un método que hasta hoy me parece justo: las reuniones de balance. En ellas el guerrillero exponía todo lo que había visto, palpado, escuchado. Luego el camarada Marulanda resumía, explicándonos el por qué de muchas cosas y errores.

Hasta que el camarada vio la necesidad de ponerse a estudiar. Fue un autodidacta de primera línea. Leyó a Lenín, Marx, Bolívar, sobre la guerra vietnamita y la guerra de guerrillas de Mao. Leía los manuales militares, en especial los del ejercito colombiano, porque decía que el enemigo había que conocerlo por adentro.

Sin escuela de instructores duramos hasta 1972. El camarada Marulanda fue quien empezó a dar cursos, a formar instructores, a trasladar la experiencia. Esa fue parte de la obra que él dejó, además de la fidelidad a la causa. Fueron 59 años de vida guerrillera.

Quizás atraído por el delicioso aroma de la comida que se preparaba, un perro se obstinaba en ladrar. Ni esto perturbaba a Jaime Guaracas. La tormenta se había detenido, pero las grises nubes seguían sin inmutarse.

Vació de una sola vez el vaso con jugo que, por segunda vez, nos brindaban, preparado con esas frutas que sólo se dan por estas tierras. Ya hemos charlado unos buenos momentos. El recordar tanta historia, parece que le imprime energía adicional. Llega el momento de tocar temas actuales.

- ¿Qué dice Usted de las acusaciones que se le hacen a las FARC, por ejemplo, que son una “narcoguerrilla”?

- El gobierno, la gran prensa y muchos que se dicen intelectuales, dentro y fuera de Colombia, han dicho que las FARC han cambiado. Que al comienzo era un grupo con un programa revolucionario, que luchaba por la reforma agraria. Dicen que de un tiempo para acá se convirtió en lo que ellos llaman “narcoguerrilla”. Y uno piensa: ¡cómo ellos acondicionan los términos a sus necesidades!

Cuando surgieron los grupos revolucionarios se les denominaba “chusma”, que es una bajeza. Poco después les denominaron “comunistas”, contando que el comunismo era lo peor. O sea, diciendo del comunismo lo que exactamente ellos hacen contra los colombianos. Luego se les trató de antisociales, criminales, bandoleros, y todos los términos que se imagine. La acusación se fue cambiando, hasta que llegaron a lo de “narcoguerrilla”, término impuesto por el ex embajador estadounidense, Lewis Tambs. Vea como es de irónica la vida: ¡Este mismo personaje fue expulsado de Costa Rica por narcotraficante!

- Se le cuestiona a las FARC la retención de militares y policías.

- Ellos no han sido secuestrados, fueron capturados en pleno combate. Por lo tanto se trata de prisioneros de guerra, como lo son los guerrilleros que están en las cárceles.

- Pero lo mismo no podrá decir de los civiles.

- Mire, durante las negociaciones con el gobierno del presidente Andrés Pastrana, las FARC entregaron a más de trescientos militares retenidos: no liberaron ni a un guerrillero, y existen condenados a cincuenta y sesenta años, muchos de ellos enfermos.

Cuando las FARC vieron que no existía ninguna intención de intercambio de prisioneros, se decidió retener a personas de peso político.

A Ingrid Betancourt no fue necesario irla a buscar, porque se entró a una zona guerrillera. Ella creyó que no se sabía de su pertenencia a la burguesía.

¡Es que en esta guerra la burguesía no ha sufrido!

Pero ni con esos retenidos reaccionó el gobierno, porque no le ha importado negociar prisioneros, menos la paz. Con Uribe Vélez todo es guerra.

- Ahora que menciona a la señora Betancourt, ¿cómo fue en realidad su rescate?

- Fue una operación donde intervinieron franceses, israelíes y gringos. Pero lo esencial es que, ella y el grupo de los catorce, salieron bajo el ofrecimiento de una recompensa económica a los dos máximos responsables de su custodia. Y más: es posible que en esa negociación vinieran desde mucho antes. En la última prueba de supervivencia que se entregó, esa foto de Ingrid, donde se ve sentada y con cara de casi muerta, fue preparada. Explíqueme: ¿por qué los responsables de su custodia dejaron salir la carta enviada por Ingrid a su madre, donde contaba tantas mentiras sobre su salud y el trato que recibía? ¿O es que la tuvieron que ayudar a bajar del avión cuando regresó a Bogotá o Paris? Los exámenes médicos oficiales que le hicieron en Paris, ¿mostraron algún problema de salud?

Esos que se vendieron creyeron en promesas, pajaritos en el aire, y exilio dorado en París. Nada les han dado: siguen en la cárcel y amenazados con extradición a Estados Unidos.

A ellos les está pasando como al asesino del comandante Iván Ríos, quien después le cortó la mano para llevarla de prueba al ejército: está haciendo huelga de hambre en la cárcel porque no le han cumplido. Y no le cumplirán.

Así le paga el diablo a quien bien le sirve.

- La señora Betancourt está diciendo que no volverá a Colombia porque es objetivo militar de las FARC.

- Con ese cuento, ¿será que ella y su familia quieren sacar más compasión, y obtener más de los millones que ganaron con las campañas que se realizaron, y donde tanto ingenuo cayó? ¿O le falta inflar un poquito más le ego desmesurado que tiene? La importancia política que tuvo desapareció.

- En este año 2008 las FARC han recibido duros golpes. ¿Es cierto que las FARC están muy debilitadas?

- No digo que las FARC estén golpeadas: han tenido algunos fracasos. La muerte de Raúl Reyes, Iván Ríos y otros comandantes son fracasos. Con la salida de Ingrid y el grupo de los 14, soy conciente y lo digo: ahí se perdió una batalla política. Pero es que las guerras son así, todo el tiempo no se ganan batallas.

Ya se reestructuró la dirección. Alfonso Cano, el nuevo jefe, ha dicho que el Manifiesto Bolivariano continúa su curso; que las FARC se guían por lo mismo en lo militar, político y organizativo. Que las siguen con las puertas abiertas para buscar la paz con justicia social.

Todo lo demás son mentiras. Eso sí: que se olviden de que las FARC están derrotadas o de que han perdido su rumbo. Porque las causas que originaron esta guerra se han incrementado, se han ido desarrollando. Hoy, el pueblo sufre y padece más que en 1946. Hoy más que nunca el país es dirigido desde Washington: Uribe es un simple mayordomo.

- Se repite que con Alfonso Cano muchas cosas van a cambiar en las FARC, empezando por volverse “más política”, o que se van a desmovilizar.

- Alfonso es un hombre muy inteligente y estudiado. Es un cuadro político que va a jugar un papel importante en la dirección, porque en las FARC la dirección es colectiva. Cuando ella se reúne, ahí llegan todos los planteamientos, se discuten y se toman decisiones por mayoría. Nadie se puede salir de eso.

Por eso son especulaciones el decir que con Cano se abren grandes posibilidades para la entrega de las FARC.

- ¿Cuántos años más de guerra le esperan al pueblo colombiano?

- Lamentablemente, la paz no está en manos de las FARC, sino en las de la burguesía y el imperialismo

Si Uribe, que se cree un súper presidente, fuera un poco inteligente y quisiera la paz, podría empezar a darle salida a la guerra con un simple decreto. Las FARC están dispuestas a negociar a la hora que sea, pero no en cualquier sitio; no en cualquier condición; no por cargos en el Congreso para su dirigencia.

Colombia necesita paz, pero no la paz de rendición, no de entregar armas a cambio de nada para las mayorías del país.

Son las necesidades del pueblo lo que prima para las FARC, porque sus comandantes sí viven rodeados del pueblo, y conocen lo que sufre ese pueblo.

- ¿Una negociación política puede abrir el real camino hacia la paz?

- Mire, durante los diálogos con el gobierno del presidente Pastrana, realizados en la zona del Caguán, se avanzó mucho. Se llegó a firmar una agenda común, donde los puntos de las FARC y del gobierno se fusionaron en uno. Sólo era empezar a trabajar.

¿Qué pasó? Que Washington y la burguesía colombiana creyeron que así llegaría la revolución. Entonces prefirieron volver a invertir en la guerra. Claro, impulsados por el poderoso consorcio militar de Estados Unidos. Porque son ellos, junto a la gran burguesía y el mando militar colombiano, los que fomentan la guerra para llenar sus arcas.

Lo cierto es que de las burguesías latinoamericanas, la colombiana es la tiene una característica sin igual: acogió la formula de aplicar la violencia, la muerte, a sus opositores. Todo lo quiere resolver matando a quien estorbe a sus planes.

- ¿De dónde puede venir esa “característica” de la burguesía colombiana?

- Yo se la adjudico a los españoles, aunque falta hacer una investigación sociológica y sicológica que nos diga qué tipo de español llegó a Colombia. Qué herencia tan terrible nos dejaron, porque la violencia política de los poderosos en nuestro país viene desde la colonia.

- Aunque sólo unos pocos dementes e interesados creen aún que por la vía militar y la violencia contra el pueblo se puede acabar con la guerrilla, tampoco veo factible que por el momento la guerrilla se tome el poder.

- Somos muy realistas, por ahora no podemos derrotarlos, pero un mal no dura cien años, ni un cuerpo lo resiste. Ningún cambio social ha sido fácil. Eso sí, que no se equivoquen: mientras persistan las causas que generaron la lucha, la guerrilla será invencible.

La propaganda de ellos dice que el pueblo colombiano está cansado de la guerra, y que por eso muchos le colaboran al ejército, pero eso no es cierto. De ser así, la guerrilla no estaría por todo el país.

La guerrilla hizo un repliego estratégico para enfrentar al Plan Colombia. En la selva están las fuerzas principales, pero existen combatientes a los alrededores de Bogotá, Cali, Medellín. Lo que pasa es que no se dan cuenta de su presencia porque hay una base que los oculta, que los apoya.

Las FARC tienen organizado su partido Comunista Clandestino, PCC, y al Movimiento Bolivariano por una Nueva Colombia. Estos trabajan clandestinamente con las masas, por todo el país, calladito.

Si se mira con objetividad, Uribe es el derrotado porque no ha logrado acabar con las FARC con sus planes Colombia y Patria. Junto a Washington han derrochado miles de millones de dólares, y las FARC continúan.

- Dígame, ¿si no es militarmente, cómo el Estado colombiano y Washington podrían poner a tambalear realmente a las FARC?

- Si ese dinero que invierten para la guerra y la represión, lo invirtieran en salud, educación, una reforma agraria, quizás se pondría en cuestionamiento a las FARC.

Si se empiezan a solucionar las causas que mantienen latente el conflicto, si no se continúa el asesinato a los opositores, por lógica bajaría la tensión. Se iría cerrando la posibilidad para que las FARC digan que el pueblo sufre.

Es por eso que el establecimiento tiene las posibilidades de resolver este conflicto, ¡y ahora mismo!

Pero no: Uribe, el imperialismo y la burguesía tienen la gran ilusión de derrotar a las FARC militarmente. Y ahí están, le repito, bien equivocados.

Bajo las condiciones actuales del pueblo colombiano, tenga la certeza de que las FARC seguirán existiendo. Las FARC están dispuestas a seguir la lucha, resistir y vencer.

Hernando Calvo Ospina es colaborador de Le Monde Diplomatique . Nominado al Premio Lorenzo Natalí para el Periodismo, 2005, de la Comisión Europea. Autor, entre otros: “Colombia, laboratorio de embrujos. Democracia y terrorismo de Estado”. A kal-Foca, Madrid 2008.






13.634 muertos por violencia en el gobierno Uribe

Afp


Al menos 13.634 personas murieron por "la violencia sociopolítica" en Colombia bajo el actual gobierno, según un informe de ONG revelado en la antesala del encuentro este martes del presidente Álvaro Uribe con la alta comisionada de la ONU para Derechos Humanos, Navanethem Pillay.

El encuentro con la alta comisionada hace parte de la agenda que cumple Uribe en Nueva York, a donde viajó para asistir a la asamblea general de Naciones Unidas. El documento dirigido al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, afirma que entre 2002 y diciembre de 2007, "por lo menos 13.634 personas perdieron la vida fuera de combate, a causa de la violencia sociopolítica" y que esa cifra supera las 23.000 muertes, si se agregan los muertos en combate.

Según las ONG, que citan informes judiciales y policiales, el Estado es responsable directa o indirectamente en 75% de los casos en los que el autor fue identificado. En 24,5% de las muertes la responsabilidad recae sobre la guerrilla.

En seis de cada diez casos la responsabilidad del Estado está relacionada con la "tolerancia o apoyo a las violaciones cometidas por los paramilitares" de extrema derecha, añaden las organizaciones no gubermentales.

"Han aumentado dramáticamente los casos de ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, torturas, detenciones arbitrarias y el desplazamiento forzado", sostiene el documento firmado por más de un millar de organizaciones agrupadas en la Alianza de Organizaciones Sociales, la Asamblea de la Sociedad Civil por la Paz y la Plataforma Colombiana de Derechos Humanos.

En diciembre, el Consejo de Derechos Humanos tiene previsto realizar un examen detallado a la situación en Colombia.

El documento también asegura que "al contrario de lo que manifiesta el gobierno, el paramilitarismo no ha sido desmantelado" y unos 9.000 combatientes de esos grupos siguen combatiendo, pese al proceso de paz concluido en 2006 en el cual -según cifras oficiales- se desarmaron más de 31.000 milicianos de extrema derecha.

Señala el informe que tan sólo 116 de esos paramilitares están siendo investigados por sus crímenes "y ninguno ha sido condenado, por lo que no se han garantizado los derechos de las víctimas".

El texto igualmente denuncia "los ataques permanentes del gobierno en contra de la Corte Suprema de Justicia" que investiga vínculos de paramilitares y congresistas.

Unos 60 legisladores, casi todos oficialistas, han sido investigados por nexos con las organizaciones armadas de extrema derecha.