Sonntag, 22. Februar 2009

La otra cara de la “seguridad democrática”
No todos los colombianos se llaman Ingrid

Le Monde Diplomatique


Desde la liberación de Ingrid Betancourt, el 2 de julio de 2008, los otros rehenes secuestrados por la guerrilla colombiana desaparecieron de la agenda mediática. Sí se supo que el pasado 13 de enero el presidente colombiano Álvaro Uribe recibió en Washington, de manos de su homólogo estadounidense George W. Bush, la medalla presidencial de la libertad. Todo un símbolo, cuando la política de “seguridad democrática” de Álvaro Uribe es sinónimo de importantes violaciones de los derechos humanos y constituye una barrera al desarrollo de la sociedad civil y a la resolución de la guerra interna que carcome a Colombia desde hace más de cincuenta años.

Centro de Bogotá. A la entrada de un rascacielos vigilado por cámaras, un guarda pregunta mecánicamente: piso, razón de la visita, documento, número de teléfono. A cambio, un pase autoriza a atravesar el hall, da derecho a un cacheo minucioso y permite el acceso a los ascensores. En el vigésimo quinto piso, otro guarda hace las mismas preguntas. Por último, dos puertas blindadas y una cámara de seguridad marcan la entrada a las oficinas: organizaciones de defensa de los derechos humanos, sindicatos, partidos políticos, organismos independientes. A veces, además de los guardaespaldas, una ambulancia sigue los trayectos de un político de la oposición que se desplaza en auto blindado.

¿Será un mito la “seguridad democrática”, esa enérgica política del presidente Álvaro Uribe Vélez, quien llegó al poder en 2002? Numerosos magistrados, miembros de organizaciones no gubernamentales (ONG), sindicalistas, políticos o políticas e incluso algunos periodistas parecen pensar eso. Según Alirio Uribe, defensor de los derechos humanos, sólo algunos privilegiados –la elite, las empresas, las multinacionales– se ven beneficiados con dicha política. En cambio, “todos aquellos que critican la política del Presidente o se oponen a su régimen son satanizados”. Cuando no asesinados. En silencio: los medios están muy ocupados.

Muy ocupados cuando expresan una emoción legítima: “Ingrid Betancourt, rehén de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)” (desde el 23 de febrero de 2002), o un alivio compartido: “¡Ingrid liberada!” (el 2 de julio de 2008); cuando se entusiasman definitivamente: “Betancourt se encuentra con Sarkozy”, “‘IB’ Women World Awards 2008/2009”, “Santa Ingrid con el Papa”, “La ex rehén vuelve a Colombia” con una única preocupación (por lo demás, incuestionable): “¡No más secuestros!”. Las FARC todavía retienen a 28 “prisioneros políticos”, civiles, militares o policías, con la intención de cambiarlos por guerrilleros apresados.

Las otras víctimas

El 28 de noviembre de 2008, cientos de miles de manifestantes ostentando remeras blancas atravesadas con la inscripción “Colombia soy yo” desfilaron por las principales ciudades del país y por capitales extranjeras (París, Madrid, etcétera). Como en otras circunstancias, la manifestación, que gozó del apoyo (implícito) del poder colombiano y (explícito) de los medios nacionales y extranjeros, señaló con el dedo a uno solo de los protagonistas del conflicto colombiano: la guerrilla (1).

Curiosamente, el 6 de marzo de ese mismo año, una manifestación contra la violencia de Estado no se había visto beneficiada de la presencia de los reflectores ni las cámaras: “Marchamos para protestar contra las fosas comunes, las masacres, los asesinatos, las desapariciones y los desplazamientos de la población, pues se propagó la idea de que había que mostrarse más solidario con los rehenes, y con una rehén en particular, que con las víctimas del Estado y los paramilitares”, explica Jorge Rojas, director de la Consultoría para los Derechos Humanos y los Desplazamientos (Codhes), una organización no gubernamental (ONG). Mientras José Obdulio Gaviria, primo hermano de Pablo Escobar (el difunto barón de la droga) y asesor del presidente Uribe, calificaba a esta demostración como “marcha promovida por las FARC”, las Águilas Negras, nueva apelación de los grupos paramilitares, proferían amenazas de muerte contra los organizadores y los participantes. Sin embargo, convencidas de que la sociedad civil no debe flaquear “cada vez que los paramilitares o el Presidente las amenazan”, como exclamó un manifestante, más de 300.000 personas se movilizaron en Colombia.

Una semana después, seis organizadores de esa marcha fueron asesinados. Diez sindicalistas corrieron la misma suerte en el lapso de un mes. Único consuelo: “Aunque no tiene los apoyos institucionales, económicos y mediáticos de los que gozó la marcha contra las FARC, en la cual nosotros participamos, la marcha del 6 de marzo rompió con el unanimismo que se nos quiere imponer y con la idea de que la violencia proviene únicamente de las guerrillas”, cuenta un organizador.

Hostil a cualquier diálogo con la oposición armada, el jefe de Estado privilegió la vía militar desde su llegada al poder. Entre 2002 y 2007 murieron 13.634 civiles, víctimas de la violencia política (2). Según el Codhes, de las cuatro millones de personas desplazadas a la fuerza desde 1985, tres millones lo fueron durante el gobierno de Uribe (3).

Para el abogado Sergio Roldán, esos traslados de población no se deben en nada al azar: “Los campesinos que se niegan a cultivar la hoja de coca son desplazados en beneficio de los narcotraficantes. Vía estratégica de transporte de armas y droga, la tierra es a la vez limpiada de su población en beneficio de los grupos armados. A fin de cuentas, es una fuente de explotación comercial. Para las industrias nacionales e internacionales, su acumulación es un punto clave, en el que el Estado también está implicado”.

Marco Romero, presidente del Codhes, calcula que el número de hectáreas expropiadas o “vendidas ilegalmente por funcionarios corruptos” asciende a 6.800.000. En este sentido, el caso del Chocó, la región de la costa del Pacífico donde viven las comunidades afrocolombianas, es emblemático. Miles de campesinos, obligados a huir de la violencia, abandonaron sus tierras “a los megaproyectos previstos para el cultivo de la palmera africana, utilizada en la fabricación de biocombustibles” (4).

“El período ‘uribista’ –cuenta Daniel Maestre, desplazado de la comunidad Kankouamo– es el más represivo que nuestras comunidades (indígenas) jamás conocieron. Hacer valer nuestros derechos y territorios reconocidos en la Constitución de 1991 y en las Cartas internacionales es muy difícil.” Víctimas de los paramilitares, de la guerrilla y del ejército –implicado en más del 60% de los casos, según la Organización Nacional de Indígenas de Colombia (ONIC)–, más de 1.200 indígenas fueron asesinados durante los últimos seis años. “La ‘seguridad democrática’ mató a más gente que a la que ayudó”, confirma Jairo Chicaza, un indígena Embera-Katio (5).
Unos 40.000 indígenas que exigían del gobierno “respeto por sus vidas y la apertura de un diálogo” se movilizaron a partir del 12 de octubre de 2008. Violentamente reprimida por las fuerzas del orden –cuatro muertos y un centenar de heridos en la comunidad “La María Piendamó”–, los indígenas desmienten las acusaciones del presidente Uribe que justifican la acción militar. “Nuestro movimiento es pacífico y no está aliado con las FARC –afirma Ayda Quilcue–. Si no, si todos los que sufren con la gran crisis social son delincuentes, guerrilleros, como dice el Presidente, ¡entonces todos los colombianos son miembros de las FARC!”

Jessica Hoyos, joven militante de la asociación Hijos e Hijas por la Memoria y contra la Impunidad, no dice otra cosa: “Debemos recordar quiénes eran nuestros padres, porque murieron en la indiferencia más absoluta. No eran terroristas sino gente que, por su trabajo o sus convicciones, querían mejorar este país. Es sólo que si uno se pronuncia contra Uribe, enseguida se convierte en un antipatria, un guerrillero; es por eso que hay tantos muertos y tanta gente obligada a exiliarse”.

El jefe de Estado se niega a admitir la existencia de un conflicto político en un país que padece una guerra interna desde los años ’50. La “amenaza terrorista” le alcanza como explicación. Para “pacificar” el país, el ejército pactó hace tiempo con los paramilitares, que combaten masivamente contra… campesinos, estudiantes, profesores, sindicalistas, defensores de los derechos humanos, periodistas y militantes políticos.

La “parapolítica”

Las familias de las víctimas que habían depositado todas sus esperanzas en las audiencias judiciales previstas por la ley llamada “Justicia y Paz”, adoptada en 2005 para “desmovilizar” a los paramilitares y echar luz sobre sus crímenes, enseguida se vieron desengañadas (6). Reunidas en torno al Movimiento Nacional de Víctimas de los Crímenes de Estado (Movice), hoy luchan contra el olvido y la impunidad “premeditada” del Presidente, quien extraditó a Estados Unidos a catorce de los jefes paramilitares más poderosos, donde serán juzgados por narcotráfico. En Colombia, acusados de crímenes contra la humanidad, podían hacer revelaciones incómodas sobre sus alianzas pasadas con la clase política.

Más de 170 funcionarios de Estado ya se han visto implicados en el escándalo de “la parapolítica”, un término que designa la colusión entre paramilitares, políticos y legisladores locales, cercanos o pertenecientes al movimiento del presidente Uribe. Entre ellos se encuentra Jorge Noguera, ex mano derecha del jefe de Estado y director del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) (7), detenido (y luego liberado) por haber puesto esa institución al servicio de los paramilitares y por haberles entregado una lista de dirigentes sindicales, profesores universitarios y opositores a asesinar (8); Guillermo Cossio, fiscal del departamento de Antioquia y hermano del ministro del Interior y de Justicia, relevado de sus funciones por sus vínculos “narcoparas”; Carlos García, presidente del muy uribista Partido U, etcétera.
Treinta y seis legisladores de la mayoría y dos ex presidentes del Senado están encarcelados, mientras que más de 65 diputados de la mayoría están siendo examinados. Fue arrestado el general Rito Alejo del Río, ex comandante de la 17ª Brigada con base en Carepa (comuna de Urabá, dependiente del gobierno de Antioquia, departamento gobernado por Uribe entre 1995 y 1997) y responsable, según el jefe paramilitar Ever Veloza (llamado “H.H.”), de la expansión del paramilitarismo en el país.

Paradójicamente, afirma Iván Cepeda, presidente del Movice, “estos acontecimientos vuelven nuestro trabajo más difícil todavía; el Presidente defiende a las personas vinculadas con los paramilitares y la mafia y nosotros nos convertimos en su blanco: veinte de nuestros dirigentes han sido asesinados desde 2005”. Sobre todo en los departamentos de Sucre, Antioquia y Córdoba, donde “al imponer un régimen del terror, los ‘paras’ deciden quiénes serán los representantes políticos, los decanos de las universidades, los funcionarios, etcétera. En una de esas zonas está la hacienda del Presidente, ubicada cerca de la de (el jefe paramilitar) Salvatore Mancuso. Podemos afirmar con seguridad que el que vive en la región, el que conoce la región, sabe lo que pasa allí”.

A pesar de la “desmovilización”, en 28 departamentos (de 32), actuarían estructuras paramilitares en toda libertad y con la bendición de las elites (9). Incluso en el exterior, informa Cepeda, las víctimas del Estado exiliadas o refugiadas ya no están seguras: “Acusadas de pertenecer a las FARC, son perseguidas por las dependencias diplomáticas de Colombia”.

Al igual que el diario El Tiempo, fuente de información de la prensa extranjera y propiedad de la familia del vicepresidente (Francisco Santos) y el ministro de Defensa (Juan Manuel Santos), los canales de televisión como RCN (Radio Cadena Nacional) y Caracol (Cadena Radial de Colombia) sirven como cajas de resonancia para la propaganda del poder.

Para aquellos que, en nombre de una prensa independiente, “luchan contra la visión falseada de la realidad, contra el unanimismo y el uribismo”, como Antonio Morales, quien regresó al país luego de seis años de exilio y dirige el nuevo diario Polo, las dificultades comienzan con las campañas “que impiden la distribución del diario y el acceso a la publicidad”. Acusados por el Ejecutivo de “favorecer los actos terroristas” porque cubren “las violaciones de los derechos humanos”, otros, como Holman Morris, periodista del programa de televisión Contravía, están amenazados de muerte. En suma, afirma este último, “no tenemos más alternativa que convivir con esas amenazas o practicar la autocensura”. No es necesario señalar que, en las zonas paramilitares, la libertad de expresión y el pluralismo político han desaparecido.
Sin embargo, observa el senador del Polo Democrático Alternativo (PDA) Gustavo Petro, “aun cuando estamos todos amenazados de muerte y padecemos la voluntad de destrucción del Presidente, los partidos de izquierda o de oposición existen en las ciudades. Es difícil matar a todo el mundo en la calle o acompañar con un arma a la gente que va a votar”. Ello explicaría en parte la elección de alcaldes de la oposición en las tres grandes metrópolis del país: Bogotá, Medellín y Cali. “En las regiones de César y Magdalena –recuerda con orgullo el senador, al evocar esos feudos paramilitares donde no hay más que un candidato (¡el de ellos!)–, ganó el voto en blanco.”

Aunque las manifestaciones de resistencia pacífica de la sociedad civil se multiplican, el temor a las represalias sangrientas persiste. “Con un gobierno tan autoritario e intolerante como el de Uribe, la oposición política no armada corre riesgos muy grandes –afirma Carlos Gaviria, presidente del PDA–; el gobierno no nos ve como una necesidad, sino como una traba a la democracia.” Confrontado a los ataques del Presidente y a los múltiples asesinatos de sus dirigentes, este nuevo partido, que reúne a la izquierda del país, todavía recuerda el exterminio (4.000 muertos) de los militantes de la Unión Patriótica en los años ’80 (10). Ante ese hito de la historia política de Colombia, ¿cómo no se va a considerar que existe “una lógica de Estado que empuja a la sociedad civil a la lucha armada”?

Absolutismo presidencial

Deseoso de postularse para un tercer mandato, el Presidente sueña visiblemente con desmantelar la Constitución de 1991. Ya logró hacerla revisar, no sin antes comprar los votos de algunos parlamentarios, para hacerse reelegir en 2006 (11). Para Fernando Cifuentes, procurador de la República, “los métodos del Presidente, las violaciones al texto constitucional y la ‘parapolítica’ no respetan los principios fundamentales de la democracia. Si esto sigue, nos dirigimos a una dictadura totalitaria”.

Según los testimonios, la llegada de Uribe a la cabeza del Estado, en efecto, no sirvió de mucho para la Justicia. “El Ejecutivo ejerce una verdadera presión sobre nosotros por las vías económica y política –exclama Esperanza Delgado, presidente de Asonal Valle del Cauca (un sindicato de magistrados)–. Trabajamos con garras y dientes y la Justicia no es respetada. Algunos fiscales nombrados por el procurador general de la Nación, él mismo elegido por el Presidente, deben actuar como se les pide, porque si no se los destituye o se los asesina. En el ámbito de la ‘parapolítica’, la Corte de Justicia tiene las pruebas y los testigos para juzgar y condenar a los diputados. Pero en lugar de dejarla hacer su trabajo, el Presidente la ataca apenas tiene la oportunidad de hacerlo.”

Una intervención patente en el caso de Mario Uribe, senador y primo del Presidente. Acusado y condenado en abril de 2008, el vicefiscal general lo liberó cuatro meses después “por falta de pruebas”. El fiscal Ramiro Marín, que había ordenado su arresto, renunció, “no porque Mario Uribe haya sido liberado, sino porque, en el proceso, la independencia de la Justicia fue pisoteada y con ella mi honor personal, familiar y profesional. Para mí estaba claro que había una suficiente cantidad de pruebas reales como para proceder a un arresto” (12).

Mientras la Justicia utiliza la ley para tratar de luchar contra el absolutismo presidencial, las estrategias del Gobierno para deslegitimar a los funcionarios de la Corte Suprema emanan de la Casa de Nariño, el palacio presidencial. Desde hace algunos meses, se reúnen altos funcionarios del Estado y emisarios paramilitares. ¿Su misión? Buscar pruebas contra los “prevaricadores golpistas que les hacen el juego a la guerrilla y al terrorismo”. Es así como Uribe califica a esos magistrados y jueces de instrucción que hurgan en la “parapolítica”. “Esas acciones ponen en peligro nuestras vidas y toda la credibilidad de nuestra institución y nuestra acción –afirma Delgado–. ¡Si el jefe de Estado se burla de la Justicia, imagínese los delincuentes!”
En todo el país ya hubo huelgas generales de funcionarios del Poder Judicial y es tan fuerte la indignación que los bloqueos se intensifican. En septiembre de 2008, durante 44 días, un movimiento nacional a favor de la independencia de la Justicia y la revalorización salarial movilizó a más del 80% de los efectivos de la institución judicial. Cerrado a todo diálogo, el jefe de Estado replicó decretando el estado de emergencia.
Y cuando no es el ejército, es el terror anónimo el que neutraliza el descontento. La noche del 31 de agosto, una bomba destruyó el Palacio de Justicia de la ciudad de Cali. Además de costar la vida a cuatro personas, con el atentado se hicieron humo expedientes instruidos para la inculpación de criminales. “No nos sentimos seguros –dice una fiscal–. El Presidente se apresuró a decir que se trataba de un atentado de las FARC, pero no se sabe nada. Yo tenía expedientes sobre narcotraficantes, paramilitares y políticos. Las audiencias estaban previstas para esta semana. Ahora no tengo nada, mi oficina fue completamente destruida.”

Para los sindicatos, esta guerra encarnizada contra “el terrorismo” tiene como objeto camuflar los fracasos del poder: un desempleo en alza, una economía en baja, 70% de pobres y 27% de aumento de las plantaciones de hoja de coca (13). En semejante contexto, ¿por qué Uribe entablaría un diálogo o negociaciones con la oposición armada? “Sin las FARC –afirma el sindicalista Luciano Sanin–, su política no tendría ningún sentido. Debe mantener la amenaza terrorista para justificar sus medidas de ‘seguridad democrática’, los gastos militares (el 6% del PBI) y la ausencia de inversión social.”

Acusados por el Presidente de “desestabilizar el Estado”, los sindicalistas se sienten más amenazados que nunca. “La cultura política de Colombia siempre rechazó el sindicalismo –sigue Sanin–, pero es la primera vez que tenemos un régimen tan neoliberal y represivo.” Según la Escuela Nacional de Sindicalistas (ENS), 2.684 sindicalistas fueron asesinados en 22 años; de ellos, 473 lo fueron durante los dos mandatos de Uribe (41 en 2008).

La acción de los sindicatos en el Congreso estadounidense condujo a los demócratas a suspender la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) Colombia-Estados Unidos. Principal objetivo de Uribe, ese revés explicaría en parte la represión. Pero para el presidente de la Central Unitaria de los Trabajadores (CUT), Tarcisio Mora, “el Presidente (también) quiere hacer realidad el sueño neoliberal: disponer de una mano de obra barata, explotable a voluntad, sin derechos ni sindicatos”, según el modelo de las Cooperativas de Trabajo Asociado (CTA), donde los emplea¬dores se ven eximidos de cualquier obligación de negociación colectiva y de gastos en salud y jubilación.

Este sistema, que limita los derechos de los empleados y debilita la fuerza de los sindicatos, rige en el ejército de trabajadores de las empresas azucareras del Valle del Cauca. Sin ningún tipo de protección social, cortan la caña de azúcar con machete durante catorce horas por día, siete días a la semana, por poco más de 200 dólares mensuales. Durante una huelga iniciada el 15 de septiembre, cerca de 18.000 cortadores de caña exigieron condiciones de trabajo decentes y el fin del sistema de las CTA. Fue necesario un cese de actividades de 56 días para que pudiera llegarse a un acuerdo con el Ministerio de Protección Social que mejorara las condiciones de trabajo. Mientras tanto, como el Gobierno había presentado al movimiento como “una protesta de delincuentes infiltrados por las FARC”, el ejército había intervenido violentamente, causando más de cien heridos.

Los otros sectores económicos no escapan a esta realidad. “De 19 millones de trabajadores –señala Mora–, menos de cinco millones gozan de protección social. Apenas 850.000 están organizados y uno de cada cien dispone de un acuerdo colectivo.” En cinco años, según la ENS, el Ministerio de Protección Social se negó a registrar 515 nuevas organizaciones sindicales, lo cual confirma los dichos de Sened Niño, presidente de la Federación Colombiana de Educadores (Fecode): “En este país, es más fácil armar una guerrilla que un sindicato”.

Exponiendo su vida y la de sus familias, los sindicalistas colombianos ejercen en efecto una actividad suicida. “Tengo que esconderme, proteger mi vida y la de mis hijos, mudarme cada vez que saquean mi casa y recibir amenazas de muerte –cuenta una dirigente–. Para mi familia, ser sindicalista es lo peor que le puede pasar a alguien en este país.”

En cuanto a las mujeres, las salvajadas que padecen “se expresan por fuera de los esquemas que caracterizan la violencia política –analiza Pilar Rueda, profesora de la Universidad de La Salle–. Se las apuñala para que parezca un crimen pasional, son víctimas de abusos sexuales o trabajos forzados y representan el 70% de la población desplazada”. En pocas palabras, concluye Rueda, con el pretexto de combatir la guerrilla “los paramilitares combaten contra una sociedad civil no armada”.
Sin garantías para defender sus derechos, la lucha no violenta de la sociedad colombiana que quiere construir una verdadera democracia en un país en guerra parece una apuesta. Sin embargo, el país rebosa de iniciativas individuales y colectivas alimentadas por la esperanza de obtener algún día el apoyo de la comunidad internacional. “No podemos competir con los medios, las armas, el dinero o el poder –afirma Lilia Solano, defensora de los derechos humanos–, pero podemos perseverar en nuestra lucha. No sé si no estaremos sufriendo una locura colectiva, pero nunca dejaremos de resistir.” ♦

REFERENCIAS

(1) Sin embargo, la movilización fue mucho más débil que la manifestación anterior en apoyo a los rehenes, el 20 de julio: esta última había reunido a cuatro millones de personas.

(2) En Colombia, hay ONG que acusan al Estado de “la mayoría de las violaciones de los derechos humanos”, Le Monde, París, 27-9-08.

(3) Unas 305.000 personas fueron víctimas de los desplazamientos forzosos en 2007; 270.000 durante el primer semestre de 2008. Amnesty International, “La población civil, víctima del conflicto interno”, 28-10-08, www.amnesty.org/ es/for-media/press-releases/colombia-paz-conflicto-armado-datos-cifras-20081028

(4) El Nuevo Herald, Miami, 15-10-08.

(5) Según la ONIC, de 1.350.000 indígenas –102 pueblos, 64 lenguas y 4% de la población–, el 45% no tiene territorio, el 80% vive en situación de pobreza extrema y casi 54.000 fueron desplazados por la violencia.

(6) Según el colectivo de abogados José Alvear Restrepo, de los 31.671 paramilitares desmovilizados, sólo 116 han sido llevados a juicio y ninguno fue condenado.

(7) A la vez, policía política y servicios de inteligencia.

(8) Por otra parte, en 2004 Noguera orquestó, con la ayuda del dirigente paramilitar Rodrigo Tovar, alias “Jorge 40”, un plan de desestabilización de Venezuela; también, durante las elecciones de 2002, dirigió un gran fraude electoral sin el cual el presidente Uribe no habría podido ser elegido en primera vuelta.

(9) En 2007, la Comisión de Reparación y Reconciliación nacional mencionaba que ente 3.500 y 5.000 combatientes que pertenecían a grupos “disidentes, rearmados y recientes” operaban en 200 municipalidades (de 1.098), en 22 departamentos. Amnesty International, op. cit.

(10) Iván Cepeda Castro y Claudia Girón Ortiz, “Vida y muerte de la Unión Patriótica Colombiana”, Le Monde diplomatique, ed. Cono Sur, mayo de 2005.

(11) Como la Constitución no permite que un jefe de Estado asuma dos mandatos sucesivos, Uribe habría corrompido a la congresista Yidis Medina para que votara a favor de la reforma. El texto fue aprobado gracias a ese voto.

(12) “Por qué renuncié”, Semana.com, 30-8-08.

(13) El sistema de medida del cultivo de la hoja de coca de las Naciones Unidas (Simci) informa, en junio de 2008, un aumento del 27% de la zona cultivada en 2007, lo cual representa un regreso a los niveles de cultivo obtenidos en 2002. Transnational Institute,“A propósito de las cifras de la coca”, Ámsterdam, septiembre de 2008.

http://www.eldiplo.com.pe/No-todos-los-colombianos-se-llaman-Ingrid


La godarria renacida

Por: Héctor Abad Faciolince
EN LAS FAMILIAS DE LOS CONSERVAdores no hay maricas. Nunca, ni uno solo, ni entre los primos lejanos, ni entre los tíos cercanos, y menos entre los hermanos, jamás.

A este pecado lo llaman pederastia y para ellos los liberales son eso: pederastas. Todas sus bodas son heterosexuales y felices, porque los godos no son infieles tampoco: los matrimonios les duran toda la vida, porque ellos nunca han deseado a la mujer del prójimo, ni fornican, ni se masturban, ni se les ocurren malos pensamientos. Además tienen muchos hijos: todos los que mi Dios les quiera mandar. Los neocons no beben; tal vez bebieron en la lejana juventud, pero ahora no se toman ni un vinito disuelto en agua bendita. No han probado la marihuana. ¿La coca? ¿Qué es eso? No les falta la corbata ni siquiera al desayuno: los godos siguen las formas, visten a la antigua, se reconocen entre ellos por los zapatos recién embetunados.

Los conservadores oyen misa entera todos los domingos y fiestas de guardar. Comulgan con la cabeza gacha. Y rezan el rosario. Y el Magníficat. Y los mil Jesuses. Dan limosna a los gritos. Se confiesan (¿pero de qué?) por Pascua de Resurrección. Los godos creen que lo que ha hundido a Colombia es la falta de valores, el alejamiento de la práctica de los sacramentos, el olvido de Dios. ¿La pobreza? La pobreza es (los godos saben inglés) “a blessing in disguise”, una bendición disfrazada, pues ya lo dijo Jesús en el Sermón de la Montaña: bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Los godos no tienen sexo antes del matrimonio; postergan el gustico. Llegan vírgenes a la luna de miel, hembras y hombres. Odian la píldora (que vuelve adúlteras a las mujeres) y el condón (que propicia la promiscuidad). Los conservadores quieren prohibir la dosis personal, que es causa de la perdición de nuestra juventud. Y creen que es conveniente que la gente permanezca en la clase en la que nació, sin pretender subir, sin que impuestos indebidos los hagan bajar. La herencia, el patrimonio, la tradición, la familia: ahí están los bastiones de la nación.

Los godos son antisemitas, porque detestan que muchos judíos tengan plata. Admiran los regímenes árabes teocráticos, porque allá sí se toma en serio la religión. Y odian el aborto, los métodos anticonceptivos, porque así se atenta contra la vida humana. Pero adoran la pena de muerte, eso sí. Y bendicen las armas, las defienden, y veneran al Ejército; ven un General y tienen una erección, le besan la espada como al obispo en anillo, y quisieran que todos los ciudadanos de bien (y ellos definen quiénes son los de bien) andaran armados, para defender el honor de la patria (los godos aman la palabra “Patria” y la pronuncian con mayúsculas) y para matar a tanto guerrillero que anda suelto por ahí.

Para resumir: lo que define a los godos es la hipocresía. Son hipócritas. Porque predican todo esto y viven en concubinato. O son tan infieles como cualquier otro. Y no salen del clóset porque son cobardes. Y van donde las putas a horas más oscuras, esperando que nadie los vea, y se ponen condón (porque saben que les previene la blenorragia). Y evitan los hijos cuando ya tienen dos. Y se emborrachan tanto o más que nosotros, pero se hacen los que no. Y han probado de todo, pero al escondido, y negándolo incluso por la santa cruz. Y adoran a los pobres, supuestamente, pero nada les interesa más que la plata, los negocios, y no sólo salir de la pobreza sino acrecentar por cualquier medio la riqueza. Y se creen impecablemente vestidos pero los pies les huelen y el cuerpo les suda, y van al baño, y hieden como cualquiera de nosotros, no son cuerpos gloriosos. Y hablan tan mal inglés como nosotros, pero disimulan mejor. Y les aprieta la corbata, y les estorba, pero las formas son las formas.

Y son antisemitas pero contratan a Yair Klein, que les enseña a matar, y no mueven un dedo por los palestinos. Y dicen amar la Patria, pero sacan de ella sus ahorros y sobornan a los funcionarios de Catastro, y capan impuestos. No llegan vírgenes al matrimonio. Y cometen adulterio. Y se hacen la paja. Y son tan humanos como nosotros, sólo que viven en un mundo ficticio: un mundo del deseo, del sermón moralista, de los grandes aspavientos éticos. Son una farsa asquerosa y en su carita de falsos santos se les ve. Como este hijo que le resultó al gran Legionario de Cristo. Basta escarbar un poco. No nos dejemos engañar.

  • Héctor Abad Faciolince

Donnerstag, 19. Februar 2009

por Cecilia Orozco Tascón Wednesday, Feb. 18, 2009 at 6:55 AM

17 Feb 2009 - De un plumazo, con rabia y hasta con displicencia, el Ministro de Defensa despachó un interrogante que Félix de Bedout le formuló, en ejercicio del periodismo fiscalizador que existe en las democracias, aun en precarias como ésta.

Bien público… es púb...

Félix le preguntó por el paseo de un hijo del Ministro con sus amigos a la finca de Santos. El asunto no tendría interés público, de no ser porque los adolescentes se transportaban en un helicóptero militar y eran asistidos por personal del Ejército. La respuesta del ejecutor del programa madre de este gobierno, vale decir la política de Seguridad Democrática, fue cortante: la revista Cromos, que reveló en su más reciente edición una serie de fotos de los chicos al lado y dentro del aparato, habría cometido el error de no incluir al Ministro en las gráficas. Como él tiene graves problemas de “seguridad”, sólo puede viajar por vía aérea, lo cual justificaría el traslado privilegiado de civiles a una casa de descanso.

Por su tono de voz, se diría que Santos se ofendió y que espera que le pidan perdón. Tras de cotudo con paperas, y disculpas de antemano antes de que me trague la tierra por la vulgar comparación. A ver: los ciudadanos que pagan impuestos para el sostenimiento del Estado; las empresas que se han metido la mano al bolsillo para financiar la guerra, y hasta el gobierno de Estados Unidos que buenos dólares ha aportado para el equipamiento de las Fuerzas Armadas, tienen derecho a recibir explicaciones válidas, o mínimo consideradas, ni más faltaba.

Al margen de la confesión involuntaria que se le zafó al Ministro sobre el riesgo de andar por las carreteras del país pese a la Seguridad Democrática; al margen del dinero que nos cuesta a los contribuyentes su fin de semana, el manejo que se les da a los bienes públicos —con mayor razón a los bienes militares que presuponen mayor control—, es un tema tan delicado que en muchas legislaciones se tipifica su abuso como conducta delictiva. El Ministro debería saber, sobre todo si aspira a ser Presidente, que en el Título XV del Código Penal, de delitos contra la administración pública, hay un artículo, el 398, que se llama “Peculado por uso”. Allí se lee: “El servidor público que indebidamente use o permita que otro use bienes del Estado… cuya administración se le haya confiado por razón o con ocasión de sus funciones, incurrirá en prisión de 16 meses a seis años, e inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas por el mismo término”.

Curiosamente, minutos antes de que De Bedout le hiciera el molesto cuestionamiento a Santos, una corresponsal de la cadena radial informaba sobre el lío jurídico y político que enfrenta una directora (e) de la DEA por haber alquilado un avión privado para venir a Colombia. Y eso que no se trataba de un paseo, sino de una visita oficial. Aquí los parámetros no son tan estrictos, seamos realistas. Por eso, sería un milagro que el Fiscal indague, que el Procurador repare en esa materia o que se active el Congreso.

La laxitud social con que se examina el comportamiento de algunos personajes es práctica extendida y, para ser precisos, no cubre únicamente a Santos. Pero al menos al Ministro se le podría pedir, primero, responsabilidad como padre con su propio hijo y los amigos de éste, no sea que los esté poniendo en la mira por transportarlos en una nave militar. Y segundo, más respeto, aunque sea en apariencia, con los colombianos que nos sometemos, con juicio, a los marcos legales.

© EL ESPECTADOR



¿Misión oficial?...



¿Misión oficial?...

¿Misión oficial?
por Cecilia Orozco Tascón Wednesday, Feb. 18, 2009 at 6:55 AM

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por Cecilia Orozco Tascón Wednesday, Feb. 18, 2009 at 6:55 AM

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por Cecilia Orozco Tascón Wednesday, Feb. 18, 2009 at 6:55 AM

¿Misión oficial?...

Samstag, 14. Februar 2009

Uribe, en siete años, dieciocho mil desapariciones forzosas, 7163 en los dos últimos años

cinoticias.com


Se fueron de sus casas porque les habían ofrecido trabajo en el Meta y otras regiones. Desde entonces nadie ha vuelto a saber de ellos, pero sus madres han recibido llamadas amenazantes.. Les dicen que si no denuncian en la Fiscalía seguirán vivas.

Los 22 jóvenes de Engativá hacen parte de una extensa lista de desaparecidos, entre ellos los más recientes de Soacha, y sus madres rezan para que estén vivos. Pero según las estadísticas, de cada 1.000 desaparecidos solo 10 sobreviven. Además, pocos de los que tienen familiares desaparecidos logran establecer a dónde fueron a parar sus restos.

Según las estadísticas, de cada 1.000 desaparecidos solo 10 sobreviven.

Rubiela Beltrán vio por última vez a su esposo Gilberto Arias, de 45 años, el 27 de mayo de 2007. Salió de su casa de El Tunal, en el sur de Bogotá, rumbo a Soacha, donde iba a hacer un negocio de finca raíz. “Después de varios días de búsqueda una persona me dijo que lo había visto con unos hombres que lo mataron y lo tiraron a una laguna cerca de Soacha -relata Rubiela-. Me fui a buscarlo y encontré la ropita con sangre, pero el cuerpo no aparece”.

Otras familias llevan hasta 20 años de espera. Por ejemplo, la de Jorge Soto Gallo, desaparecido el 15 de julio de 1985, y la de Jaime Enrique Quintero, cuyo rastro se perdió el 1º de marzo de 1995, cuando tras presentarse en las instalaciones de la IV Brigada de Medellín para definir su situación militar, fue trasladado y desde entonces no se supo más de él.

Las desapariciones han aumentado en forma dramática entre el 1º de enero de 2007 y el 21 de octubre de 2008

Así lo refleja un informe de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, de la cual hacen parte el programa de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia, la Fiscalía, la Defensoría, el Instituto de Medicina Legal, el Ministerio de Defensa, la Asociación de Familiares Detenidos De-saparecidos (Asfaddes), Fondelibertad y la Comisión Colombiana de Juristas. En el período mencionado se registraron 7.763 desapariciones, de las cuales 3.090 ocurrieron este año. La Comisión estableció que del total, 1.686 fueron forzadas. Del resto nada se sabe.

Según el informe, en el Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres de Medicina Legal hay reportadas hasta la fecha 12.284 desapariciones, 95 de las cuales ocurrieron en octubre de este año. “No estamos hablando en todos los casos de desapariciones forzadas pero son cifras alarmantes”, sostiene Gloria Gómez, coordinadora de Asfaddes.

5.507 de las desapariciones reportadas ocurrieron en Bogotá, muy por encima de otras

Agrega que en el país se registraban antes entre dos y cuatro desapariciones cada día pero hoy la cifra puede ascender a ocho casos diarios. Lo más alarmante es que ciudades y de Cundinamarca, donde hay reportados 381 casos. “Se requiere una investigación a fondo para establecer por qué tantas desapariciones en estos dos últimos años”, advierte Gómez, quien señala que a pesar del miedo y la intimidación a las familias ha sido posible detectar el aumento.

Camilo González Posso, director de Indepaz, dice que de acuerdo con investigaciones hechas por su equipo, cinco factores inciden en el incremento de las desapariciones. El primero, positivo, tiene que ver con la creación de la Comisión, que adelanta una búsqueda activa y tiene un registro de desaparecidos que antes no existía. Los otros factores son negativos: las ejecuciones extrajudiciales, los falsos positivos, el reclutamiento forzado, la trata de personas y un desplazamiento invisible hacia las fronteras. “Visto en conjunto, significa que hay un deterioro de la seguridad y de una u otra manera un incremento de conflicto”, explica González

Por su parte, Iván Cepeda, del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, considera que las desapariciones han reemplazado a crímenes como las masacres y los homicidios selectivos y es urgente investigar cuáles de las reportadas son forzadas. “No esclarecer los móviles y causas de esas desapariciones es otro tipo de impunidad”, dice Cepeda.

Los más vulnerables

Cualquiera puede ser víctima de desaparición pero hay sectores más vulnerables: los miembros de grupos políticos, los líderes sindicales, comunitarios o indígenas, los integrantes o ex integrantes de grupos armados, y algunos comerciantes. Y según la Comisión de Búsqueda, la población más vulnerable son los hombres entre 20 y 30 años. “Antes, la desaparición forzada tenía mucha relación con la militancia política, de izquierda o de derecha, y con ser familiar de algún insurgente -afirma Yolima Quintero, representante de víctimas en Medellín-. Hoy desaparecen a cualquiera… jóvenes, mujeres, adultos”.

Según la Comisión de Búsqueda, la población más vulnerable son los hombres entre 20 y 30 años.

Un investigador del CTI de la Fiscalía consultado, afirma que cada día desparecen enpromedio entre 20 y 25 personas y que hallarlas “es difícil si no existe un perfilclaro de por qué desaparecen, si no se sabe si se trata de un hecho criminal o de una ausencia común, es decir, si la persona decidió irse por su voluntad para no pagar una deuda, terminar una relación sentimental, huir de la casa”. Antioquia, Cundinamarca, Magdalena, Meta, Santander y Valle son los departamentos que registran un mayor número de desapariciones, además de Bogotá.

Muchos casos no son denunciados porque las familias no saben cómo hacerlo o porque presumen que la persona quiso irse. Según Medicina Legal, hay 20.000 cadáveres clasificados como N..N. que no han sido reclamados porque sus familiares no se atreven a identificarlos o los siguen buscando porque los presumen vivos. “Hay un miedo a la muerte y la esperanza no se pierde -dice un médico forense de la institución-.. La familia se niega a encontrarlo muerto”.

El informe no señala responsables porque apenas está comenzando la tarea de investigar y poner en práctica el Plan Nacional de Búsqueda, cuyo objetivo es dar con el paradero de los desaparecidos, identificarlos, establecer las circunstancias y el contexto en que se dieron los hechos, determinar posibles autores, móviles y patrones criminales, lo mismo que la eventual participación de servidores públicos. Mientras tanto, más de 12.000 familias viven con la secreta esperanza de que algún día sus desaparecidos aparezcan. Aunque sea solo sus restos, para hacer el duelo y de alguna manera poner fin a su sufrimiento.

DELITO DE LESA HUMANIDAD

La desaparición forzada es un crimen de lesa humanidad y por tanto no prescribe. Constituye una violación de derechos humanos establecida en la Ley 589 de 2000 y tipificada en el Código Penal.

Es también una violación a pactos y tratados internacionales como la Convención Americana de Derechos Humanos y la Convención Americana obre Desaparición Forzada, ratificadas por Colombia.


http://cinoticias.com/2009/02/13/uribe-en-siete-anos-dieciocho-mil-desapariciones-forzosas-7163-en-los-dos-ultimos-anos/





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Frente al rescate militar de los rehenes en manos de las FARC, sólo se impone el Acuerdo Humanitario



1. Siempre insistir en nombre de la paz

Los hechos que derivaron en la operación humanitaria y en la que las FARC de modo unilateral entre el 1 y el 3 de febrero liberaron a cuatro miembros de la Fuerza Pública y también a dos civiles, entre quienes estaban – Alan Jara, exgobernador del Meta y Sigifredo López, Exdiputado de la Asamblea del Valle---, a petición, por cierto, de la singular intervención del Movimiento autodenominado de Colombianos/as por la Paz, organización ésta encabezada por la incansable Piedad Córdoba, Iván Cepeda, Jorge Enrique Botero y una lista importante de otras personalidades, nos han permitido conocer una vez más el avieso, pendenciero y atrabiliario comportamiento del Presidente Álvaro Uribe, ese que dice ser Presidente de Colombia. Razones suficientes tengo y tienen, me imagino, muchos/as colombianos/as para pensar de este modo de quien funge como primera autoridad de la nación.

En este sentido, resulta inadmisible que mientras se estaban dando los preparativos para la liberación de los rehenes, el Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, – me imagino, que con la autorización de la Presidencia, --- había autorizado los sobre-vuelos de la zona en donde se produciría el encuentro entre los comisionados de las FARC y la Comisión de Garantes, integrada por la senadora Piedad Córdoba, los periodistas Daniel Samper Pizano y Jorge Enrique Botero, y también por miembros de la Cruz Roja Internacional. Y no solamente fueron los sobre-vuelos, que por cierto empezaron a primeras horas del día primero de febrero, incluso, en presencia de la Comisión de Garantes, sino que fueron los hostigamientos y las órdenes impartidas por partes de altos mando militares quienes pedían identificar por tierra las coordenadas en donde podría estar el helicóptero que el Gobierno de Brasil había facilitado para el éxito de la operación humanitaria.

Ante los constantes sobre-vuelos y por el temor y la desconfianza que de ello se derivara en el seno de las FARC, el periodista Jorge Enrique Botero decide denunciar a través de Tele-sur en vivo y en directo el comportamiento traicionero y obstaculizante del gobierno de Uribe para que se concretizara estas liberaciones. Todo esto resulta más indignante y repudiable, sin duda, como quiera que el Gobierno había garantizado al Comité Internacional de Cruz Roja (CICR), en particular a Christopher Barry, que para facilitar el gesto humanitario del Secretariado de las FARC no se procedería a realizar durante el cumplimiento de la operación ningún sobre-vuelo. Hasta aquí está bien claro que quien rompe con el protocolo de lo acordado y además con premeditada felonía es el gobierno del Presidente Álvaro Uribe, quien parece sentirse más cómodo con el hecho que cientos de colombianos se encuentren en manos de las FARC, que con el hecho de que ésta organización de un gesto de buena voluntad y de modo unilateral decida liberar a varios rehenes.

2. Errores que matan, mentiras que hieren.

Esta maniobra del Presidente Uribe y su burocracia guerrera, léase el Ministro Juan Manuel Santos, General Freddy Padilla y el mismo Comisionado de Paz, no fue un acto fortuito ni un error de buena fe como de modo cínico y miserable quiso presentarlo hace algunos días atrás el Ministro Santos acosado por las explicaciones que sobre el particular le pedían quienes integraban la Comisión de Garantes. Y si las explicaciones de un Error de Buena fe del Ministro Santos resultan insuficientes para justificar tamaño oprobio y traición a lo previamente acordado entre el CICR y el Gobierno – qué se puede esperar de éste gobierno si en un acto de perfidia y con total impunidad utilizó los emblemas de esta organización para propiciar la operación Jaque--, lo expuesto por el mismo Ministro en relación con el comportamiento asumido por el General Freddy Padilla en este caso, y a quien parece echarle la culpa de todo, termina siendo más ruin aún. Al respecto anotó “ El general Padilla decidió que por razones de seguridad para la operación de liberación y para controlar pistas clandestinas, era necesario realizar sobre-vuelos de control por encima de 20 mil pies para no romper el límite establecido" [1]

Así, estas declaraciones resultan no sólo un insulto a la inteligencia, sino una falta abrumadora de criterio a la hora de actuar por las consecuencias. Frente a este pueril y engañoso argumento cabría preguntarse si el General Freddy Padilla es tan autónomo como para actuar como cualquier rueda suelta y poner en peligro la vida de un centenar de personas que se suponen que estaban en una misión humanitaria y en donde se habían definido unos acuerdos con organizaciones de carácter internacional, pues es de recordar que el Ministro Santos encabezó las conversaciones con el CICR y que de por medio estaba también el gobierno de Brasil como garante de la operación humanitaria. No es extraño que Juan Manuel Santos y Uribe actúen de este modo, ellos tienen poco apego a la legalidad internacional y han hecho de la mentira, el insulto y la agresión contra los países vecinos –Ecuador, Venezuela—su más emblemática forma de actuar.

3. Violento con el vecino

En relación con Venezuela, es de público conocimiento los insultos proferidos en todo tipo de espacios por parte de Juan Manuel Santo contra el gobierno legítimo de Hugo Chávez, tampoco es mentira el apoyo que brinda y ha brindado éste a Pedro Carmona, Ex presidente de la Cámara de Comercio de Venezuela y quien profirió el golpe de Estado a Hugo Chávez hace ya unos años atrás, ello para no hablar de la cobertura que brinda a todo tipo de antichavista, incluido, por cierto, a militares golpistas. También es justo recordar que del centro de Caracas miembros de los cuerpos de inteligencia de Colombia secuestraron en diciembre de 2005 a Ricardo Granda, miembros de las FARC, y hecho éste que negó el Presidente Uribe hasta más no poder.

Cuando la mentira se hizo insostenible por las abrumadoras pruebas que lo desmentían, entonces como buen ganadero salio al mejor estilo de George Bush ha justificar el secuestro con el argumento que a los “terroristas” había que perseguirlos allá donde se encontraran y que no podía haber santuarios para el terrorismo. Otras agresiones contra Venezuela no se han hecho esperar, pues se sabe hoy que Jorge Noguera, el Exdirector del para-militarizado DAS y defendido en su día a capa y espada por Uribe, tramó operaciones contra el gobierno de Venezuela. Y de Ecuador, ni hablemos, pues sabemos que el binomio guerrerista Uribe y Santos decidieron incursionar en territorio ecuatoriano y bombardear un improvisado campamento de las FARC, lo que ha degenerado en una grave crisis y en donde el gobierno del Presidente Rafael Correa se mantiene reticente a reanudar las conversaciones precisamente por la desconfianza que genera un gobierno como el de Uribe. Otras agresiones se han presentado contra importantes poblaciones indígenas y campesinas del Ecuador, ello producto de la fumigación con glifosato de los cultivos de coca que existen en la frontera entre ambos países.

4. Carrusel de Mentiras .

En el argumento expuesto por Santos acerca de que los sobrevuelos autorizados al parecer por el díscolo y no informado General Padilla se produjeron para garantizar la seguridad de la operación de liberación no es defendible de ningún modo. Y no lo es, sin duda, porque lo único que garantizaba la seguridad de la Comisión de Garantes y la vida de los rehenes que supuestamente tanto le preocupan al patriota Uribe, era el que cumpliera su gobierno con no realizar los sobrevuelos denunciados y menos el que se diera la orden de encontrar por tierra la zona donde se produciría la liberación de los tres policías y un miembro del Ejército el día 1 de febrero. Los sobrevuelo, tal y como se ha demostrado no eran una invención de Jorge Enrique Botero, ni de Piedad Córdoba y mucho menos del resto de los integrantes de la Comisión de Garantes.

Los hostigamientos existieron y producto de ello hubo una escaramuza en donde murió y está desaparecido un miembro de las FARC. En relación con los detalles no vistos de la operación ahora circulan unas importantes imágenes y en ellas se aprecian cómo el Comandante de las FARC, Jairo Martínez, da a conocer a los miembros de la Comisión de Garantes la intercepción de la comunicación al Ejército y en ella se percibe de modo claro que la intención era golpear a las FARC y propiciar que la operación fracasara para luego salir a decir ante la opinión pública que la organización guerrillera no tenía ninguna vocación de cumplir con lo acordado.

Y si la justificación de los sobre-vuelos para garantizar la seguridad de la operación humanitaria es espuria, pues eso no estaba dentro de la agenda, más turbio resulta decir que las operaciones áreas se llevaron a cabo para proteger las pistas clandestinas. De cuando acá y más en unos momentos como ese iban a vigilar tales pistas, si en otros instantes y de eso da buena cuenta la prensa, los paramilitares de la zona sacaban y siguen sacando con la anuencia de sectores del ejércitos ingentes cantidades de Coca. Esta claro que, este pobre argumento del General santos —perdón,- Ministro Santos, es tan pobre como bellaco y tan infantil como criminal.

De este modo, atrapado el gobierno en su carrusel de mentiras y como es su costumbre ya el tratar de empatar una situación cuando le es adversa, Luis Carlos Restrepo, ---Alto Comisionado de Paz--- empezó a señalar que el periodista Jorge Enrique Botero había roto el protocolo de Garante al informar a Telesur lo que estaba aconteciendo, y no sólo ello, sino que se atrevió a decir que sobre la zona habilitada – del Caquetá-- para la entrega de los rehenes no se había producido ningún sobrevuelo. Esta situación hizo que sobre la media tarde del día domingo 1 de febrero Iván Cepeda, miembro impulsor del Movimiento de Colombianos/as por la Paz y Presidente Nacional del Comité de Víctima de Crímenes del Estado, de modo enérgico y categórico le demandara al Comisionado y al Gobierno Nacional el cumplimiento de las garantías otorgadas para el cumplimiento de dicha operación. Cepeda que se encontraba en la ciudad de Villavicencio, lugar definido para que llegaran una vez estuvieran liberado los cuatro integrantes de la fuerza pública, encaró al Comisionado como lo demandaba la situación, quien se reafirmó en el criterio que no habían sobrevuelos y que el periodista Botero había incumplido el protocolo de silencio.

5. Masificar la operación jaque es la lógica de Uribe.

Ante todo ello cabe la pregunta ¿Quién es el que rompe el protocolo frente a la entrega de los rehenes, quién autoriza los sobrevuelos y en un acto demencial llama a buscar a los guerrilleros por tierra – con lo que ello hubiera representado---, o quién decide poner en consideración de la opinión pública un hecho real? A mi juicio, sin lo primero no hay lo segundo, y quizá si llegó a existir una imprudencia por parte de Botero fue para evitar que la entrega de unos rehenes no terminara convertida en un nuevo baño de sangre en donde y como siempre el gobierno se saldría con la suya.

Hasta aquí está claro que el gobierno al autorizar los sobrevuelos perseguía varios objetivos: a) deslegitimar al Movimiento de Colombianos/as por la Paz como interlocutor válido y como expresión de la sociedad civil en la búsqueda a mediano y largo plazo de una resolución al conflicto en Colombia, y, a corto plazo, evitar que dicho movimiento se convierta en un espacio que aglutine a diversas expresiones sociales y que termine presionando el Acuerdo Humanitario, un inamovible al parecer para el actual gobierno. b) Propiciar la no concesión de ningún espacio político en lo real a la insurgencia de las FARC y, por tanto, negarles o evitar al máximo que cualquier actor, nacional o extranjero, pueda contribuir a abrirle espacios interlocución política. c) Evitar que las FARC puedan dar su particular visión del conflicto y que se difunda el contenido programático de su propuesta, d) Enviar un mensaje al grueso de la sociedad y es que frente a la FARC no existe otra salida como no sea la derrota militar, lo que reafirma la Política de Seguridad Democrática y la idea de que sin Uribe ésta no será igual. Finalmente, f) Propiciar que las liberaciones se sigan produciendo a través del mecanismo de las deserciones de miembros de las FARC, de operaciones tipo Jaque o presionando aquellas zonas donde se sabe que puedan estar los rehenes.

Quien mejor define la verdadera intención de Uribe frente a esta parte es sin equívoco alguno, su médium, José Obdulio Gaviria, cuando dice: “No habrá intercambio humanitario (…) Para liberar secuestrado las vías son una Operación Jaque, un cerco humanitario o una mezcla de ellos” [2] . Esta postura si algo refleja y a las claras es el total desprecio que Uribe, su Ministro de Defensa y los militares que el acompañan tienen por la vida de las personas que están aún en manos de las FARC. Su excesivo triunfalismo y la falsa idea de que su gobierno hará implosionar a las FARC a punta de deserciones, sin duda, no es más que un animoso deseo y una forma inhumana y miserable de jugar con la vida de cientos de personas, que quiérase o no, lo único que las podría traer de vuelta a casa es un intercambio humanitario o la voluntad unilateral de las FARC de liberarlas como ha sucedido en esta ocasión y, ello, gracias al concurso y la tenacidad probada de Colombianos/as como Piedad Córdoba, Carlos Lozano, Iván Cepeda y una lista de personas que han hecho posible la liberación de los miembros de la fuerza publica y de Alan Jara y Sigifredo López. Odas a estos Colombianos/as cuya grandeza al ponerse al lado de la Paz dejan al descubierto las miserias políticas y humanas de quien mal gobierna al país en estos momentos y también de quienes sabiéndose uribistas aspiran a sucederle, como no, a costa de presumibles éxitos militares en el futuro contra las FARC.

6. Ataque contra Morris, Botero y el Movimiento de Colombianos/as por la Paz.

Pese a todo, la liberación se produjo y los militares pudieron llegar sanos y salvo ese mismo 1 de febrero por la tarde a Villavicencio. Desde ese momento ya el Gobierno preparaba toda una cruzada contra Jorge Enrique Botero, Hollman Morris – periodista que ya estaba en la zona por su propio trabajo investigativo--- y algunos miembros del Movimiento de Colombianos/as por la Paz. El Presidente Uribe y los suyos al enterarse que el periodista Morris, corresponsal de Radio Francia Internacional y del Programa televisivo Contravía estaba de modo previo en la zona de operaciones donde se había producido la liberación, se fue lance en ristre contra el comunicador, al cual empezó a acusarle de connivencia con el terrorismo, hecho que no hacía otra cosa como no fuera recordar o reeditar viejas acusaciones y que le tildaban más o menos de lo siguiente “amigo del terrorismo” de hacerle “apología al terrorismo” y de ser “cómplice del terrorismo”.

El único delito que ha cometido este importante periodista es mantener una postura ética frente al conflicto, no asumir una postura servil frente a la fabricación de mentiras oficiales y oficializadas y denunciar y visibilizar desde una postura crítica todas las voces del conflicto. De este tipo de periodistas no gustan efectivamente en la Casa de Nariño, y, por supuesto, tampoco en importantes “empresas noticiosas” que hacen parte del establecimiento informativo, que como sabemos, difunden sin distancia crítica y sin reparo alguno todo lo que se dice desde el poder.

A Morris, desde la Casa de Nariño se le empezó a decir que se había prestado para la manipulación periodística a favor de las FARC y que en este sentido había realizado entrevistas a los militares bajo coacción. Lo curioso de todas estas acusaciones es que Morris no ha hecho ninguna edición del material y no ha dado a conocer nada sobre el particular. Lo único cierto de todo esto es que los militares liberado una vez en la Casa de Nariño el mismo primero de febrero por la noche y como si de un libreto se tratara – dijeron que – habían sido entrevistados por miembros del Semanario Voz, hecho desmentido por Carlos Lozano, pues este periódico no había sido invitado para cubrir este acto humanitario.

Esta manera de propalar acusaciones contra los miembros del Comité de Colombianos/as Por la Paz sería la preparación del terreno para desconocer a este importante grupo de cara a la liberación que se produciría el día lunes 2 y 3 de febrero – es decir, el día de la liberación de Alan Jara y la de Sigifredo López, respectivamente. De hecho, bien pasada las 12 de la noche del día domingo 1 de febrero, el Presidente Uribe y los suyos daban por concluida la labor del Grupo de Colombianos/as por la Paz para seguir con la mediación, hecho que terminó subsanándose, pues los familiares de los rehenes próximos a liberar llamaron a Presidencia inconformes con la decisión, hecho que llevó al Presidente el día lunes 2 de febrero a rectificar la posición y a reconocer que se suspendería todo tipo de vuelos sobre la zona en que se produciría la entrega de Alan Jara y Sigifredo López. Hasta aquí es muy diciente que lo que no quiere Uribe es que la sociedad civil se inmiscuya en los menesteres de la Paz, pues ello no es conveniente a su política de abierta y aviesa guerra con la que pretende él --- o su pupilo, si no sucumbe antes a la idea de un tercer periodo—quedarse en el poder presidencial y seguir manejando los asuntos de la paz y la guerra como si éstos fueran patrimonio suyo.

El día lunes dos de febrero, sin embargo, lo que si se conoció fue la detención del periodista Holman Morris, del camarógrafo Leonardo Acevedo y del reportero Camilo Reynoso por parte de miembros de la Brigada XII. La detención se produjo en la zona denominada Unión de Peneya, la cual está ubicada entre el municipio de Paujil y Cartagena de Chairá (Departamento del Caquetá). Este grupo estuvo retenido por espacio de seis horas y su material quiso ser incautado, hecho que configura un delito y una vulneración a la libertad informativa. Pero lo peor contra Hollman Morris y Jorge Enrique Botero vendría el mismo lunes por la noche cuando el presidente desde la Casa del recién liberado Alan Jara acusó a este par de periodistas de que se “ se escudan en su condición de periodistas para ser permisivos cómplices del terrorismo” .Además, de forma cínica, les acusó de poner en grave riesgo la integridad de los liberados. Aquí cabría preguntarle al señor presidente ¿Quién ponía en peligro a las personas que iban ser liberadas, el Ejército, quien actuando con orden de gobierno sobrevolaba una zona, o los periodistas que informaban sobre lo que estaba sucediendo? Está claro que el gobierno en su sed de sangre estaba buscando un golpe de mano, a costa, incluso, de la vida de los soldados y policías que dice defender.

7. Qué ética, qué periodismo.

Todo lo sucedido en lo relativo a esta operación humanitaria, además de traer a los liberados a casa, gracias a la voluntad política de las FARC, a la insistencia del Movimiento de Colombianos/as por la Paz, al gobierno de Brasil, a los familiares de los liberados y al cuestionado CICR, también ha dado lugar para conocer una vez más cual es la verdadera posición del Gobierno de Uribe al respecto del Acuerdo Humanitario: está por el rescate y operaciones tipo Jaque. Pero no sólo ello, ésta operación dio lugar igualmente para que algunos estén hablando y con mucha enjundia de la ética y el periodismo.

Al respecto llama la atención que Enrique Santo Calderón, Consejero de Contenidos del Diario El tiempo y Presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa cuestione la conducta de Hollman Morris y Jorge Enrique Botero – aunque no justifica el trato dado por el gobierno y menos por el presidente Uribe a éstos--- y se olvide que mientras él fue Director del Diario El Tiempo, Francisco Santos, Vicepresidente de la República y accionista del mismo Diario, decía qué había que titular en su periódico y que no. En alguna ocasión llegó a decir que a la FARC no había que darle cubrimiento noticioso.

¿Donde estaba usted Señor Enrique Santos cuando esto se presentaba? ¿No era acaso usted el Director del Tiempo cuando esto pasaba? ¿Dónde ha estado usted durante todo este tiempo cuando el gobierno de Uribe ha vertido toda suerte de mentiras? ¿No ha contribuido acaso y contribuye el Medio al que usted ha estado vinculado a ocultar las mentiras de éste y otros gobiernos? ¿De qué ética me habla? ¿De qué ética periodística puede hablar Juan Gossaim, la Gurisatti………? Es decir, RCN, Caracol y muchos otros medios cuando ellos contribuyen a la intoxicación permanente y efectiva. Si, hablemos de ética en el periodismo, es necesario, sobre todo para develar qué dicen y hacen las grandes empresas comerciales del periodismo en Colombia, sumisas como sabemos ante Uribe y aduladoras ante los desafueros oficiales. Bienvenido el tema de la ética y el periodismo.


[1] Para comprobar que los sobrevuelos existieron ver la página de la Secretaría de la Presidencia de la República en donde se hace expreso reconocimiento del hecho. Febrero 06-2009. Ver Link http://web.presidencia.gov.co/sp/2009/febrero/06/05062009.html

[2] Sobre el particular puede verse su declaración en el siguiente link. http://www.colombia.com/actualidad/autonoticias/politica/2009/02/08/DetalleNoticia34878.asp



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Uribe insiste con estrategia militar y rechaza acuerdo con las FARC

PÚLSAR




El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, anunció este viernes que “intensificará la presión sobre” las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para lograr la liberación de secuestrados. Volvió a rechazar un posible acuerdo humanitario.


Uribe aseguró que el ejército y la policía aumentarán la presión sobre las FARC para concretar la liberación de soldados y efectivos policiales.

De este modo, el presidente completó lo dicho el jueves, cuando negó toda posibilidad de avanzar en un acuerdo humanitario solicitado por la guerrilla.

"El único acuerdo humanitario que se acepta es que liberen unilateralmente y de inmediato a todos los secuestrados", indicó Uribe.

Las FARC proponen un intercambio de 22 policías y militares en su poder por 500 guerrilleros presos, incluidos los detenidos en Estados Unidos, los llamados "Simón Trinidad" y "Sonia".

Las FARC liberaron en las últimas semanas en forma unilateral a tres policías, un soldado y dos políticos.

Por su parte, la senadora Piedad Cordoba, referente del grupo "Colombianos por la Paz", se mostró optimista sobre un posible intercambio humanitario para el mes de mayo.







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Montag, 9. Februar 2009

¡Que se vayan todos!
The Nation

Viendo a las multitudes en Islandia blandiendo y golpeando ollas y cacerolas hasta hacer caer a su gobierno me acordaba yo de una popular consigna coreada en los círculos anticapitalistas en 2002: "Ustedes son Enron; nosotros, la Argentina".

Su mensaje era suficientemente simple. Ustedes –políticos y altos ejecutivos amalgamados en alguna que otra cumbre comercial— son como los temerarios estafadores ejecutivos de Enron (claro que entonces no sabíamos ni la mitad de lo ocurrido)—. Nosotros –el populacho mantenido al margen— somos como los argentinos, quienes, en medio de una crisis económica misteriosamente parecida a la nuestra, salieron a la calle con ollas y cacerolas al grito de: "Que se vayan todos". Forzaron la dimisión de cuatro presidentes en menos de tres semanas. Lo que hizo única la rebelión argentina de 2001-2002 fue que no iba dirigida contra ningún partido político concreto, ni tampoco contra la corrupción en abstracto. Su objetivo era el modelo económico dominante: fue la primera revuelta de una nación contra el capitalismo desregulado de nuestros días.

Ha tomado su tiempo, pero, finalmente, desde Islandia hasta Letonia, pasando por Corea del Sur y Grecia, el resto del mundo está llegando al mismo resultado: ¡que se vayan todos!

Las estoicas matriarcas islandesas que sacaban sus cacerolas mientras sus hijos buscaban proyectiles en el frigorífico (huevos, desde luego, ¿también yogures?) reproducen las tácticas que se hicieron famosas en Buenos Aires. Un eco de la rabia colectiva contra unas elites que destruyeron un país otrora próspero pensando salir de rositas. Como dijo Gudrun Jonsdottir, una oficinista islandesa de 36 años: "Estoy hasta el moño de todos esto. No me fío del gobierno, no me fío de los bancos, no me fío de los partidos políticos y no me fío del FMI. Teníamos un país estupendo, y se lo han cargado".

Otro eco: en Reikiavik, los manifestantes no se conforman con un mero cambio de rostros en la cúspide (aunque la nueva primera ministra sea una lesbiana). Exigen ayudas al pueblo, no a los bancos; investigación penal de la debacle; y una profunda reforma electoral.

Parecidas exigencias pueden oírse en Letonia, cuya economía ha experimentado la contracción más drástica dentro de la Unión Europea y en donde el gobierno se halla al borde del precipicio. Durante semanas, la capital se ha visto sacudida por protestas, incluidos unos disturbios en toda regla el pasado 13 de enero. Como en Islandia, los letones están indignados por la negativa de sus dirigentes a aceptar la menor responsabilidad por la catástrofe. Preguntado por la Televisión Bloomberg por las causas de la crisis, el ministro de finanzas letón soltó displicentemente: "ninguna en especial".

Pero los disturbios letones sí son especiales: las mismas políticas que permitieron al "Tigre Báltico" crecer a una tasa del 12% en 2006, están ahora causando una violenta contracción que se estima del 10% para este año: el dinero, emancipado de toda barrera, viene tan prontamente como se va, tras rellenar, eso sí, algunos bolsillos políticos. No es casual que muchas de las catástrofes de hoy sean los "milagros" de ayer: Irlanda, Estonia, Islandia, Letonia.

Pero todavía hay algo más argentinesco en el aire. En 2001, los dirigentes argentinos respondieron a la crisis con un brutal paquete de austeridad dictado por el FMI: 9 mil millones de dólares de recorte del gasto público, señaladamente en sanidad y educación. Lo que se reveló un error fatal. Los sindicatos de los trabajadores realizaron una huelga general, los maestros sacaron sus clases a la calle, y por doquiera proseguían las protestas.

Esa misma negativa de los de abajo a ser inmolados en la crisis es lo que une hoy a muchos manifestantes de todo el mundo. En Letonia, buena parte de la cólera popular se ha centrado en las medidas gubernamentales de austeridad –despidos masivos, recorte de servicios sociales y brusca disminución de los salarios en el sector público— tomadas para hacer méritos ante el FMI, de quien se espera un préstamo de urgencia: no, definitivamente, nada ha cambiado. Las revueltas del pasado diciembre en Grecia fueron desencadenadas por el asesinato a tiros por la policía de un adolescente de 15 años. Pero lo que las mantiene vivas, con los agricultores recogiendo el testigo de los estudiantes, es la general cólera que desierta en el pueblo griego la respuesta del gobierno a la crisis: se ofrece a los bancos un rescate por valor de 36 mil millones de dólares, mientras se recortan las pensiones de los trabajadores y se da a los campesinos poco más que nada. A pesar de las molestias causadas por el bloqueo de carreteras de los tractores, el 78% de los griegos opina que las exigencias de los agricultores son razonables. Análogamente en Francia, en donde la reciente huelga general –desencadenada en parte por los planes del presidente Sarkozy de reducir espectacularmente el número de profesores— se atrajo el apoyo del 70% de la población.

Acaso el hilo más robusto que atraviesa a toda esa revuelta global sea el rechazo a la lógica de la "política extraordinaria", por emplear la expresión acuñada por el político polaco Leszek Balcerowicz para describir el modo en que los políticos acostumbran ahora a ignorar las disposiciones legislativas para avilantarse a "reformas" de todo punto impopulares. Un ardid que está dejando de funcionar, como acaba de descubrir ahora el gobierno de Corea del Sur. En diciembre pasado, el partido gobernante trató de servirse de la crisis en curso para lanzarse a un más que discutible acuerdo de libre comercio con los EEUU. Llevando a nuevos extremos la política de puertas cerradas, los legisladores se cerraron a cal y canto en la Cámara para poder votar en privado: defendieron la puerta con mesas, sillas y butacas. Los políticos de la oposición no se dejaron impresionar: con martillos percutores y sierras eléctricas, echaron la puerta abajo y entraron en el Parlamento organizando una sentada que habría de durar doce días. Se aplazó el voto, a fin de permitir un mayor debate. Una victoria para un nuevo tipo de "política extraordinaria".

Aquí, en Canadá, la política es notoriamente menos pronta a escenas chocarreras que terminan en YouTube, pero tampoco ha estado exenta de sorprendentes acontecimientos. El pasado octubre, el Partido Conservador ganó las elecciones nacionales con un programa sin ambición. Seis semanas después, nuestro primer ministro tory se sacaba de la chistera un proyecto presupuestario que privaba del derecho de huelga a los trabajadores del sector público, abolía la financiación pública de los partidos políticos y no contenía el menor atisbo de estímulo económico. Los partidos de oposición replicaron con la formación de una coalición histórica, que no consiguió hacerse con el poder sólo porque se suspendió abruptamente la sesión parlamentaria. Los tories han regresado ahora con un presupuesto revisado: las políticas extremistas de derecha han desaparecido, y hay un paquete de estímulos económicos.

La pauta es clara: los gobiernos que responden a la crisis creada por la ideología de libre mercado con una acrecida dosis de la desacreditada medicina, no sobrevivirán al intento. Como están gritando en la calle los estudiantes italianos: "No pagaremos por vuestra crisis".

Naomi Klein es autora de numerosos libros, incluido el más reciente The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism .

Traducción para www.sinpermiso.info : Roc F. Nyerro

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El mundo|Sábado, 7 de Febrero de 2009

La buena fe de Uribe

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Una vez cumplida con éxito la liberación de seis rehenes en poder de las FARC y ante denuncias de mediadores de que el sobrevuelo de aviones militares puso en riesgo la operación, el gobierno de Alvaro Uribe admitió el hecho pero dijo que fue “un error de buena fe”. El jueves fue entregado el ex diputado Sigfredo López al Comité Internacional de la Cruz Roja, completándose la liberación de seis rehenes anunciada por las FARC. El domingo habían liberado a tres policías y a un soldado, y el martes, al político Alan Jara, capturado en 2002. Pero pasaron naves militares sobre el área pactada para la primera entrega, lo que estuvo a punto de arruinar el operativo, según el periodista Daniel Samper, miembro de la comisión de garantes en la liberación. “El gobierno cometió una transgresión muy delicada, muy grave de las normas del protocolo (de seguridad) con los sobrevuelos sobre el área de las liberaciones”, señaló Samper. El periodista, miembro del grupo Colombianos por la Paz –que lidera la senadora opositora Piedad Córdoba y sirvió como garante de la liberación de seis rehenes– narró que las FARC llegaron a cancelar las entregas el domingo. “El momento más crítico fue cuando la guerrilla canceló la misión debido a los sobrevuelos. ¿Cómo puede ser que se piense que con sobrevuelos militares se pueda hacer una operación tranquila de recibir a unos rehenes? Eso no se le pasa por la cabeza a nadie”, precisó. En un comunicado, el Ministerio de Defensa admitió los sobrevuelos pero dijo que se trató de un error de buena fe del comandante de las Fuerzas Militares, general Freddy Padilla. “El ministro (Juan Manuel Santos) consideró que los sobrevuelos fueron un error de buena fe, tal vez producto de la falta de definición de lo que podría ocurrir por encima del límite aprobado y así se lo hizo saber al CICR. Esto quedó totalmente aclarado para las dos liberaciones siguientes.” El martes, el ministro Santos había asegurado que el sobrevuelo de aviones militares se dio a más de 3000 metros de altura y que había sido pactado con el CICR. El funcionario admitió que el jefe de la delegación del CICR en Colombia, Christophe Beney, se comunicó con él el domingo para denunciar la situación, que dijo desconocer, y que se comprometió a resolver de inmediato. En medio de la polémica, el vocero del CICR en Colombia, Ives Heller, dijo que “sí hubo sobrevuelos y eso creó tensión. El señor Beney llamó al ministro Santos y le expresó su preocupación y los sobrevuelos cesaron inmediatamente”, agregó.




Mittwoch, 4. Februar 2009

El ex gobernador Alan Jara criticó a sus captores y también al presidente Uribe

Liberan a otro rehén de las FARC colombianas

Un operativo lleno de suspenso terminó con final feliz y todo Colombia festejó. Tras ser liberado, el ex rehén dijo que Uribe “no hizo nada por nuestra liberación” y que muchos jóvenes se van a la guerrilla por falta de oportunidades.

Por Katalina Vásquez Guzmán

Jara se abraza con un familiar al pie del helicóptero tras ser liberado.

Desde Medellín

Colombia celebró. Se cumplieron los cálculos para la libertad del ex gobernador Alan Jara. A las dos de la tarde de ayer, el ex rehén de las FARC bajó del helicóptero brasileño que lo sacó de la selva. Abrazó a su hijo, besó a su esposa y alzó los brazos en señal de júbilo. Sonreía de oreja a oreja. Tras él descendieron los integrantes de la misión humanitaria a quienes la guerrilla confió su liberación, a pesar de las tensiones vividas el domingo pasado en la entrega de cuatro uniformados secuestrados. Con Jara llegaron, además, impactantes testimonios acerca de la vida en cautiverio y de los prisioneros que quedaron, sus particulares apreciaciones de la guerra colombiana y sus declaraciones sobre el presidente Uribe, quien, según dijo, “no hizo nada por la libertad de nosotros”.

Pasadas las ocho de la mañana, el helicóptero de Brasil con la parlamentaria Piedad Córdoba a bordo, junto a los miembros del Comité Internacional de la Cruz Roja y la tripulación brasileña, emprendió vuelo desde el aeropuerto de Villavicencio. Los medios no pudieron registrar la salida pues el gobierno lo impidió. El comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, ordenó restringir su ingreso a las pistas. Todos, sin embargo, celebraron que tras el retraso en el arranque del operativo, previsto para el lunes, por fin salieron en búsqueda de Jara.

La mañana transcurrió en silencio. En algún punto de la selva de la provincia del Guaviare la misión buscaba las coordenadas. “En un momento dado pensé que no iban a estar”, contó Piedad Córdoba, la única que conocía la clave para acercar a la guerrilla. “Cali tres, Cali tres, aquí Cali”, repetía hasta que apareció el grupo de rebeldes. “Desciendo del helicóptero y veo sólo guerrilleros. Miro a la izquierda y lo veo (a Jara) rodeado de campesinos”, narró Piedad a su regreso a la ciudad de Villavicencio. “Gracias por la libertad”, fue lo primero que le dijo el rehén. Misión y liberado estuvieron en aquel lugar por tres horas. Su salud estaba bien y un problema de visión que lo acompaña hace meses lo abandonó por las últimas horas. Antes de separarse, el comandante insurgente, a quien Jara llama “comandante libertad”, le regaló al secuestrado una cámara fotográfica. Como no se permitió la llegada de periodistas, el jefe guerrillero ordenó traer algunas cámaras para registrar el momento y una de ésas resultó en el morral que Jara cargaba a su espalda al descender del helicóptero.

Más tarde, Jara contaría cómo es que el grupo armado puede conseguir lo que se le ocurra en cualquier punto de la selva. “Tienen una red de abastecimiento envidiable.” El político tuvo que caminar más de siete semanas consecutivas por la espesura de la jungla. El 18 de diciembre le dieron la orden de separarse del grupo de militares y policías prisioneros, algunos, por más de diez años. Entonces, Jara salió del campamento con más de cuarenta grados de fiebre. “Yo salí sin saber siquiera para dónde iba. Después de muchas horas de caminata y navegación me entero de que es el viaje hacia la libertad”, comentó. Por más de siete semanas, el político estuvo en la marcha que lo condujo de nuevo a su departamento de origen, el Meta (centroriente), donde fue secuestrado y donde era gobernador al momento de su secuestro en julio de 2001. En el recorrido “pude vivir la vida cotidiana de la guerrilla”, ya no en un “campamento aislado”, y lo que vio le permitió decir, en la extensa rueda de prensa que ofreció tras su liberación, que “las FARC no están derrotadas. Para nada. Allá en el monte hay muchos (combatientes), la mayoría jóvenes”.

Visiblemente feliz y emocionado, el político respondió preguntas de periodistas regionales, nacionales y del mundo, y decidió quedarse a pesar de que amigos y familiares le recomendaron descansar. “Ya he descansado mucho”, afirmó en el Club Meta, adonde fue llevado después de su arribo al aeropuerto y su reencuentro con la familia y la organización Colombianos por la Paz a la que, anunció, piensa unirse para buscar un intercambio humanitario. “No veo una salida distinta a la negociada”, confesó.

Sus palabras fluidas, cargadas de humor y una clara postura política, fueron transmitidas por televisión durante las casi tres horas que tomó la rueda de prensa. Alan aplazó su chequeo médico y su encuentro íntimo con la familia para hablar con los periodistas. Esta vez no había presencia del Presidente, militares o ministros haciéndole preguntas. Veinte pantallas gigantes en las principales ciudades del país proyectaban el cautivador testimonio del recién liberado. Sus críticas a la guerrilla y el gobierno colombiano mantuvieron concentrada la atención del país, que lo seguía también por las emisoras. Empezó por agradecer a Piedad Córdoba, a la ONG que pidió su liberación, y habló de sus compañeros aún en cautiverio. Contó que dos de ellos están encadenados del cuello, día y noche, desde hace dos años. Con las FARC dijo “no compartir jamás que una causa o un ideal sean razón para recurrir a la violencia, a privar de la libertad a nadie, en nuestro caso, a civiles que no teníamos otra opción distinta a acompañarlos (...) No es así que se logra un cambio en este país”.

El ex cautivo también habló de las causas profundas que generaron el foco guerrillero. “Cuando a un joven se le cierra el mundo, no tiene modo de ganarse la vida ni de estudiar ni de nada. Entonces se va para la guerrilla. Hay que cerrarle el camino a esa falta de oportunidades.”

Dienstag, 3. Februar 2009

Uribe permite el regreso de Piedad Córdoba a las gestiones de mediación con los rebeldes

Hoy se reanuda el proceso de liberación

de las FARC con la entrega de un ex gobernador

■ El gobierno colombiano no autoriza la presencia de civiles en la comitiva de la Cruz Roja


Llegada de la senadora colombiana Piedad Córdoba a la rueda de prensa ayer en Villavicencio, Colombia, para anunciar la entrega del ex gobernador del departamento de Metá, Alan Jara, que este martes será liberado por las FARC Foto: Ap

Bogotá, 2 de febrero. La anunciada liberación del ex gobernador del departamento colombiano del Meta, Alan Jara, fue postergada para este martes debido a que el presidente Álvaro Uribe excluyó durante medio día a la senadora de oposición, Piedad Córdoba, de la comisión que recibirá al político durante una operación de entrega preparada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

El proceso de liberación quedó en suspenso a la medianoche del domingo, cuando Uribe negó la validez de las denuncias hechas por la Comisión de Colombianos por la Paz, en el sentido de que aeronaves militares gubernamentales hostigaron a guerrilleros que el domingo liberaron en el sur del país a tres policías y un soldado.

Uribe revirtió su decisión al mediodía de este lunes por petición del Comité Internacional de la Cruz Roja Internacional (CICR) y autorizó a Córdoba volver a las operaciones de liberación en el sur de Colombia, pactadas con las FARC después de un largo proceso de intercambios epistolares promovidos por Colombianos por la Paz desde mediados del año pasado, a iniciativa de la senadora.

El mandatario, que recibió antes de la medianoche a tres policías y un militar liberados el domingo en el departamento del Meta, rechazó que el ejército gubernamental haya sido responsable del retraso en la liberación de las cuatro personas –como denunció la comisión civil el domingo– y sostuvo que “el gobierno no puede permitir que el terrorismo siga haciendo fiesta con el dolor de los secuestrados y sus familias”.

Sin embargo, la Presidencia de Colombia emitió más tarde un comunicado en el que admitió que hubo vuelos de la fuerza aérea en la zona donde se realizó la liberación, pero dijo que los aviones militares se mantuvieron distantes y no llevaron a cabo acciones ofensivas. La comisión civil denunció además que soldados gubernamentales atacaron al comando guerrillero que entregó a las cuatro personas, pero Uribe no se refirió al hecho, que causó la muerte de un insurgente.

Para la liberación de Jara –cuyo rostro fue estampado en billetes de la lotería de Meta, a manera de celebración– y del ex diputado regional del departamento del Valle del Cauca, Sigifredo López, el gobierno de Uribe ofreció suspender todos los vuelos militares en la zona donde se prevé la entrega, que no fue dada a conocer públicamente.

Según el nuevo cronograma, la entrega de Jara tendrá lugar este martes y la de López el jueves, pero el gobierno no autorizó a más miembros de la comisión civil acompañar a los representantes del CICR, que se desplazan en naves oficiales brasileñas.

“Esta guerra se tiene que acabar. Sin disparar ni un tiro ni derramar una gota de sangre logramos que ellos (los liberados del domingo) regresaran”, afirmó Córdoba al comentar los acontecimientos y expresar su confianza en que la operación terminará con la liberación de Jara y López. La senadora, que ha participado en otras gestiones en favor de la paz, ha propuesto que las FARC desistan del secuestro como instrumento de presión.

Según fuentes gubernamentales, las FARC tienen en su poder a unas 700 personas, además de 22 rehenes que la organización guerrillera considera canjeables por insurgentes presos en cárceles de Colombia.

La liberación del domingo fue ensombrecida por la noche en la ciudad de Cali, donde un coche con 70 kilos de explosivos fue dirigido contra instalaciones de la policía local, con saldo de dos muertos –incluido el hombre que manejaba el vehículo– y 30 heridos. El gobierno atribuyó el ataque a las FARC.



Suspenden la entrega de Jara

Uribe recupera la Piedad

El rescate del ex gobernador Alan Jara, en poder de las FARC desde 2001, fue postergado probablemente hasta mañana por los inconvenientes surgidos en el proceso que, de todas maneras, seguirá adelante pese a los cruces entre el gobierno de Colombia y el grupo Colombianos por la Paz, que casi dejan al margen del operativo a la senadora Piedad Córdoba.

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Tras las críticas, Uribe dio marcha atrás con su decisión de apartar a la senadora opositora

Después de una serie de desencuentros, que incluyó el retiro y la posterior restitución de Colombianos por la Paz del proceso por parte del presidente Alvaro Uribe, se decidió que no estaban dadas las conciciones para ir hoy en busca de Jara, en la que sería la segunda etapa del proceso, dijeron fuentes de la Cruz Roja.

Aunque los detalles de la continuidad del operativo no estaban definidos esta tarde, se estimaba que todo podría correrse un día: el grupo iría mañana en busca de Jara y el jueves sería el turno de rescatar al ex diputado regional Sigifredo López.

"No va a haber una salida hoy, pero vamos a hacer todo lo posible para que haya una salida lo más pronto posible", señaló el vocero del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Yves Heller, tras leer un comunicado de la entidad en Villavicencio, ciudad desde donde se realizan las operaciones.

Heller afirmó que el CICR está "en contacto con la comisión, con el gobierno, en contactos indirectos con las FARC", destacó el "diálogo positivo y constructivo", y prometió "todo lo posible para llevar a cabo esas dos liberaciones".

La explosión de un coche-bomba contra un comando de la policía en Cali y las quejas de algunos miembros de Colombianos por la Paz sobre operativos militares en las zonas de rescate, ayer, motivaron que a la noche Uribe decidiera alejar a la senadora Piedad Córdoba y a la organización de las gestiones.

Pero esta mañana, el mandatario cambió su decisión y volvió a permitir la mediación de la senadora para el rescate, aunque dejó fuera a la comisión que la acompañaba.

En el marco de esas gestiones, tres policías y un militar fueran devueltos ayer por las FARC, aunque durante la operación hubo tensiones que pudieron arruinar el operativo por la presencia de aeronaves militares en el sitio de la entrega.

De hecho, la llegada de de los liberados a la ciudad de Villavicencio se demoró mucho más de lo previsto debido al vuelo de aeronaves, presuntamente de las Fuerzas Armadas, pese a que el gobierno había manifestado que estaban dadas todas las garantías de seguridad y que suspendería la acción militar.

El presidente Uribe admitió luego que aviones de la Fuerza Aérea sí estuvieron en la zona, aunque a una altura que no afectó la entrega, y se molestó tanto con la denuncia que por ello excluyó a los miembros de Colombianos por la Paz.

La medida fue criticada por varios sectores políticos y sociales, porque se la consideró un obstáculo para la liberación de Jara y López, en vista de que las FARC condicionaron la presencia de representantes de ese grupo, especialmente de la senadora Córdoba.

Uribe reconsideró la decisión y volvió a habilitar a Córdoba, pero para entonces la incertidumbre en torno al futuro del proceso ya había hecho que los helicópteros del Ejército brasileño que colaboran en materia logística con el CICR permanecieran en el aeropuerto de Villavicencio.

Ahora el Ejecutivo anunció la suspensión de todos los vuelos de la Fuerza Aérea por debajo de los 20.000 pies de altura. A Jara, el helicóptero debe ir a buscarlo a algún punto del departamento Meta para regresar a Villavicencio, y López será entregado cerca de Cali.

Heller aseguró que los planes siguen en marcha y que el organismo siente "mucha satisfacción" por la entrega de los tres policías y el militar.

"Aunque algunos hechos generaron tensión, el CICR subraya que bajo esas circunstancias debe primar el interés por la suerte de las víctimas y sus familiares", remarcó el vocero.

Uribe tomó la decisión de autorizar la presencia de Córdoba en las entregas poco después de que el ex presidente Ernesto Samper criticara el vuelo de aviones militares en la zona de la liberación.

Samper, quien gobernó Colombia entre 1994 y 1998, consideró que el gobierno incurrió en "una violación de los protocolos humanitarios internacionales", al permitir que los aviones estuviesen rondando.

El ex mandatario lamentó ese acto "peligroso y temerario, que puso en peligro no solamente la operación, sino la vida de todas las personas que estaban en el rescate".



Con estas liberaciones, las FARC suben un escalafón humanitario

Otra vez en la agenda mundial

Hace un año, el grupo guerrillero comenzó con la novela de las liberaciones. El primer gesto unilateral lo tuvo con las políticas Consuelo González de Perdomo y con la ex candidata a vicepresidente Clara Rojas.


Desde Medellín

Exitosa, pero caliente y confusa. La liberación de rehenes de las FARC terminó así su primera etapa de ayer, cuando tres policías y un soldado salieron de la selva en manos de una comisión humanitaria. Pero estuvo en riesgo, denunciaron dos integrantes de la misión. Los uniformados estaban secuestrados en poder de la guerrilla de las FARC que, como gesto unilateral, ofreció liberarlos, tal como sucedió hace un año con Clara Rojas y Consuelo González, cuando comenzó la novela de las liberaciones de rehenes. Como entonces, en los últimos días todos hablaban de la entrega.

Desde hace más de un mes, cuando se anunciaron las liberaciones, las FARC lograron una vez más ponerse en la agenda noticiosa mundial.

Con los de ayer son 33 los secuestrados por las FARC que fueron entregados, fugados o rescatados y que hoy están libres. Las diversas circunstancias en que lo lograron han puesto a ese grupo rebelde en el lugar de los victoriosos, en la posición de terroristas, en el lado de los derrotados, de la orilla de los mentirosos, de parte de los honrados. Han sido múltiples las caras que esa guerrilla ha mostrado al mundo a lo largo de su lucha armada, de más de cuarenta años, pero también de su participación en el negocio del narcotráfico. Las liberaciones, como la de ayer, les han servido para subir en el escalafón humanitario.

En enero de 2008 entregaron como gesto unilateral por la paz a las políticas Consuelo González de Perdomo y a la ex candidata a vicepresidente de Colombia Clara Rojas. Pero no pudieron regresar al pequeño Emmanuel, hijo de Clara, como lo habían prometido. Ya no estaba en su poder, pero mintieron al mundo. Después, el gobierno lo entregó a su madre, y así el plato se volteó nuevamente. Pero en febrero la guerrilla se adelantó en puntos con otro buen gesto en medio de la guerra. Cuatro ex congresistas, Gloria Polanco de Lozada, Luis Eladio Pérez Bonilla, Orlando Beltrán Cuéllar y Jorge Eduardo Gechem Turbay fueron liberados tras siete años de secuestro. Y apenas unas horas después se conoció que las fuerzas militares colombianas mataron al segundo de las FARC, Raúl Reyes, en territorio ecuatoriano.

Fue uno de los golpes más importantes al movimiento insurgente, que sería seguido por numerosas deserciones de comandantes y militantes, traiciones entre insurgentes para cobrar recompensas, como el episodio de la mano que alias Rojas le cortó a alias Iván Ríos para comprobar que lo asesinó, y la muerte de su máximo líder, alias Tirofijo, según se dice, de viejo y decepcionado por ver el declive de su organización. Luego vino la operación Jaque, cuando quince secuestrados, entre ellos su más importante rehén, Ingrid Betancourt, fueron rescatados por el ejército. Una fuga más y otra liberación fueron las escenas de próximos capítulos. El año terminó con el anuncio de las liberaciones que comenzaron ayer.

Las FARC comenzaron 2009 en medio de despliegues militares que pretenden recobrar territorios y fuerzas perdidas en varias regiones del país; regresan a pueblos de donde fueron expulsados en la guerra con los paramilitares; realizan atentados con explosivos en la capital del país; y atacan desde todos los frentes. El mediático es uno de los que más les interesa. Esta semana, con la entrega a granel del nuevo grupo de liberados, se mantienen en primera plana. Y, de confirmarse que las fuerzas militares hostigaron la operación con sobrevuelos, estarán, nuevamente, del lado amable de la guerra.






Un gesto unilateral de la guerrilla en respuesta a las gestiones de Piedad Córdoba y una ONG

Las FARC liberaron a cuatro rehenes

La espera de los tres policías y el soldado se alargó y hubo confusión. El periodista Jorge Enrique Botero denunció al ejército por tratar de entorpecer la misión humanitaria. Hoy se prevé la entrega del político Alan Jara.

Por Katalina Vásquez Guzmán
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Alexis Torres, uno de los cuatro liberados por la guerrilla, saluda a sus familiares.

Desde Medellín

De las nubes rojas que cubrían Villavicencio vino el sonido de la libertad. Tras una espera larga y acalorada, a las siete de la noche se oyó el tronar de los helicópteros que traían a cuatro miembros de la Fuerza Pública colombiana secuestrados por las FARC y liberados, de forma unilateral, en respuesta de esa guerrilla a las gestiones de la senadora Piedad Córdoba y la organización Colombianos por la Paz. La gloria por la libertad se combinó con la confusión por las circunstancias que retrasaron la llegada de los tres policías y el soldado al aeropuerto Vanguardia, prevista para el medio día. En las pistas, los recién liberados se abrazaron al Comisionado de Paz, a la esposa de Alan Jara, otro secuestrado próximo a quedar libre, y a los integrantes de la Ong que pidió y consiguió su liberación.

William Domínguez, Juan Fernando Galicia, José Walter Lozano y Alexis Torres saludaban a sus familiares por teléfono y trataban de hablar para los medios. Pero sólo alcanzaron a decir gracias. Los alejaron con prontitud para ser llevados a un hotel cercano y, luego, al aeropuerto militar donde embarcarían otras aeronaves que los llevaron a Bogotá. Quien sí habló fue el periodista Jorge Enrique Botero, que hizo parte de la misión humanitaria y arreció en sus denuncias sobre cómo las fuerzas militares colombianas trataron de entorpecer la liberación. “Esto es un pésimo precedente para lo que puede ocurrir mañana”, dijo Botero respecto de la entrega del político Alan Jara prevista para hoy.

En plena operación, desde la selva y en el helicóptero de la misión, el periodista contó por teléfono a Telesur que “cuando nos aproximábamos (al lugar de las coordenadas) hubo sobrevuelos de aeronaves que hicieron círculos. Esto generó preocupación y alarma, tanto en nosotros como en los guerrilleros y la operación estuvo al borde de la muerte y de regresar con las manos vacías”. El Comisionado de Paz no tardó en responder. Aseguró que en las comunicaciones que tuvo durante el día con el CICR, el organismo no le hizo ninguna observación al respecto. “Las únicas dificultades que han manifestado los delegados del organismo han sido de tipo operativo”, dijo.

Entonces, al ardiente clima de Villavicencio se sumaron las calientes declaraciones de un lado y otro. En los medios se difundía la denuncia. El gobierno negaba. Los defensores de derechos humanos pedían explicaciones. Para los familiares, el corazón se puso a mil. La posibilidad de un fracaso era real. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) pedía calma. Y antes de que se escondiera el sol, el organismo confirmó la noticia de la libertad. “Luego de la entrega al helicóptero debidamente identificado con el emblema del CICR (los liberados) serán entregados a sus superiores. Apreciamos la colaboración (...) que permitió el éxito de esta primera parte de esta misión humanitaria.”

La jornada comenzó con saltos de corazón. Muy temprano, un noticiero de televisión anunció los nombres de los policías y el militar liberados. Frente a la pantalla, los rostros de alegría y, claro, lamento. Eran 26 las familias de uniformados en poder de las FARC las que esperaban el regreso de sus seres queridos en todas las regiones del país. La noticia buena, sin embargo, fue solo para cuatro.

Un soldado, William Yovany Domínguez, era el primero de la lista. Tras un combate entre el ejército y la guerrilla, fue tomado como rehén por los rebeldes. Ocurrió en el departamento de Caquetá, en enero de 2007. Más tarde, en una prueba de vida, Domínguez sería una de las primeras fuentes en hablar del pequeño Emmanuel. Contó que Ingrid Betancourt y doña Clara andaban con un niño para todos lados. Hace un año se supo que se trataba del hijo de Clara Rojas, nacido en cautiverio, y que hoy vive en la capital con su madre, igualmente liberada en un gesto unilateral de las FARC. También en Caquetá se dio el plagio de los tres policías: Galicia, Lozano y Torres. Entre los municipios de El Paujil y Cartagena del Chairá los agentes cayeron en un retén ilegal de la misma guerrilla. Viajaban, encubiertos, vestidos de civil en una misión del Grupo de Acción Unificada para la Libertad (Gaula) que pretendía rescatar a un comerciante también secuestrado por el grupo de izquierda. Los insurgentes los descubrieron y los tomaron en su poder ese 9 de junio de 2007.

Los cuatro hombres regresaron libres, después de caminar casi 300 kilómetros, a Villavicencio, capital del departamento del Meta, vecino de Caquetá. Esta ciudad es la más importante de la zona Sudoriental del país, está en el centro de los Llanos Orientales y conecta a los principales poblados de la región, donde son abundantes los ríos y selvas, los guerrilleros y narcos, el tráfico de coca y armas, los enfrentamientos armados, la pobreza y el subdesarrollo, y, por estos días, los periodistas y defensores de derechos humanos.

Desde hace un mes, cuando las FARC anunciaron que liberarían a seis secuestrados, los cuatro de ayer más los políticos Alan Jara y Sigifredo López, las visitas no paran de llegar a Villavicencio. Por un lado, Jara era el gobernador de ese departamento al momento de su secuestro. De otro, esa ciudad fue anunciada como escenario de llegada de los recién liberados apenas arrancó la operación, el viernes pasado. Ese día, Piedad Córdoba, delegados de la Cruz Roja y la comisión de Colombianos por la Paz llegaron a San Gabriel de Cachoeira, Brasil, en la región amazónica fronteriza con Colombia. En dos helicópteros de ese país como garantía internacional en la misión humanitaria y con el emblema del CICR, arribaron el sábado a la noche a Florencia, Caquetá. A las 8.10 a.m. de ayer partieron desde allí hacia la selva. Buscaban las coordenadas que dio la guerrilla para entregar a los uniformados en libertad. Para ello, el gobierno nacional ordenó la suspensión de operativos militares en la zona.

Tras tomarse un café antes de partir, Piedad dijo a los medios que calculaba su regreso entre las doce del mediodía y las dos de la tarde. Mientras tanto, a Villavicencio llegaban más y más medios de comunicación del país y el mundo, intelectuales de la Ong, representantes del gobierno, y familiares de prisioneros. Todos se concentraban en el Aeropuerto Vanguardia. Había más de mil nuevos policías en la ciudad para el evento. Las primeras horas transcurrieron en una jornada sonsa y bulliciosa. Hasta las tres de la tarde, cuando comenzó a hablarse de “un retraso”, todo se iba en algarabía en Villavicencio. Nada pasaba. Se decía que los uniformados estaban ya libres, en poder de la misión, desde las diez de la mañana.

En la tarde todo fue confusión. El Comisionado de Paz decía que todo estaba saliendo como se había previsto. Iván Cepeda, del movimiento de víctimas de Estado y Colombianos por la Paz, le explicó a Páginal12 que el cronograma se estaba cumpliendo. “El proceso tiene varios momentos que no podemos calcular en el tiempo. No sabemos, por ejemplo, la distancia entre el lugar de la liberación y Villavicencio”, dijo. “Además, hay que esperar un tiempo a que la guerrilla se retire del lugar y nosotros no sabemos cuánto puede tomar eso”, expresó a este diario el líder. Luego, con las denuncias sobre supuestos hostigamientos de las fuerzas militares a la misión el desconcierto fue mayor. A la noche, la celebración se sumó a la incertidumbre por la segunda etapa de esta misión humanitaria que hoy permitiría liberar al político Alan Jara, y el miércoles próximo al único sobreviviente del grupo de diputados del Valle, Sigifredo López.