Montag, 12. Januar 2009

BUSH LES ENTREGO MEDALLAS A URIBE, BLAIR Y HOWARD

Condecoró a sus amigos de siempre






Uribe recibió de Bush la Medalla Presidencial de la Libertad.

De Nelson Mandela a Alvaro Uribe. El presidente saliente estadounidense George Bush eligió ayer a su par colombiano para condecorarlo con la Medalla Presidencial de la Libertad, la misma con que hace seis años honró al líder independentista sudafricano. La ceremonia fue el último agradecimiento a sus aliados incondicionales que lo acompañaron en los últimos ocho años, especialmente en su cruzada contra el terrorismo global. Uribe, el ex primer ministro británico Tony Blair y su par australiano John Howard lograron escapar por unas horas de las críticas de sus conciudadanos y vivieron, como en los viejos tiempos, una ovación sentida. “Cada uno de ellos es un verdadero amigo de los Estados Unidos”, dijo un sonriente Bush, frente a un pequeño público, liderado por sus ex secretarios de Estado, Colin Powell, y de Defensa, Donald Rumsfeld.

Fue la despedida que había soñado. A una semana de entregar la Casa Blanca a Barack Obama, Bush celebró con sus amigos los “éxitos” de su gobierno. “Nuestras naciones han trabajado orgullosamente juntas para destruir los escondrijos de los terroristas, para liberar millones de personas y para ayudar a las democracias a servir las aspiraciones de sus pueblos”, aseguró el presidente saliente. Hace cuatro años, en una ceremonia similar, Bush condecoró al ex director de la CIA George Tenet que informó que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva y a Paul Bremer, el hombre que gobernó Irak de facto después de la invasión.

Uno a uno los describió como “grandes líderes” y les colocó en el cuello la máxima condecoración civil, una brillante medalla de oro, que cuelga de una cinta con los colores de la bandera estadounidense. “Tony Blair entendió lo que estaba en juego en la guerra contra el terrorismo”, señaló del hombre que lo acompañó ciegamente en la invasión a Irak, la decisión más criticada y repudiada de los ocho años de gobierno de Bush hijo. “Toda su carrera estuvo definida por su devoción a los valores democráticos y a la defensa de la dignidad humana. Desde lo más profundo de su ser, este hombre cree en la libertad”, agregó.

Al dirigirse a su amigo colombiano, Bush fue aún más elocuente. “El presidente Uribe ha resucitado las esperanzas de sus conciudadanos y ha mostrado un modelo de liderazgo para el mundo –dijo orgulloso–. Fue elegido con un lema que expresa perfectamente lo que el pueblo colombiano buscaba en un presidente: mano dura y un gran corazón.”

Unas horas después, Uribe le devolvió el gesto al hombre que le aprobó ayudas militares por más de cinco mil millones de dólares en el marco del Plan Colombia. Sin tanto discurso y lejos de las cámaras, el presidente colombiano le dio un reconocimiento a la secretaria de Estado Condoleezza Rice, el secretario de Defensa Robert Gates, el secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez y la representante de negociaciones comerciales, Susan Schwab. Al entregarle a esta última una mención, lamentó no haber podido llegar a firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC) como intentaron durante los últimos dos años.

Además de la medalla, Uribe regresará a Bogotá con un honor extra: el haber sido el último presidente que se reunió oficialmente con Bush.



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Y Bush condecoró a Uribe
Una medalla muy merecida



George Bush en su sombría despedida ha realizado dos gestos de reconocida lealtad para con los escuderos más fieles de su política, aquellos a quien él considera los herederos legítimos de su legado político, los únicos que podrían dar continuidad a su ideario, a sus credos y a su visión del mundo y del universo. A pocos días de culminar con pena y sin gloria sus ocho años de desastres, dolor y muerte ha dado su bendición al genocidio que Israel perpetra contra los niños, los ancianos y la indefensa población de Gaza sometida desde hace muchos meses al bloqueo y el hambre. Un gesto de lealtad de un genocida para con otros genocidas.

Pero el moribundo corazón de Bush no solo está con Israel. También acompaña al hijo amado de las infieles tierras de América Latina. A Álvaro Uribe Vélez. El hombre que como él, enarbola la espada y la llama condenatoria de ateos, infieles, pobres, homosexuales, negros, indios, musulmanes, liberales, comunistas y librepensadores. El hombre que sin pensarlo ni dudarlo lo ha acompañado en todas las cruzadas purificadoras, incluyendo la guerra de Iraq.

George Bush condecorará el 12 de enero en Washington a Álvaro Uribe Vélez con la Medalla Presidencial a la Libertad. Dizque “por promover la democracia, los derechos humanos y la libertad”. Es evidentemente un reconocimiento a la lealtad del presidente colombiano. Un homenaje a su fidelidad absoluta a las políticas militaristas y neoliberales. Fidelidad de la que ni siquiera Lina de Uribe puede ufanarse.

La condecoración es consecuente con lo que han significado la presidencia de Uribe para la terrorista y agresiva política de los Estados Unidos contra los pueblos del mundo y en especial contra los procesos renovadores de América latina. Es un hecho que va más allá de la sospecha de que Uribe es un rehén de la política norteamericana en razón de toda la información y pruebas que tienen la DEA y la CIA sobre sus presuntos vínculos con el narcotráfico y el paramilitarismo. Además de esto, e incluso por encima de esto, está la identidad ideológica, cultural y política de dos hombres ignorantes pero astutos, simples pero sagaces. Convencidos del papel redentor y purificador con que han nacido. Fundamentalistas y religiosos recalcitrantes. Credos que no les impidió incrementar geométricamente sus capitales y latifundios. El maestro lo hizo con el familiar negocio del petróleo y las armas. El discípulo, incrementando sus tierras mediante una intrincada red de testaferros que le permite presentarse como uno de los más humildes campesinos colombianos. Además de convertir en multimillonarios, de la noche a la mañana, a sus imberbes hijos, con el muy protegido emporio de artesanías que montaron al amparo del gobierno.

Felicitaciones entonces a Uribe por la medalla recibida. Nadie mejor que él para hacerlo. Nadie se la merece más. Nadie ha hecho tanto esfuerzo para lograrla. Una medalla que simboliza miles de muertos, millones de desplazados y despojados, miles de desaparecidos, de torturados, decenas de miles de trabajadores despedidos, miles de detenciones ilegales, centenares o quizás miles de fusilados en las llamadas “ejecuciones extrajudiciales”. Que la disfrute mientras pueda. Hasta cuando reciban en sus manos los grilletes que merecen. El condecorado y el condecorador.

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A la condecoración a Uribe otorgada por el héroe de Abu Ghraib se suma el “Premio a la libertad Cortes de Cádiz”, concedido al presidente colombiano por un jurado manipulado por la alcaldesa del Partido Popular Teófila Martínez, galardón que enfáticamente ha sido rechazado por Izquierda Unida de Cádiz y por diversos sectores sociales y políticos de Andalucía.

Solo falta que condecoren a los genocidas israelitas.